31. Y a ti te gustan los dos

5K 511 183
                                    

OLIVIA


Habían pasado cuatro semanas desde el día en el que acepté la disparatada idea de James Donovan. Desde entonces, el tiempo se me había pasado volando. Me faltaban horas al cabo del día para estudiar, entrenar con James, aprender a tocar la guitarra con Cole, mejorar mi técnica al piano con Kyle y ensayar Rubia con los cuatro. Dallas se encargaba, básicamente, de asegurarse de que hiciera todo lo que él había organizado y de sentarse a mi lado en el sofá cada noche para ver juntos documentales de asesinos en serie o películas de terror. Oh, y también me enseñó a hacer un cubo de Rubik. Tardaba mil lustros más que él, pero al menos había sido capaz de terminar uno.

Kyle intentó acompañarnos los primeros días en nuestras sesiones de pelis de terror, pero acabó volviendo a su rutina de componer hasta que saliera el sol. Cuando no aguantaba más, se pasaba el día durmiendo y alguno de los chicos se encargaba de llevarme y recogerme del Roswell, incrementando así los rumores de que «la chica del videoclip, se beneficiaba a los cuatro miembros de Seven Days». Pero, volviendo al tema de Kyle, apenas pegaba ojo y yo parecía haber perdido mis poderes mágicos de somnífero. Aunque puede que tuviera algo que ver el hecho de que cada vez había estado más raro conmigo.

Cole, por su parte, llevaba cuatro semanas sin salir de fiesta. Sus amigos estaban bastante desconcertados con su nuevo comportamiento, pero su nueva rutina consistía en coger su Nintendo Switch por las noches y quedarse con Dallas y conmigo jugando al Zelda. A veces, se quedaba dormido antes de que terminara la película y más de una vez, sobre todo si era fin de semana, yo me quedaba dormida a su lado, por lo que Dallas pasaba de intentar despertarnos a los dos y al día siguiente me levantaba con dolor de cuello y con un Kyle Donovan cabreado porque había dormido con su mejor amigo y no con él.

—Tronca, tienes los dedos en el traste que no es —me riñó Cole moviéndome la mano—. ¿Tienes intención de inventar un nuevo acorde o qué?

—Lo siento. Estoy algo distraída.

Llevábamos más de dos horas practicando y, cuando separé los dedos de la guitarra acústica, puse una mueca de dolor. Acabé soltando el mástil y extendiéndole la mano para que viera mis pobres deditos.

—Me duelen que flipas —me quejé—. ¿No hay algo que pueda hacer para que no me duelan tanto?

Cole se encogió de hombros.

—Esperar a que la piel se te endurezca —respondió—. Te saldrán callos y todo se habrá solucionado.

Puse mala cara.

—¿Cómo que callos? Voy a terminar pareciendo una leñadora de verdad y Kyle me llamará así con motivo...

Él negó con la cabeza.

—Mira, toca.

Puso hacia arriba la palma de su mano izquierda y la extendió hacia mí. Yo arrugué la frente. Él chasqueó la lengua.

—Te estoy diciendo que me toques los dedos, malpensada —comentó burlón.

Mordiéndome el labio inferior, estiré mi mano para rozar la punta de sus dedos. Entonces, comprendí a qué se refería. Tenía las yemas ligeramente endurecidas, pero era apenas visible. Justo en las puntas, donde ejercía presión sobre las cuerdas cada vez que tocaba la guitarra. Le solté la mano.

—¿Duele? —Levanté la vista para mirarlo a los ojos.

Cole negó con la cabeza. Se arregló una muñequera de color negro que llevaba sobre su mano izquierda. Al hacerlo, observé sus tatuajes, que quedaban a la vista gracias a la camiseta de tirantes con la que estaba vestido. Traté de prestarle atención a la tinta que cubría casi toda la piel de su brazo izquierdo y no a sus músculos. Tenía un bosque lleno de árboles que empezaba en su muñeca y que ascendía por todo su antebrazo. Y luego, en el bíceps, una montaña con dos lobos encima. Cerca del hombro estaba dibujado el cielo, con una luna llena increíblemente bonita.

Seven Days ✔️ [Seven Days #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora