41. Las reglas del juego

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JAMES


—Dejadle espacio —ordenó Julian cuando Olivia empezó a recuperar el conocimiento.

Abrió los ojos poco a poco y trató de incorporarse, sin embargo, se detuvo cuando vio a su madre sentada delante de ella. Apartó sus manos y retrocedió como si fuera un animal herido. Buscó por la habitación a mi hermano y, cuando sus ojos no dieron con él, se llenaron de lágrimas de nuevo.

—¿Dónde está Kyle?

En ese momento, me pregunté cómo le explicaba a una cría de diecisiete años que su novio se había largado porque verla sufrir había dado vida a unos recuerdos que llevaba años pretendiendo sacar de su cabeza. En lugar de eso, me quedé quieto, junto a la puerta, mirándola en silencio. Sus ojos verdes se fijaron en mí y, por primera vez, vi los de Julian. Vi lo mucho que se parecía. A él y a Oliver. A su familia. Liv se había pasado la vida pensando que no tenía familia y, en realidad, parte de esta siempre había estado a escasos kilómetros de su casa.

—Liv, cariño, ¿quieres que hablemos o...?

Su hija negó con la cabeza.

—Quiero estar sola —pidió sin mirar a ninguna parte.

Margaret se levantó de la cama, Olivia encogió sus piernas, pegándolas contra su pecho, y apoyó la cabeza contra el cabecero de la cama de Cole, quien no siguió a Julian y a Margaret cuando abandonaron su cuarto. Olivia giró la cara hacia él.

—¿Por qué sigues aquí?

—Porque no voy dejarte sola.

—Pues es lo que deberías.

—No me has entendido, Liv. No puedo dejarte sola. Ni ahora ni nunca.

—¿Por qué?

—Porque he hecho una promesa.

—¿De qué...? ¿Qué?

Cole se acostó a su lado en la cama, tan tranquilo.

—No le des vueltas a nada, ¿vale? Estás de mierda hasta el cuello y necesitas un amigo. Un novio te vendría mejor, y yo me ofrecí voluntario primero, pero tú escogiste al depresivo con traumas provocados en la infancia. Ahora te atienes a las consecuencias.

—¿A quién le has hecho esa promesa, Cole?

—¿A quién crees que se la he hecho? —Cole la rodeó con uno de sus brazos, pegándola contra su pecho. No hizo falta decir en voz alta el nombre de mi hermano—. Me ha hecho jurarle que, pasara lo que pasara, nunca te dejaría sola.

—¿Por qué Kyle te haría jurar algo así?

—Porque es consciente de que, en algunos momentos, él no podrá estar para ti, y ahí es donde entro yo.

—¿Por qué?

—¿No es evidente, Liv? Porque te quiero y porque lo quiero a él como si fuera mi hermano. Por eso le juré a él hace casi cuatro años que jamás lo dejaría tomar el camino fácil.

—¿Camino fácil?

—Rendirse —intervine yo—. Para Kyle, el camino fácil es la solución rápida a todos sus problemas.

—Vamos, lo que ha hecho hoy —murmuró.

—No. Hoy ha huido.

—¿Intentas consolarme, James?

—Ha huido de sí mismo, no de ti.

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Los Donovan no éramos buenos cumpliendo expectativas, sino más bien todo lo contrario. Éramos expertos en hacer promesas que nunca cumplíamos y en ofrecer cosas que nunca estábamos dispuestos a dar. Puede que suene egoísta, pero, como decía mi madre, estábamos hechos de esa pasta y estaba en nuestras manos el cambiar o no.

Seven Days ✔️ [Seven Days #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora