Capítulo 19

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El hielo paralizó la sangre en sus venas.

—¿Vas a hacer eso? ¿Vas a llamar a la policía Lisa?

—Será mejor que te lo creas –dijo Lisa–, porque, si te niegas a volver conmigo, no me dejarás elección. No quiero amenazarte….

—Pues no lo hagas.

—Hay una cámara de vídeo en mi despacho grabando las veinticuatro horas.

El hielo se volvió sólido.

—Es una medida de seguridad que tomo siempre que tengo grandes cantidades de efectivo en casa por estar los bancos cerrados.

En la grabación se te ve perfectamente en camisón, abriendo el maletín, y menos de diez minutos después, vuelves con una bolsa para meterlo todo.

Vuelve conmigo y tú misma podrás destruir la cinta.

—Sabes eso es chantaje.

—Lo es. No quiero utilizarl Jennie, pero, sinceramente, me niego a que tu familia destruya todo lo que he construido.

Nunca me ha importado mi reputación personal, pero la profesional si, es otra cosa, y las acusaciones de tu padre pesarán sobre mí hasta que se retracte públicamente, algo que no va a hacer hasta que vuelvas.

Y no voy a permitir que mi bebé crezca pensando que su otra mamá es una delincuente.

Jennie te quiero a mi lado durante el resto del embarazo porque no me fío de que, en cuanto no te tenga a la vista, vuelvas a marcharte con nuestro bebé.

—¿Tanto significa para tí este bebé?

—¿Cómo puedes dudarlo Jennie cuando me he casado contigo para poder tener derecho legal reconocido sobre nuestro bebé?

—Mentira te has casado conmigo para proteger tu urbanización.

—Ha habido varios factores, pero créeme si te digo que la urbanización ocupaba uno de los últimos puestos de la lista.

Quiero poder tener a nuestro bebé y quiero ser su madre a tiempo completo.

Mientras Lisa hablaba, Jennie retiró el calentador del fuego y vertió agua en la tetera.

El movimiento hizo que la manga se le fuera hacia atrás y Lisa vio un vendaje en la muñeca.

—¿Qué te has hecho?

—Me he quemado con el horno al sacar un estofado, hace un par de días.

—¿Y en los dedos?

—Me he cortado troceando las verduras para el estofado.

Abrió la puerta de la nevera, sacó la leche y sirvió un poco en cada taza.

Colocó en la tetera el protector.

Jamás se habría imaginado a Jennie en un entorno doméstico como aquel.

Se le encogió el pecho al pensar en que podía hacerse daño.

—¿Y cómo has sabido hacer un estofado?

—Porque sé leer Lisa –espetó molesta–. Y sé seguir instrucciones.

Hay librerías cerca que tienen libros de cocina.

Movió un poco la tetera, quitó el protector y sirvió el té.

—No te habrás gastado mi dinero comprando porcelana, ¿Verdad?

Sin avisar, lanzó el protector de la tetera por encima de la cabeza de Lisa.

La Mejor Desición (Adaptación Jenlisa G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora