Capítulo 3

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El mes de Enero poco después de Navidad era una época del año que Lisa detestaba.

Tanta bondad fingida, la comercialización, la proximidad obligada con los llamados seres queridos.

Era una época en la que no podía dejar de tener presente a todas horas que las tres personas a las que había querido con todo su corazón ya no estaban en su vida.

Llevaban muertas muchos años.

Una vez en el pasado en un mañana del día de Navidad, un momento que tradicionalmente se pasaba abriendo regalos y dejando tras de sí un rastro de papel de envolver arrugado, sentía tan fresca la pérdida como la primera mañana en que se despertó sin sus seres queridos, siendo aún una pequeña niña.

Aquel año había tomado la decisión de pasar esos días en un nuevo lugar, lejos de todo.

Aparte del hecho de que era allí donde se estaba llevando a cabo el último de sus proyectos, una atracción turística nueva, disfrutaba de un clima relativamente templado en invierno, situada como estaba en la frontera sur de la ciudad, con lo cual era muy poco probable que nevase.

Llevaba muchos años evitando la nieve.

El único signo que había en su apartamento de que estaban de fiesta posterior a la navidad era una botella de whisky vacía en el suelo, junto a la alfombra, que era precisamente donde se encontraba cuando fue despertada sobresaltada o lo que es lo mismo, por el timbre chillón del intercomunicador de su apartamento.

Se incorporó rápidamente de golpe, y tuvo que llevarse la mano a la cabeza. Qué martillazos. ¿Por qué narices no se habría ido a la cama y en cambio se había quedado en la alfombra de su sala a dormir?

Se levantó y pulsó el botón para contestar.
—¿Sí? –farfulló Lisa molesta.

Había dejado instrucciones al conserje de que no la molestaran hasta el día siguiente, en que la locura de las fiestas de pascuas se hubiera terminado.

—Señorita Manoban, Su Alteza la princesa Kim Jisoo está aquí y desea verla.

—¿Qué rayos quiere esa chica?

—No me corresponde a mí preguntar eso señorita Manoban –respondió el conserje en voz muy baja.

Lisa podía ser la jefa y dueña de todo el edificio, pero Jisoo era la primera heredera al trono de todo un país.

—Dígale que suba porfavor.

Mientras esperaba que el ascensor la subiera, entró a trompicones en la cocina y se bebió un vaso frío entero de agua.

No sabía qué podía querer Jisoo la princesa insoportable, pero estaba segura que nada bueno, traía su repentina visita.

Un par de golpes en la puerta anunciaron su llegada.

Lisa abrió la puerta.

—¿Qué puedo hacer por ti, Jisoo? –le preguntó Lisa, evitando deliberadamente usar su título de princesa. Y también deliberadamente le dio la espalda y entró al salón–. ¿Vienes a celebrar conmigo la llegada de los Reyes Magos?

Como no obtuvo respuesta de Jisoo, dijo:
—¿Puedo ofrecerte una copa?

—A juzgar por la pinta y el olor, tú ya has bebido bastante, no crees –dijo Jisoo.

La princesa tenía el aire de una persona muy fría, que intentase demostrar su dominancia.

Si no le doliera tanto la cabeza, incluso le resultaría divertido molestar más a Jisoo.

—Si hubiera sabido que ibas a venir a visitarme, me habría puesto a arreglarme. Bueno, ¿Una copa Jisoo?

—No estoy aquí de visita.

—Me lo imagino. Sin embargo, soy de la opinión que incluso las más aburridas conversaciones de negocios pueden suavizarse con una buena taza de café o una buena copa.

Por lo menos ayudaría a amortiguar las palpitaciones de la cabeza.

—Tampoco he venido a una reunión de trabajo.

—Entonces, solo querías verme ¿Por qué no me dices qué es tan urgente como para presentarte aquí, en mi casa, sin anunciarte con anticipación y pidiendo audiencia?

—¿En tu casa?

—Pues no, fíjate duermo en la calle, bueno no en realidad si, es comprada y pagada. La escritura del edificio Manoban la tiene mi abogada, si necesitas verla.

No había vuelto a alquilar nada desde que compró su primer apartamento a los diecisiete años y tuvo que llevar a la fuerza al casero para que le reparase la calefacción durante una época de mucho frío.

Le gustaba ser la dueña de su propio destino y confiar únicamente en sí misma.

Todas sus propiedades, tanto las relativas a los negocios como las de índole personal –y tenía tantas de ambas que había perdido la cuenta– eran solo suyas.

No le debía un dólar a ninguna persona, banco u organización.

Sus negocios eran suyos y solo de ella.

Ladrillo y cemento con el que poder contar siempre; Presencias permanentes en un mundo frágil lleno de horror.

—Unas simples escrituras solo vale algo si posees también el título de propiedad de la tierra en la que está edificado el edificio. Toma como ejemplo lo que estás construyendo aquí, en mi país.

—Claro lo que digas –corroboró Lisa amigablemente–, pero creo que necesitarás utilizar un ejemplo distinto para demostrar lo que quieres decir, ya que no entiendo nada.

Yo siempre compro la tierra para cualquier desarrollo urbanístico que pretenda cometer.

Lisa estaba construyendo un hotel grande y un complejo comercial que iba a ser uno de los puntos de referencia de la ciudad en que llevaba invertidos más de un millón de dólares.

—Bueno, ¿Por qué no nos dejamos de tantos rodeos Jisoo y me dices por qué estás aquí, para que yo pueda volver a acostarme y dormir?

—Mi hermana.

—¿Cual de tus dos hermanas? –preguntó Lisa, encogiéndose de hombros como si tal cosa, aunque la cabeza había empezado a darle vueltas a toda velocidad.

Jisoo se enderezó un poco y sus ojos se volvieron oscuros y crueles.
—Jennie.

Lisa se aseguró de que sus facciones permanecieran neutras.

Ella no había dicho una palabra sobre la noche que había pasado con la princesa de mirada felina.

A nadie le había comentado nada. Tampoco Jennie lo habría hecho, ya que su reputación de virgen estaba en juego.

En el momento mismo en que la dejó entrar en su dormitorio, ella dejó claro que iba a ser algo de lo que nunca se podría hablar o hacer referencia a nadie para que la reputación de Jennie estuviera a salvo.

Había salido de la habitación de Jennie al amanecer sin ser vista, ambas conscientes de que su beso de despedida iba a ser el último.

Lo que habían compartido ambas había sido una noche increíble que nunca podría volver a repetirse.

Por lo tanto, Jisoo debía de estar allí a ver qué podía averiguar.

Capáz sus espías debían de haberle contado que su hermana y ella habían bailado en la boda de Mark.

No había vuelto a verla desde entonces.

Porque Jennie no había asistido a la coronación de Bam bam la semana anterior.

Unas cuantas preguntas hechas con discreción a las personas cercanas habían revelado que Jennie tenía alguna clase de virus estomacal.

Una fría sensación le recorrió la espalda, y si le había sucedido algo más.
—¿Qué le sucede a Jennie? –preguntó, un poco preocupada.

—Está embarazada -Dijo Jisoo fríamente.

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Gracias por leer ✨

La Mejor Desición (Adaptación Jenlisa G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora