Capítulo 17

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Lisa pateó el suelo para desprender la nieve de sus zapatos.

Después de diez días de frenética búsqueda, alfín la había encontrado.

Pasaron unos minutos hasta que fue capaz de hablar.

—Tienes muchas explicaciones que dar, princesa.

El alivio inicial había dejado paso a la furia.

Si Jennie tuviera idea de lo que la había hecho pasar… cuando quedó claro que había desaparecido, experimentó el déjà vu más intenso de su vida: Retrocedió muchos años y oyó aquel potente zumbido que precedió a la avalancha de nieve que alcanzó el lugar en el que estaba la cabaña de madera que era el bar de la estación de esquí con sus padres adentro.

El miedo había sido intenso.

Sobrecogedor. Había momentos durante la búsqueda que el miedo le ardía en el estómago como si fuera ácido y se preguntaba si volvería a ver a Jennie alguna vez, o si llegaría a conocer a su bebé.

Pero la había encontrado.

La cabaña era pequeña sin lujos, y Jennie parecía haberse quedado clavada en el sitio junto a la encimera.

Había desconfianza en su mirada y una buena cantidad de miedo, pero también desafío.

—No irás a decirme que habías pensado poder esconderte para siempre, ¿Verdad?

—¿Cómo me has encontrado Lisa? –fue su respuesta.

Lisa se sopló en las manos. El calor de la cabaña empezaba a descongelarle los huesos.

Había olvidado el frío que podía hacer en invierno en las montañas.

—Empleando a las mejores personas de búsqueda. Supongo que has elegido este sitio deliberadamente –dijo Lisa, mirando a la princesa que tantos años había deseado desde lejos, a la princesa que podía ser tan cruel y taimada.

—Estoy aquí porque es un sitio que siempre había querido conocer – espetó, mirándola a los ojos.

Había olvidado lo seductores que podían ser los ojos de Lisa.

¿Cómo podía estar tan tranquila? Y Lisa… su tailandesa, hecha una bola de lava contenida en una cápsula que se degradaba por momentos, amenazando con explotar.

Diez días de preocupación.

Le había robado un puñado de dinero, pero Lisa solo se preocupaba por cómo iba a cuidarse sin la asistencia de veinticuatro horas al día a la que estaba acostumbrada.

Esperaba encontrarla desarreglada y sin cuidar.

Sin embargo, su cabello brillaba, su tez tenía el sonrosado de la salud, y aparte de una tirita en dos de los nudillos de la mano izquierda, mantenía la misma compostura de siempre.

Podría estar fregando baños o vestida informalmente de trabajo, que su porte siempre sería regio.

Pero ese cuerpo de sangre real, tan terrenal, tan celestial al mismo tiempo como no había otro.

Seda y crema envolviendo fuego.

—¿Un sitio que querías conocer y que resulta que está en lo alto de una montaña cubierta de nieve? ¿Has estado esquiando Jennie?

—Claro que no.

—Mejor que sea así.

—¿Mejor, o qué? –hubo un destello de fuego en sus ojos–. ¿Me castigarás Manoban?

—No digas tonterías Jennie.

—Pues no me amenaces. Me he pasado la vida recibiendo amenazas y no pienso soportar ni una más, desde ahora todo cambio.

La Mejor Desición (Adaptación Jenlisa G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora