Capítulo 30

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Tirando de su mano con suavidad, bajaron las escaleras y, al llegar abajo, Jennie tuvo que correr para avanzar a su ritmo.

Un carro largo hizo brillar varias veces las luces.

Solo cuando estuvieron sentadas atrás y el chófer aceleró a rápida velocidad, Lisa se permitió respirar.

—¿Se puede saber por qué le has pegado a mi hermana? –se le enfrentó Jennie, con la voz aguda por el miedo–. Jisoo le contará a papá y él puede hacer que te maten.

—No me importa lo que él me haga a mí, con tal de que tú estés bien Jennie. Se ve que el rey es muy agresivo. ¿Cuánto tiempo hace que te maltrata?

La tensión que inmediatamente se apoderó de Jennie le confirmó a Lisa lo que hace tiempo que se imaginaba.

—Jennie… –insistió Lisa cuando ella pareció replegarse sobre sí misma.

—Te he hecho una pregunta Jennie. Dado que acabo de añadir el cargo de traición a la familia real y a los demás delitos que supuestamente he cometido en este país, lo menos que puedes hacer es contestarme.

—Me resulta duro hablar de ello –dijo Jennie casi sin voz–. Me parece casi una traición.

—Olvídate de la lealtad, que tu familia no sabe lo que eso significa.

Otro largo silencio se abrió entre ellas, pero al final Jennie asintió.

—Mi padre......… sí, alguna vez me ha pegado, pero casi siempre sin dejarme marcas.

—¿Lo sabe tu hermana Jisoo?

—No, ella no sabe de eso. De pequeñas ella me protegía de todo, pero luego que falleció mamá, mi papá ha sembrado un distanciamiento entre nosotras –una sonrisa triste apareció en su cara–. A veces siento que mi padre me odiaba y no sé porque.

Él piensa que sus hijas deben ser sumisas, él nos controla más a mí y luego a Jisoo, nuestra hermana menor es la intocable y no le hace nada, pero a mí sí a llegado a maltratarme verbalmente, casi pocas veces físicamente y me doy cuenta que no tiene derecho a maltratarme, y pienso ponerle fin en cuanto vuelva al palacio.

—¿Cómo?

—Gritaré. Le pondré un alto. No está acostumbrado a que le plante cara o a que le devuelva la agresividad.

—No harás ninguna de esas cosas porque no vas a volver a poner un pie en ese palacio Jennie.

¿Cómo podía sorprenderla que hubiera escapado en cuanto se le presentó la oportunidad? La familia real era más venenosa de lo que se imaginaba.

—Tengo que hacerlo Lisa, o perderás todo lo que has logrado construir.

—Creía que no querías que nuestro bebé se criara allí en ese palacio. ¿Cómo vas a poder entonces.…?

—Lisa serás tú la que críe a nuestro bebé –la interrumpió Jennie.

—¿Qué?

—Lo tengo todo pensado ya. Mi padre espera que sigamos juntas hasta que nazca el bebé, y quería retirarme el pasaporte porque no se fía de mí, pero eso no significa que tú no puedas salir del país.

Iba a tener al bebé aquí y entregártelo a tí para que te lo llevaras lo más lejos que pudieras.

La incredulidad que habían suscitado sus palabras era tal que se había quedado muda.

—Y ahora ya lo has echado todo a perder Lisa –se lamentó Jennie, y rompió a llorar–. ¿Por qué has tenido que pegarle a Jisoo? ¡Mi padre estará muy molesto por eso ahora.

—¿Ibas a entregarme a nuestro bebé, para que yo solita lo cuidará?

Eso era todo lo que Lisa podía pensar: Que Jennie había planeado entregarle al bebé.

Jennie asintió con las lágrimas corriéndole por las mejillas.
—Era el único modo de que tú y el bebé estuvieran a salvo Lisa.

A lo lejos se oyó ruido de sirenas.

No sabía si es que las perseguían, pero bastó para que Lisa pasara a la acción, y bajó la ventana que la separaba del chófer.

—Al aeropuerto privado –rugió Lisa–. ¡Rápido!

Acto seguido, llamó a la empresa a la que solía alquilar los helicópteros y Lisa les ofreció un cuarto de millón de dólares si podían tener listo en diez minutos un piloto que las llevase a otro país.

Era imposible llegar a la frontera, después de haber atacado a la heredera al trono en su propio palacio.

Llamó a Mina para que reuniera al personal, recogieran sus cosas personales y las de Jennie, tomaran su avión privado y se reunieran con ella de inmediato en el aeropuerto. Sin preguntas.

Cuando el padre de Jennie se regodeó en el comentario sobre el pasaporte de su esposa, comprendió de inmediato su cambio de aquellos días y supo que tenía que sacarla del país.

En cuanto su reunión con el padre de Jennie concluyó pronto, ya que solo quería establecer su dominación a te ella en un acto de superioridad.

Vio las carreteras y ya no había posibilidad de llegar a la frontera

Segundos después al llegar el piloto ya estaba preparado y estuvieron en el aire en cuanto se abrocharon los cinturones de seguridad.

Cuando debían de estar tan solo a doscientos metros de altura, Lisa vio por la ventanilla media docena de sirenas de camino al aeropuerto.

No respiró tranquila hasta que entraron en el espacio aéreo muy lejos.

Jennie no había pronunciado una sola palabra.

Iba sentada rígida, y las lágrimas le rodaban por las mejillas en silencio.

—Estamos a salvo Jennie, no tengas miedo.

—Nunca vamos a estarlo Lisa, no conoces los alcances de mi padre –respondió Jennie, y bajó la mirada.

 —El poder de tu padre solo existe dentro de las fronteras de tu país.

Lisa bajó la mirada y se frotó las sienes.

Se le estaba formando un buen dolor de cabeza.

—¿Dónde quieres ir Jennie? –le preguntó unos diez minutos después.

Jennie la miró sin comprender.
 
—Nombra un país. Cualquiera. Un lugar al que siempre hayas querido ir, o en el que ya hayas estado y te guste. Di uno Jennie.

—Estados Unidos –susurró tras una pausa–. Nueva York. Siempre he querido ir allí.

—¿Nueva York en un loft?

Jennie asintió, y otra lágrima rodó mejilla abajo.

—Entonces, vamos a ir a Nueva York.
Ahora quiero que estés tranquila y descanses el viaje, todo estará bien sí, yo misma daré la solución a todos tus problemas.

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Gracias por leer ✨

La Mejor Desición (Adaptación Jenlisa G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora