CAPÍTULO XVI - ¿Anna?

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- Ese dice Rubbik. – Señaló Richard una lápida. - ¿Conoces a un tal Rubbik? –

- ¡No! – Respondí sin mirar, abrazada a mi primo.

El suelo empezó a temblar repentinamente, se escucharon varios crujidos como de arena cayendo, entonces algo sujeto el tobillo a Richard y el mío, instintivamente miramos al suelo, dos manos putrefactas nos sujetaban, lancé un grito desesperado sacudiendo mis pies, por fin me soltó seguido que le daba una patada a la que sujetaba a mi primo, de pronto de todas las tumbas empezaron a emerger cadáveres, estaban emergiendo como flores en una maceta, vimos una enorme roca que se alzaba varios metros encima del suelo, corrimos hacia ella y nos trepamos encima mientras veíamos como los "Zombis" nos acorralaban. Los cadáveres como si pensaran, se amontonaban a nuestro alrededor haciendo que otros subieran por encima de ellos hasta casi tocarnos, Richard empezó a patear los que ya estaban cerca que iban a impactar unos metros mas allá para luego levantarse como si nada y volver a unirse a la orda. Yo buscaba con la mirada una salida, los cadáveres jadeaban de manera perturbadora, roca y mas roca se extendía por donde mirara, el techo era un agujero negro sin inicio ni fin, entonces vi lo que parecía una flecha blanca incrustada en una de las rocas que componía una de las enormes paredes de la estancia, tomé la flecha y giré sobre mis talones para empezar a defenderme, pero lo primero que vi fue el rostro de mi hermana, que me observaba, mientras que Richard la veía con dos ojos abiertos como platos.

- ¿Anna? – Dije titubeante.

- Se fuerte Aline, no te dejes intimidar. – Dijo Anna abrazandome.

- ¡Anna estás viva! – Dije abrazando a mi hermana contra mi pecho.

- Tienes que ser fuerte, por ahora, no hay lugar para los sentimientos, concéntrate... - Dijo Anna bruscamente, zafándose de mis brazos.

- ¡Espera Anna! ¿De qué hablas? – Pregunté pero Anna ya se había alejado de mí acercándose a un pedestal.

- Aquí te mostraré mi destino, creo en ti hermana ¡Lucha! ¡Se fuerte! ¡No flaquees! – Dijo tras una sonrisa.

Repentinamente todos los cadáveres se quedaron paralizados, Richard y yo saltamos de la roca para correr hacia Anna, pero nuestras piernas no respondieron, la flecha que aun empuñaba con mi mano derecha se desintegró como si fuese arena brillante que fue arrastrada por un viento que no se sentía, los destellos fueron a parar sobre la mano de mi hermana, hasta que se formó la flecha nuevamente, su mirada estaba sobre mí, aparecieron unos hilos de luz a ambos costados de la flecha que formaron un arco, con su mano libre tensó los hilos luminosos, la luz que despedía el arma era de un color plateado que empezó a iluminar toda la estancia, los cadáveres seguían paralizados como unas estatuas perennes, Richard observaba a Anna de hito en hito, nos quedamos inmóviles por décimas de segundo, ignorantes de la situación, vacilantes, la flecha apuntaba hacia mí, mi pequeña hermana estaba inescrutable, sentí el vaivén de su respiración, acto seguido sin preámbulos, los hilos volvieron a su posición inicial, la flecha se disparó a una velocidad casi invisible enterrándose en mi pecho, cerré fuertemente los ojos esperando el dolor que causaría, todo se oscureció tras mis parpados, pero nada sucedió, no sentí dolor alguno, a mí izquierda sentí como alguien tiraba de mi brazo, gritando mi nombre, la voz de mi primo irrumpía en el silencio de mi esperada muerte, la tierra volvió a moverse a mis pies, presumí que los cadáveres empezaron a moverse nuevamente.

La oscuridad de disipó, me hallé frente a mi casa, un rayo partió un árbol, pestañee para proteger mis ojos del resplandor del impacto, al abrirlos me percaté que me encontraba en las escaleras que llevaba a las habitaciones, por las ventanas se colaba una luz continua, proveniente de un rayo platinado, vi las paredes tapizadas con el símbolo del linaje Soinamedd Esanatas, me enjugué los ojos, volví a observar las paredes y no había nada, la luz había desaparecido, unos pasos irrumpieron haciendo eco en la vacía atmosfera, me di la vuelta rápidamente, me vi a mí misma subiendo las escaleras, la otra yo me observó, un rostro que llevaba una expresión lastimera, traté de alcanzarme con mi mano derecha, pero no pude, la escena se alejaba pero no se movía ni un centímetro, entonces caí en cuenta que estaba de vuelta al pasado, estaba metida en mis recuerdos, a la velocidad de un relámpago subí las escaleras dejando a mi otro yo atrás, rápidamente aparecí frente a la puerta que me separaba de la habitación de Anna, sin titubeos traté de abrir la puerta, pero no pude tocarla, como si fuese un fantasma, la traspasé sin mirar atrás, allí estaba ella, mi hermana, algo le causaba miedo, algo que no podía ver yo de momento, la atmosfera me obligó a apartarme de algún gramo de felicidad que aún conservaba, me sentí más triste de lo que ya estaba, sin ánimos de vivir, sentí como un puñetazo el abandono, aparté toda sensación banal de mi cuerpo para dejar el lugar donde estaba parada, me acerqué a mi hermana, que a gatas se alejó de lo que la intimidaba, observé toda la habitación, hasta que di con el causante de toda la situación, allí estaba, un sujeto uniformado de policía, no podía ver su rostro aún, de su cabeza empezó a caer una cascada de líquido negro que cayó hasta el piso transformándose en una larga túnica negra, en la espalda tenía el símbolo del linaje Soinamedd Esanatas, de pronto el sujeto me observó, mi corazón dejó de latir, me miraban unos bellos ojos azules pertenecientes a William, este sonrió, la furia se apoderó de mi cuerpo, traté de correr hacia él, pero no pude moverme, una fuerza invisible me lo impedía, de pronto sucedieron varias cosas a la vez, el aire escapó de mis pulmones mientras mi cuerpo fue despedido por los aires hasta estamparme contra la pared a mis espalda, al mismo tiempo el cuerpo de mi hermana se tambaleó por los aires extendiendo los brazos como crucificada, cayó sobre la cama boca arriba, mi corazón volvió a la vida para latir rápidamente de una manera súbita, instintivamente traté de moverme para proteger a mi hermana, pero sentía como si alguien me obligara a estar pegada a la pared. La boca de Wiliam se fue abriendo hasta llegar al punto que dejó de ser humanamente lógico, de su interior emergieron largos tentáculos provistos de colmillos o garras que se enfilaban a lo largo, entonces un grito quebró la tétrica atmosfera, miré en dirección de dónde provenía el grito, mi madre, estaba en la misma posición que yo a unos metros de mí, trataba se zafarse de la gravedad que la tenía inmóvil, pero era inútil, miré hacia la puerta y no llegaba mi otro yo, empecé a desesperarme, milagrosamente pude moverme, atravesé la puerta de la habitación nuevamente, salí al pasillo y para mi asombro observé como las escaleras aumentaban su número de escalones, resignada a que no llegaría hasta que mataran a mi hermana, volví al interior de la habitación, los tentáculos se habían enroscado en la cabeza y cuello de Anna que se encontraba esta vez en el centro de la habitación, flotando a unos centímetros del suelo, sostenida por los tentáculos, lancé un grito inaudible, no podía moverme, varios hilos de sangre empezaron a fluir desde donde estaba su cabeza, deslizándose por todo su cuerpo, hasta caer al suelo, un charco de sangre empezó a formarse y escurrirse hacia la rendija debajo de la puerta de entrada, caí en cuenta de que era el hilo de sangre que seguí por las escaleras la noche que sucedió, mi corazón gritaba auxilio, agonizante de dolor, no podía resistir más, intenté retroceder – Sé fuerte, no flaquees – dijo la voz de Anna en mi interior, abrí los ojos, para ver estupefacta como los tentáculos de Wiliam arrancaban la piel del cuerpo de mi hermana de un tirón, desollándola, sus gritos de agonía cesaron, al igual que los de mi madre, que sus ojos estaban abiertos como platos, había entrado en shock, estaba muerta.

William fue desmembrando el cuerpo de mi hermana hasta reducirla a solo huesos, la situación se tornó más macabra cuando hizo levitar los huesos hasta el techo de la habitación dibujando con ellos el símbolo del maldito linaje, de golpe el engendro del diablo miró hacia la puerta petrificado, esta se abrió de golpe dando paso a mi doble, como si fuese una sombra, William se deslizó por el suelo hasta esconderse tras la puerta, mi pasado dio dos pasos para acto seguido, caer hacia atrás desmayada en el suelo, pude caminar, busqué a William y no estaba, había desaparecido como por arte de magia, giré para ver a mi madre, y no estaba donde la había dejado, se escucharon unos pasos, provenientes del pasillo, miré en esa dirección para vislumbrar que mi madre irrumpía en la habitación a grandes zancadas.

El Diario de las Sombras (PRONTO EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora