CAPÍTULO V El engendro del diablo

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El trastero era un sótano que se accedía por una puerta bajo las escaleras. Acompañada de mi amiga bajamos a buscar el trapeador, la estancia era espaciosa, estaba la lavadora, la secadora, algunos estantes llenos de trastos y montones de periódicos y unas ventanillas frente a las escaleras. Busqué el trapeador con la mirada pero no di con él, Ashley rodeó la estantería, mientras yo buscaba por los lados de la lavadora.

- ¡Mira esto! – Gritó Ashley señalando algo que estaba arriba en el estante.

- ¿Qué sucede? – Pregunté asustada.

- Un álbum de fotos familiar. – Dijo Ashley señalando un grueso libro de tapa de piel marrón, que citaba en el lomo las palabras en dorado "Álbum Familiar".

- Ayúdame a alcanzarlo – Pidió Ashley.

Tomé a Ashley por la cadera y la alcé para que alcanzara el álbum, estiró la mano para tomar el libro, se ayudó con la punta de los dedos y tiró de él; entonces ambas perdimos el equilibrio, el bloque fotográfico cayó sobre mi cabeza seguido de un montón de hojas de papel. Ashley había caído de espalda al suelo, se colocó de lado para observarme, ambas nos miramos y nos reímos como unas tontas. Allí estaba el trapeador, debajo de los estantes, lo tomé y me puse de pie, extendí mi mano y ayude a mi amiga a levantarse, esta tomó el álbum, y al seguirla con la mirada, me percaté de que las hojas se trataban de las páginas de más periódicos, el que se encontraba debajo de álbum tenía como portada "es cierto. Existe el engendro del diablo". Coloqué el trapeador sobre la lavadora y tomé el periódico, lo sostuve un rato frente a mí para releer el título y procurar no haberme equivocado en la lectura, pero era el mismo que el primero, debajo del extraño título había una foto de una mujer, que era escoltada por dos policías, aparentemente la ayudaban a caminar, ya que le faltaban los dos ojos "¿Qué diablos es esto?", sentí como mis cienes latían rápidamente, Ashley se acercó para leer también, sus ojos se abrieron como plato.

- ¿No hemos tomado mucho vino cierto? – Bromeó.

Doblé el periódico, tomé el trapeador, subí las escaleras hacía la puerta de salida del sótano, apague la luz y cerré la puerta tras de mí. Sequé el vino malo que habíamos escupido, tome la botella y vacié su contenido en el fregadero, para luego deshacerme de ella en el contenedor de la basura, tomé las copas que habíamos dejado por la mitad y las observé un rato, las acerqué a la nariz para oler la sangría, pero no despedía su peculiar olor, mire a Ashley que había tomado asiento para observar el álbum, entonces pude probar el vino nuevamente ya que ella no me observaba, entonces volví a sentir ese desagradable sabor a sangre, aparté la copa y vacié su contenido en el fregadero, escupí el sorbo, abrí el grifo para enjuagar las copas y las puse a un lado para que se escurrieran. Coloqué el trapeador al lado de la nevera, fui a la sala, donde mi amiga se divertía viendo mis peinados de cuando era niña, tome asiento a su lado, para observar las fotos, el álbum familiar estaba abierto en la sección de vacaciones familiares del 99, viajamos a Rusia, donde conocí a unos primos lejanos, en Sarátov, una ciudad donde el frío era un hijo de puta, recuerdo haber hecho varios amigos rusos, no les entendía, pero eran mis amigos, era tan fácil cuando se era niño hacer amigos, sin prejuicios, sin miramientos, sin estándares sociales. Simplemente diversión y buena vibra, como unos hippies en miniatura, también recuerdo una noche en la que mi madre desapareció y no fue hasta el día siguiente que apareció en el hotel, con grandes círculos negros en los ojos como si no fuese dormido durante días, mi padre corrió hacia ella cuando se presentó en el umbral de la puerta de la habitación tambaleante, la ayudo a recostarse y me obligó esperar en el pasillo, de pronto llegaron mis primos, estaba Elena, con su mata de pelo lacio negro azabache, ojos azules y saltones, piel pálida y una sonrisa juguetona, llevaba un cárdigan negro, jeans y unas botas de invierno, era la única chica de tres hermanos, los otros dos eran una copia de ella, salvo por los ángulos de su cara. Elena tenía mi misma edad (Diez años en aquel momento), estaba su hermano Alexey, de doce, un poco más alto, con una barbilla con un hoyuelo en la punta y por último el mayor de todos por gran diferencia, Nikolay, de 17, que ahora que lo recordaba era de un atractivo casi doloroso, era alto y fornido, con fibrosos músculos que le aumentaban la edad, tenía entendido que se había unido al ejército, tenía ojos de un azul grisáceo, una mandíbula fuerte a pesar de ser un adolescente, llevaba el pelo rapado, su nariz era fina y perfilada, llevaba vaqueros, unas botas de caza y una camisa negra y chaqueta de cuero, ese día llevaba una expresión de pereza por tener que quedar a cargo de ese montón de mocosos, fuimos a un parque mecánico en el cual vomité varias veces, quedó retratado en la foto de la página siguiente, donde se me veía vomitando a los pies de Alexey el cual lloraba de asco, luego otra página con una foto de mi madre durmiendo esparramada en el asiento del avión, recuerdo que después de que llegara al hotel con semejante cansancio, lo que hizo el resto de los días fue dormir como si llevara meses sin hacerlo, ahora que lo pensaba, nunca había reparado, o por lo menos nunca había prestado atención a esa peculiar parte de esas vacaciones, nunca conocí a los padres de Elena, Alexey y Nikolay, después de las vacaciones no se volvió a hablar de ellos, y nunca los conseguí en Facebook ¿No era extraño?

- Ashley... ¿En algún momento perdiste contacto con algún familiar...o por lo menos dejaste de saber de ellos por un tiempo?

- No...de hecho mi familia es muy unida, es difícil no saber de mis primos, tíos y abuelos. – Dijo Ashley pensativamente. - ¿Por?

- Solo curiosidad... - Dije clavando la mirada en el periódico sobre la mesa de vidrio. - ¿Tienes primos lejanos?

- Los americanos somos muy...familiares con familia que crecemos, normalmente los primos lejanos no los llegamos a conocer a todos...

- ...pero has conocido algunos?

- Solo por fotos. – Respondió Ashley sin apartar la vista del álbum.

Ahora que lo pensaba nunca había visto foto de ellos antes de las vacaciones, cuando llegó el día de abordar el avión a Rusia se me informo que conocería unos primos lejanos de los cuales nunca había escuchado hablar. Todo el trayecto estuvo lleno nada mas de silencio, mi padre había tomado unas pastillas para dormir porque odiaba volar, mientras que mi madre no dejaba de ver por la ventanilla mientras frotaba sus manos, un gesto que denotaba que estaba nerviosa, era una costumbre que tenía. Cuando llegamos al aeropuerto internacional de Moscow para hacer escala, mi madre salió disparada hacia los teléfonos públicos dispuestos en la zona de espera, el avión partía en media hora, tiempo que paso pegada al auricular del aparato sin parar de hablar y manotear en el aire, mi padre que aún estaba drogado me había llevado a una dulcería, donde me compro todo lo que quería.

Llegamos a Sarátov y bajamos a encontrarnos con Nikolay, yo no sabía quién era, habían varias personas esperando a sus familiares con letreros, pude leer Bienvenido, Familia tal, o palabras en ruso. Vi a mi madre y esta parecía confusa, recorría con la mirada la zona de espera, como si buscara algo pero sin saber qué. Entonces Nikolay apareció de la nada y carraspeó, mi madre giro en redondo, se quedó mirándolo un buen rato, y con una expresión entre incomodidad y sorpresa abrazó al muchacho que confuso la apartó con una sonrisa, o más que una sonrisa una mueca.

- Ella es Aline, tu pri...prima. – Me presentó mi madre.

- Hola... - Saludé con un gesto de la mano.

Él no me devolvió el saludo, solo me miró de pie a cabeza, ahora que recordaba, no era muy amable, de hecho era frio, con sus ojos como témpanos de hielo. Recuerdo las veces que salimos con él, siempre tenía una expresión agria y de aburrimiento, no era muy expresivo, y cuando tocaba darnos indicaciones de sitios para comer o visitar, lo hacía con un español bastante básico y casi gruñendo, no sabía si era cuestión de humor o de acento, pero creo que era lo primero. Solo un día lo vi sonreír, en una de las tantas visitar al parque, tomó asiento en el banco de costumbre, pocos minutos después llegó una chica rubia, la cual tomó asiento a su lado, la forma en que lo miraba la chica denotaba que estaba enamorada de él, y fue allí cuando sonrió besándola apasionadamente. Los tortolitos se levantaron y se encaminaron hacía unos pinos en la parte trasera del parque, muy apartados de la vista de todos, de pronto Alexey saltó de un columpio que se encontraba aún muy alto, aterrizando sobre sus rodillas, el niño soltó un alarido casi inhumano acompañado de un sonoro crujir, como si una tabla se fuese partido tras el impacto del puño de un luchador de sumo, yo quedé paralizada al ver al chiquillo gritando sobre la nieve mientras Elena corría en busca de su hermano mayor, de pronto la niña se llevó las manos a la boca, luego se tapó los ojos al encontrarse con su hermano tras los pinos con la chica rubia, ambos salieron de su escondite, Nikolay blanco como el papel abrochándose los pantalones mientras la chica se alisaba la blusa.

Tomé el periódico de la mesa de vidrio para despejar mi mente de las inquietantes incógnitas, lo desplegué y me dirigí a la página donde se encontraba el artículo del título escalofriante.

En la reseña habían más fotografías, las cuales omití, de pronto sentí el olor a humo se cigarrillo, Ashley había encendido otro, volví la mirada al artículo, y empecé a leer.

El Diario de las Sombras (PRONTO EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora