CAPÍTULO VII El funeral

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Me encontraba sentada frente al ataúd de mi madre, a mi lado izquierdo estaba Ashley, y al otro lado tía Marge que se había sonado la nariz ya incontables veces. Había llegado gente que no conocía, simplemente pasaban a ver a mi madre, sollozaban un rato, otros más dramáticamente, algunos familiares lejanos que llevaba años sin ver se acercaban y me daban besos y largos e incómodos abrazos. Por alguna extraña razón esperaba la llegada de Elena, Alexey y Nikolay, pero lo cierto era que si llevaba ya casi una década sin saber de ellos, entonces menos se enterarían que mi madre había fallecido, las dos ancianas hermanas que vivían frente a mi casa hicieron acto de presencia, una delgada, con arrugas en toda la extensión de su piel, ojos agotados por los años, llevaba un horrendo y anticuado vestido blanco con lunares negros, alta, y era la más joven de las dos, la otra era bajita y rechoncha, llevaba el cabello plateado suelto, se ayudaba a caminar con un bastón plateado, tenía un vestido gris de algodón e iba agarrada al antebrazo de su hermana, ambas se acercaron a mi descargando babosos besos y lamentos, algo frío hizo contacto con mi rodilla derecha enviando descargas por todo mi cuerpo, bajé la mirada y vi que el bastón de la Sra. Vilma me estaba rozando, algo en el me atrajo, en la empuñadura había un símbolo, parecía una cruz, pero tenía otros elementos que la hacía diferenciarse de la cruz religiosa que usaban para representar a Jesucristo, un circulo rodeaba la intercepción de los brazos de la cruz y unos tridentes hacían un juego de formas para dar la apariencia de que era un sol detrás de una cruz, la Sra. Vilma se percató de que observaba su bastón y lo cambió de mano ocultándolo con su regordete cuerpo, saludaron a Tía Marge y Tío Victor con una inclinación de la cabeza y fueron a soltar más sollozos en el ataúd de mi madre.

Ashley de repente apretó mi mano, con un gesto de la boca me indicó que mirara hacia la entrada, allí iba entrando mi padre, esposado y escoltado por dos policías, los mismos del hospital, uno de ellos era Wiliam, se me acercó y me puso una mano en el hombro en señal de apoyo, simplemente asentí, no esperaba que mi padre se acercara, la cara de tía Marge estaba de un rojo tomate, lanzaba miradas cargadas de furia hacia mi progenitor, tío Víctor se había colocado de pie para impedirle el paso nosotras.

No entendía qué demonios hacía mi padre allí, era ilógico y falta de sentido común, mi corazón latía a mil por segundos, me faltaba el aire, los labios y los dedos me hormigueaban como si la sangre bajo ellos hirviera. tuve que colocarme de pie, Ashley estuvo a punto de hacer lo mismo, pero le indiqué que no hacía falta, en esos momentos llegaba una corona de flores enviada por nuestros vecinos. Respiré profundamente para calmar mis pulsaciones, con un ademán de la mano le pedí a tío Víctor que me dejara pasar, a cada paso, la distancia entre mi padre y yo se iba acortando, el sol empezaba a entrar por las grandes ventanas de la fachada, los rayos de luz de las cinco de la tarde tintaba todo de un color naranja dorado, aún no sabía qué hacer o decir, vislumbré como varias personas observaban mi trayecto, otros miraban a mi padre con cara de asco, ya no podía seguir caminando más, ya estaba frente a mi progenitor, este cayó de rodillas en el suelo llorando como un niño, la sala se inundó de cuchicheos, me quedé petrificada, delante del asesino de mi madre, sin saber qué hacer, me tomó ambas manos besándolas repetidas veces, los ojos se llenaron de lágrimas viendo todo borroso nuevamente.

- ¡Perdóname! – Decía mi padre sollozante. - ...Hija perdóname por favor, te lo suplico, lo lamento... ¡No sé qué me sucedió! ¡Pero esta culpa me está matando! -.

Lo último entro por mis oídos y resonó varias veces en mi cabeza como ecos en una cueva, saboree el veneno mientras mi padre balbuceaba más lamentos y disculpas, la ira crecía dentro de mi como una bestia hambrienta, sentí como la sangre hervía en mi interior, mas besos en mis manos las cuales con un movimiento brusco las quité de las suyas, entonces formé un puño y golpee el rostro del asesino.

El Diario de las Sombras (PRONTO EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora