CAPÍTULO XV - El cementerio de Aline

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Tras la sesión de llanto, Richard tomó del suelo lo que parecía un pedazo de costilla partida, reparó en que tuviese una punta afilada, entonces la deslizó sin titubeos por la palma de su mano dejando un zurco rojo, la herida comenzó a sangrar rápidamente, acto seguido sin más preámbulos pasó su mano sobre la superficie del símbolo sangrante. Después de unos microsegundos la pared rugió haciendo vibrar toda la estancia, los huesos del suelo empezaron a vibrar como telefonos celulares, el símbolo se partió a la mitad, y ambas partes se hicieron a ambos lados, de pronto una cascada de sangre irrumpió en el salón inundándolo todo y ahogando mis gritos. La corriente me arrastró varios metros hacia atrás, trataba de aferrarme al suelo pero la fuerza de la cascada de sangre no me lo permitía, sentía como pedazos de costillas, cráneos, brazos, pasaban por mis dedos en todas direcciones, la corriente me zarandeaba de un lado a otro, mi cabeza se golpeó varias veces con algo sólido que no podía identificar, no distinguía entre arriba o abajo, de pronto otro golpe hizo que perdiera el poco aire que quedaba en mis pulmones, todo se había convertido en un lago de sangre, ya empezaba a entrar en pánico cuando por fin pude salir a la superficie. Cuando mi cerebro se situó pude percatarme de que la pared con el símbolo del linaje Soinamedd Esanatas ya no estaba, había desaparecido, Richard apareció a varios metros de mí, nade hacia él, para ver el ennegrecido hueco que había dejado la pared, titubeantes, nos lanzamos una última mirada y empezamos a nadar a la oscuridad.

Todo estaba oscuro, nadamos por unos segundos y no dábamos con nada sólido, asustada le pedí a Richard que sacara su teléfono, pero el artefacto se había dañado al hacer contacto con la sangre, seguimos nadando, el cuerpo pedía auxilio, los músculos empezaban ya a tener pequeños espasmos, y los nervios en rompan filas, exhausta empecé a dar grandes zarpazos hasta que, para mi alivio, toqué suelo, caminé unos tramos dando tumbos y soltando arcadas para desplomarme en la orilla resoplando, después de unos segundos sentí como Richard caía a mi lado chispeando sangre. Nos encontrábamos boca arriba, viendo lo que parecía una inmensidad infinita, por un momento me aluciné con que lo que observaba era el cielo nocturno, esperé una estrella fugaz, pero la mano de mi primo estrechó la mía trayéndome de vuelta entonces su voz se alzó encima del silencio que reinaba en esos momentos.

- ¿Desde cuándo aprendiste a nadar así?

- Desde que sentí que me estaba cagando del miedo. – Respondí entre resoplidos y risas. - ¿Cómo supiste que tenías que darle sangre exactamente al símbolo? – Terminé colocándome seria.

- En el artículo de Zednem, dicen que él se comunicó con el equipo periodístico del periódico dos días antes de que lo encerraran en el psiquiátrico pidiéndoles que fuesen urgentemente a su oficina... - Contaba Richard, hizo una pausa y continuó. - ...los periodista acudieron a la invitación del puto loco ese, entonces él les contó que según una leyenda del linaje ese, había una caverna en algún lugar de Latinoamérica en la que habitaba el diablo, y había sido protegido por el símbolo y que la única forma de abrir la puerta era dándole sangre, también habló de otro símbolo parecido al de los locos que alaban al diablo, que es de otro linaje, pero bueno, ósea...que son las palomas blancas de la paz, después te lo enseñare...y bueno, así fue que supe dónde iba la sangre. –

- Esto me está superando cada segundo que pasa. – Razoné.

Me coloqué de pie quitándome el albornoz que pesaba horrores debido a lo empapado que estaba, Richard se quitó la camisa quedando solo en musculosa, me tomó de la mano y empezamos a caminar cautelosos. Bajamos unos cuantos escalones para llevarnos un gran susto, como en el pasillo de atrás, dos antorchas a nuestro costados se encendieron iluminando otro largo pasillo, nuestros ojos sufrieron por unos segundos, mientras se acostumbraban nuevamente a la luz, vimos hacia atrás, y la luz llegaba hasta lo que creíamos que era la mitad del lago, allí estaba, ondeante y rojo, como una bestia dormida, tragué saliva, y miré hacia el frente, Richard apretó mi mano, lo miré impulsivamente para ver como las llamas de las antorchas alumbraban su fibroso cuerpo, entonces aparté la mirada para concentrarme en el camino, no era el momento para volcar mi atención en las abdominales de mi primo, me dio un beso en la cien. Recorrimos el pasillo y este resultó ser más corto de lo que esperábamos. Llegamos a una planicie que se extendía ante nuestros ojos más o menos a doscientos metros, las paredes seguían siendo rocosas dando la impresión de estar en una cueva, esta seguía iluminada por antorchas. Empezamos a recorrer la espaciosa estancia, nos soltamos de la mano, sentí una extraña sensación, era terror ligado con intriga, sumergida en mis pensamientos seguí caminando, tropecé con algo que hizo que saliera de mi ensimismamiento, volví la mirada para percatarme de que había tropezado con una lápida, entonces observé el camino por donde deambulaba, miré a Richard en un vaivén, este estaba atónito viendo otra lápida, todo el suelo estaba lleno de setos de mármol con epitafios, en shock mis piernas empezaron a correr en dirección a Richard, que me esperaba con los brazos abiertos, vislumbré por donde habíamos venido, y el pasillo había desaparecido por arte de magia, estaba atónita, sentía el corazón de mi primo latir en su pecho rápidamente, el mío le seguía el paso.

- Esto es un cementerio – Dije al aire.

El Diario de las Sombras (PRONTO EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora