Capítulo 10

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Estoy tan relajada que no noto en qué momento me quedo dormida y aunque parece que han pasado minutos, han sido horas porque de nuevo me retumba en los oídos la música.

—Maldita música clásica —mascullo. En otras circunstancias la apreciaría pero así es imposible.

Voy a los baños corriendo para ducharme y arreglarme y veo que todos me ignoran al igual que yo a ellos. "Paso totalmente desapercibida". Se me escapa una risita mientras pienso en lo que darían ellos por participar en el experimento. "Que tranquilos se pasean sin saber lo que se están perdiendo".

Mientras me cambio de ropa en la habitación, siento que estoy de un humor estupendo, no sé si por David, por la expectativa del ensayo o por ambas cosas.

Llaman a la puerta y al abrir me llevo la primera sorpresa de la mañana ya que al otro lado están David y Neo juntos.

No puedo evitar reírme mientras cierro la puerta detrás de mí.

—Buenos días chicos ¡si parecéis amigos y todo! Sí que os habéis tomado en serio lo de la tregua.

Oigo un resoplido que por supuesto ha salido de David.

—Si eso implica ser tres en todo momento no sé si estoy dispuesto a tanto.

Veo que Neo coloca la mano sobre su hombro y aunque David le fulmina con la mirada, no la retira.

—Tranquilo, ya os daré momentos de intimidad. Es sólo que me pareció buena idea desayunar juntos el primer día.

Y eso hacemos. Desayunamos los tres tranquilamente y parece que ellos están del mismo buen humor que yo por lo que intuyo que les motiva participar en algo así. Sus risas hacen que me acuerde de la primera vez que soñé con ellos y la sensación era muy parecida a la de ahora. Como si los tres fuéramos buenos amigos.

Puntuales llegamos al despacho del profesor Walsh pero nos sorprende encontrarlo vacío. Justo cuando nos estamos planteando qué hacer, aparece a nuestras espaldas el mismo chico de los recados de ayer.

—Seguidme. El profesor nos espera en las instalaciones de investigación.

Le seguimos sin protestar y nos lleva a una zona del edificio más allá de las aulas en la que ni siquiera nos habíamos fijado.

Se para frente a una puerta de apertura electrónica y veo como saca una tarjeta identificativa que introduce en la ranura. Cuando la puerta se abre nos corta el paso y nos mira con cara de pocos amigos.

—Quiero saber si os dais cuenta de lo importante que es todo esto. No se trata de un juego y quiero que entendáis que hemos invertido mucho tiempo en este proyecto y que algunos daríamos lo que fuera por poder participar a vuestro nivel y no como meros espectadores.

Asentimos con la cabeza mientras atravesamos el umbral y por fin entiendo por qué el chico es tan arisco con nosotros. Si yo me tuviera que quedar al margen, estaría igual de enfadada que él.

Lo primero que me llama la atención al cruzar las puertas es la intensa luz que nos deslumbra, reforzada por el blanco de todo lo que nos rodea. No hay ninguna posibilidad de error. Estamos en un laboratorio.

Vemos a través de una cristalera situada en la pared de la izquierda del pasillo a varios individuos en camas, durmiendo plácidamente. Lo único discordante son los sensores colocados en la cabeza y en el pecho y que los mantienen monitorizados. En la habitación de al lado, hay varios chicos mirando unas pantallas y parecen estar vigilando los resultados que se reflejan en ellas. De vez en cuando toman algún apunte y cuando descubren que les estamos observando cierran la puerta precipitadamente.

Árboles de ceniza - Completa  (Ya a la venta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora