"¿Preparada? Para nada". Me están entrando ganas de vomitar y tiemblo incontroladamente. Pongo ambas manos en el volante y respiro hondo varias veces. "Tienes que calmarte".
Oigo un gruñido y veo que es Cesar que se está despertando. Qué oportuno.
Fuera se oye un sonido fuerte seguido de un chirrido y aunque con tan poca luz casi no se distingue, parece que la puerta comienza a abrirse.
—Arranca, vamos.
Obedezco y pongo en marcha el enorme camión. La puerta ya ha hecho la mitad de su recorrido y según nos vamos acercando me llama la atención la claridad que parece haber al otro lado. "Qué raro". Oigo a Caleb quitando el seguro al fusil. Diez metros, nueve, ocho...
Atravesamos la puerta y una luz intensa me ciega.
—Maldita sea, no veo nada. —Llevo los ojos entrecerrados y no distingo ni medio palmo de distancia. Inconscientemente reduzco la velocidad.
—Son los focos —anuncia Caleb—. Teníamos que haber contado con ellos. Parece que alumbran todo el perímetro interior que es la zona que realmente vigilan.
Se oye una ráfaga de disparos e instintivamente nos agachamos.
—Acelera —me grita Caleb.
Una bala destroza mi ventanilla y él aprovecha para disparar a través de ella.
—¡Ten cuidado! estoy aquí en medio...
Los ojos se nos van acostumbrando a la luz según vamos recorriendo la distancia que nos separa de la otra puerta. Pero al acercarnos a ella veo que todavía no se ha abierto.
—¡Genial! ¿Qué hago?
—Da otra vuelta. Es mejor no detener el camión o seremos un blanco fácil.
Giro sin pensar en la velocidad que llevo y durante un segundo me asusto porque parece que vamos a volcar. Han salido todos los agentes de vigilancia que custodian las dos puertas y no dejan de dispararnos. Hacen añicos el parabrisas y el aire me refresca la cara.
—¡Nos van a dejar sin camión! —chilla May.
—Alégrate de que los neumáticos sean resistentes a las balas —responde Caleb—. Ya sabéis, para que no los pueda detener la resistencia cuando salen de la ciudad.
Me reiría del comentario si no fuera por lo tenso de la situación. Sigo dando vueltas en redondo hasta que por fin oigo el ruido de la segunda puerta.
—Los móviles, hay que deshacerse de ellos para que no nos localicen.
Me quito el mío y se lo doy a May.
—¿Qué hacéis? ¡Estáis locos! —grita Cesar que ya se ha espabilado mientras mira a su alrededor.
Da un empujón a May e intenta quitarle la pistola. "No se detiene ni con las manos atadas".
Caleb reacciona rápidamente y le suelta otro puñetazo, pero con tanto movimiento, resulta más flojo de lo que él pretendía. Aun así sacude la cabeza atontado.
—Disminuye la velocidad un poco, hay que deshacerse de este paquete.
Desacelero y Caleb se cambia de sitio con May, abre la puerta del copiloto y veo la cara de terror de Cesar. Antes de que tenga tiempo de reaccionar, Caleb le empuja, tirándole fuera del camión. Cierra la puerta de nuevo y apenas a unos metros de nuestra libertad, veo que May no ha tirado los teléfonos.
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Árboles de ceniza - Completa (Ya a la venta)
Sci-fi*Disfruta de esta historia completamente gratis*. Distopía? ¿Ucronía? ¿Multiverso? Ari, una chica de diecisiete años llega a la ciudad dispuesta a pasar los dos meses de verano realizando un curso preuniversitario sobre "El sueño". En esa academia...