No sueño. Me despierto y al momento sé que no hay nada que recordar. No tengo ninguna imagen y me parece raro porque siempre suelo recordar algo por mínimo que sea. Intento no darle importancia pero estando en un curso como este, hace que pensar en ello, sea inevitable.
Me desperezo y me siento sobre la cama. Todavía tengo los zapatos puestos y no puedo evitar reírme. Por lo menos he descansado y me encuentro como nueva. "¡Como para no estarlo! ¡Si son las doce y media! Vaya, no sólo me he saltado la cena sino también el desayuno". El ruido de mis tripas confirma mis pensamientos y creo que lo mejor es que me arregle y baje a comer algo.
Cuando me pongo en pie me fijo en el papel que asoma por debajo de la puerta. Lo recojo y veo que es una nota de David.
"Hola dormilona. Tengo un plan para hoy. Te paso a buscar a la una. Ponte ropa cómoda".
Media hora. Ni me lo pienso. Me doy una ducha rápida y en 20 minutos consigo estar arreglada. Lo de la ropa cómoda ayuda ya que es fácil escoger unos vaqueros, camiseta y zapatillas. No me creo que incluso me hayan sobrado unos minutos.
Seguro que David ya tenía algo pensado, pero como me despedí a toda prisa no le di ni tiempo a que me lo contara. Me alegro de que haya buscado un plan para hoy ya que le dije a Neo que estaba ocupada y no tenía ganas de encontrarme con él y que viera que le había mentido.
Vuelven a sonarme las tripas. "Espero que el plan incluya comida". En ese momento llaman a la puerta. Abro y me encuentro a David cargado con una enorme mochila.
—Vamos.
Qué prisas. Bajamos y salimos por la puerta principal. Veo que pasamos de largo las mesas dirigiéndonos hacia los árboles. Mira disimuladamente por encima de su hombro hacia el edificio y cuando parece convencido de que nadie nos mira, me coge de la mano y tira de mí mientras nos adentramos en el pequeño bosque. No sé a dónde nos dirigimos, pero dejo que me guíe ya que aunque me cueste admitirlo, me encanta el detalle de que no me haya soltado la mano.
El bosque es mucho más grande de lo que parecía a simple vista y mucho más sombrío, ya que los árboles son frondosos y apenas dejan pasar la luz del sol. Seguimos andando varios minutos en la misma dirección y sin saber cómo, de buenas a primeras nos encontramos en medio de un pequeño claro iluminado por el sol.
—Vaya...
Estamos cogidos de la mano, uno al lado del otro mirando aquel pequeño Edén.
—Encontré este sitio hace unos días y pensé que no podía perder la oportunidad de enseñártelo.
Me suelta y da unos pasos hacia el centro del pequeño espacio.
—Espero que tengas hambre.
Se quita la mochila y saca de ella una manta que extiende sobre la hierba. Estoy demasiado atónita para reaccionar pero él me hace un gesto para que me acerque.
—Vamos, siéntate.
Me siento frente a él con las piernas cruzadas y miro la mochila expectante. El saca un montón de envases y envoltorios de diferentes tamaños mientras me explica.
—Sándwiches de pollo y de atún, ensalada de tomate con queso, patatas fritas, aceitunas, macedonia de frutas, zumo, agua, pan... y por último, tarta de manzana.
—No me lo puedo creer ¿todo eso entraba en la mochila?
—El secreto está en saber organizar el espacio. —Y lo dice tan tranquilo.
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Árboles de ceniza - Completa (Ya a la venta)
خيال علمي*Disfruta de esta historia completamente gratis*. Distopía? ¿Ucronía? ¿Multiverso? Ari, una chica de diecisiete años llega a la ciudad dispuesta a pasar los dos meses de verano realizando un curso preuniversitario sobre "El sueño". En esa academia...