La urbe. Capítulo 20

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Miro a mi alrededor mientras caminamos y no hay nada, sólo una zona polvorienta y desierta. Levanto la vista y a unos quinientos metros hay otro muro y un nuevo puesto de control. Apenas tardamos unos minutos en recorrer esa distancia y al acercarnos, Josh hace un gesto al hombre que se encuentra en la cabina y este abre una pesada puerta de metal. Todos prestamos atención a lo que habrá al otro lado. Aunque lo que me sorprende no es el qué sino quién nos espera allí. Veo a un chico de veintitantos años con gesto despreocupado apoyado en la parte delantera de una furgoneta. Está claro que nos espera a nosotros. Pero al fijarme en su cara, veo algo en él que me resulta familiar: la nariz afilada, los pómulos marcados... no puede ser. Recuerdo haber visto una foto... al darme cuenta miro a David que se para en seco al reconocerle.

—David, es...

—Mi hermano —dice en voz baja mientras comienza a andar de nuevo.

Ahora recuerdo que cuando conocí a su familia, me contó que su hermano mayor vivía en la ciudad. Vi una foto en la que estaban todos juntos. Parecían llevarse bien, pero por el tono en el que me ha respondido David tengo mis dudas de que esto sea así. Cuando llegamos a la furgoneta, la puerta ya se ha cerrado por completo y me llama la atención que no hay vigilancia a este lado. Ni cámaras, ni agentes... nada. Está claro que cree que el peligro está fuera y dentro no hay nada que temer.

David se detiene frente a su hermano con gesto serio y este se acerca y le tiende la mano. Todos miran expectantes porque no saben de qué va el asunto, pero su asombro es aún mayor cuando David acepta su mano y este le abraza.

—¡Hermano! Pensaba que no volvería a verte nunca.

David se deshace de su abrazo.

—Hola Caleb.

—¿Tu hermano? —Anna está igual de estupefacta que el resto.

—Sí, bueno es una larga historia. —David no quiere dar explicaciones.

—Sí, muy larga. Es suficiente con que sepáis que soy vuestro monitor durante el periodo de adaptación. Y también uno de vuestros contactos. —Caleb nos sonríe pero hay algo en él que no me convence—. Por supuesto tenéis que interpretar vuestro papel en todo momento, pero aquí estamos solos y nadie nos oye. ¿Alguna pregunta?

—¿Sabes cuánto tiempo tendremos que estar en la ciudad? —Neo parece impaciente por volver a casa.

—Tendréis que pasar el periodo de adaptación que es de una semana. Una vez superado, podréis campar a vuestras anchas por toda la ciudad y entonces os dirán lo que debéis hacer. Hasta entonces intentad no levantar sospechas. Vamos, por el camino os iré poniendo al día.

Subimos a la furgoneta y nos ponemos en marcha. A los pocos kilómetros entramos en una zona residencial.

—Hay cuatro entradas al recinto de la ciudad —comenta—. Vosotros habéis entrado por la puerta sur. El perímetro de seguridad exterior es un gran cuadrado formado por dos muros a 500 metros de distancia uno de otro. Al entrar por las puertas sur, este y oeste lo primero que encontramos son los barrios residenciales como este, para los ciudadanos de mayor nivel.

Miro por la ventanilla la variedad de casas que hay, cada una diferente de la siguiente. Si la situación fuese distinta sería un bonito lugar para vivir.

—Después de la zona residencial entramos en el núcleo urbano.

Poco a poco las edificaciones comienzan a ser más altas y en un momento estamos rodeados de diversos edificios y rascacielos.

—Aquí viven las personas de segundo nivel y también se encuentran la mayoría de empresas y negocios. En el lado este, se encuentra el hospital y los laboratorios. Y en la zona oeste, la residencia de estudiantes y la universidad. —Hace una pequeña pausa para coger aire y continúa—. En el centro están las oficinas del gobierno y la zona de ocio: tiendas, bares, cines, parques...

Árboles de ceniza - Completa  (Ya a la venta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora