Capítulo 34

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Neo arranca e iniciamos el camino de vuelta. Decido aprovechar el tiempo.

—Hemos pensado que es mejor que no comentes lo de Cesar y tampoco creo necesario que sepan que es tu hermano. Nosotros decidiremos a quién informar de esto.

Cristian asiente.

—De acuerdo. Lo que vosotros digáis. De todas formas, parece que conocéis bastante a mi hermano, ¿cómo es eso?

Me parece buena idea ponerle al día de todos los problemas que nos ha causado, así que ocupamos la mayor parte del viaje en contarle todo lo sucedido.

—Está claro que ha aprendido de mi madre. Cree que lo importante es el poder, aunque sea a costa de los demás.

Parece muy crítico con su actitud.

—Solo sabe hacer daño —añado—. Lo he vivido y no he visto un ápice de compasión en él.

Cristian niega rotundamente.

—Lo que más me fastidia es que en estos momentos pueda estar haciendo daño a alguien por vengarme a mí. Yo no le he pedido que actúe así... Tened por seguro que en cuanto le vea, le dejaré un par de cosas claras.

—No sé si lo sabes —comienza Neo—, pero la patrulla mató a uno de nuestros compañeros. Todo "gracias" al chivatazo de Cesar.

—¿Qué? No, no lo sabía... —Su tono es de enfado— en parte me siento culpable. Cuando me enteré de su grupo sanguíneo, se lo tenía que haber contado, así se le habrían bajado los humos. Seguro que su actitud ahora sería diferente. Pero quise protegerle... ¡Qué error!

Se equivoca.

—No puedes cargar con la culpa de los actos de tu hermano. Él es el culpable, nadie más. Si todo sale bien, le haremos "reflexionar" sobre su comportamiento.

Llegamos al pueblo y dejamos el vehículo en el hangar.

—Creo que lo mejor es que se quede en mi casa. —Se ofrece Neo.

Seguro que es para tenerle vigilado.

—Bien. ¡Oh, vaya! —Miro el reloj—. Vamos a llegar tarde.

Echamos a correr y Cristian nos sigue sin saber a dónde vamos.

Llegamos al pequeño bosque justo en el momento en el que May deposita el saquito con las cenizas de Set en un agujero recién excavado. Sólo estamos los del grupo, pues nosotros éramos su familia aquí.

Cristian se queda a cierta distancia y le agradezco el gesto. Nos unimos al círculo mientras Aker planta un árbol de apenas medio metro sobre el saquito.

—Es un cerezo —murmura May—. Sé que él habría elegido este árbol.

Todos cogemos un puñado de tierra y uno por uno lo depositamos alrededor de las raíces. Aker, Gabriel, Anna, Neo, Caleb, May y por último yo. Guardamos silencio durante un buen rato y por algún extraño motivo parece que nos cuesta abandonar el lugar porque entonces, sí nos estaremos despidiendo para siempre.

May es la primera en romper el círculo y el resto la imitamos. Cuando nos damos la vuelta veo que Caleb reconoce a Cristian e inmediatamente me mira interrogante. Me acerco disimuladamente para hablarle en voz baja.

—Después te cuento. Haz como si no le conocieras.

Neo se acerca a Cristian.

—Este es Cristian. —Se nota que está improvisando—. Me ayudará a insertar el virus.

Árboles de ceniza - Completa  (Ya a la venta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora