Bang Chan pensaba que su vida era buena y que siempre iba a ser así, pero ¿qué pasa cuando aparece aquel chiquillo que lo hace enloquecer?...tal vez ahora su vida es aun mejor.
"Dɪᴏs, ᴘᴇʀᴅᴏɴᴀᴍᴇ ᴘᴏʀ ᴇsᴛᴇ ᴘᴇᴄᴀᴅᴏ ǫᴜᴇ ᴇsᴛᴏʏ ᴀᴘᴜɴᴛᴏ ᴅᴇ ᴄᴏᴍᴇᴛᴇʀ..."
✞ Pare...
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Caminaba por los alrededores de aquella vieja iglesia, con su biblia en mano y su bella sonrisa, Bang Chan entro a este recinto y saludo a quien se encontrara ahi, tan amable como siempre. Su cabello rubio se hacia notar en toda la iglesia, no era duda que era teñido, mas nunca se puso objeción a ello. Bang Chan era muy bello para que alguien le dijera algo. Llegando al lado de su compañero de recinto, lo saludo.
—Hola, Felix —dijo Bang Chan con una sonrisa y el mencionado volteo y lo miro de igual manera.
—Hola, Chan. — dijo el castaño y se aclaro la garganta.— ¿Sabes que llegaran nuevos a la iglesia? Que quieren servir dicen.
Por el tono que uso Felix, Chan dedujo que no era de tan agrado para el castaño. En los últimos años, muchos chicos y chicas habian querido entrar al convento con la intencion de servir, mas siempre terminaba en lo mismo, se mofaban de todo.
Chan sabia que Felix era muy estricto en eso, no le gustaba que la gente se burlara del Dios a quien se dedica servir, respetaba a ellos no creyeran pero ¿burlarse? eso era una total blasfemia y sabia que el castaño mientras mas alejado estuviera de esa gente, mejor.
— a lo mejor este año llega gente de bien, Felix. —dijo Chan en un intento que el castaño cambiara la expresion que tenia en esos momentos.
Era gracioso todo, Bang Chan era dos años mayor que Felix y en comparación, el rubio era mas relajado en todo el asunto relacionado a la religión, no se tomaba tan a pecho la gente no creyente, sabia muy bien que cada uno al final tendría sus consecuencias, quien fuera quien estuviera haciendo el mal. En cambio, Felix era muy serio, a sus veinticinco, no tenia familia o una esposa, era muy reservado en todo. A Bang Chan le caía bien Félix.
— pues no se, pero si alguien se vuelve a burlar como el chico ese llamado Harry, yo no se que hare. — negó con la cabeza y dicho eso, se retiro a terminar sus deberes.
Chan nego con una sonrisa y se dispuso a hacer los suyos. Llevaba quince años en Australia, desde aquel accidente que casi le cuesta la vida, por decisión de sus padres, se mudaron a aquel lugar con la intención que Chan se sintiera mejor y así fue. Poco a poco fue olvidando lo feo que paso y se concentro en sus estudios y religion, así siendo el orgullo de su familia.
— Chan, dice el padre que te quiere en su oficina, por favor.— dijo Michael, uno de los chicos que igual servian, Chan asintio.
Con paso seguro fue a su destino y cuando llego toco ligueramente la puerta de madera, una voz le indico que pasara y asi lo hizo.
— Muy Buenos dias tenga usted, padre. Michael me dijo que me queria ver. — dijo el rubio.
— Asi es, Chan. Sabes muy bien que hoy llegan los chicos y chicas nuevos. Quiero que si por favor, podrias orientarlos este dia tu. La superior Taylor hoy tiene cosas que hacer y no puede, me pidio que si podia decirte a ti, eres de su confianza.
