Capítulo 4

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La primera noche por fin terminó, las luces de la discoteca se encendieron y la música por fin ceso. El barullo de gente hacía tiempo que había desaparecido, ahora quedaba el típico borracho que se había dormido en alguna butaca de los reservados. Era lo que más le fastidiaba hacer, ya que generalmente la respuesta que recibía de este tipo de cliente no era demasiado agradable debido a su embriaguez.

Louis estaba limpiando los últimos vasos deseando acabar lo antes posible, cuando de pronto observo como un imponente Harry bajaba las escaleras con su traje perfectamente colocado y su pelo bien peinado. La mancha de sangre que habitaba en su camisa había desaparecido, seguramente se habría cambiado. El castaño se sentía apenado, comparándose con el mismo que estaba agotado, manchado de alguna sustancia alcohólica y bastante poco higienizado.

Sus compañeros dejaron lo que estaban haciendo para saludar al rizado, como si de la reina de Inglaterra se tratase, por lo que Louis les imito. Aunque a Harry parecía no importarle, él se dirigía con paso decidido hacia el oji azul, evitando al resto. Su padre también bajo las escaleras.

- Buenas noches, señor Styles -saludaron todos al unísono

Harry llego hasta el lado de Louis y se colocó silenciosamente junto a el mientras esperaba escuchar las palabras de su padre.

- Buenas noches, chicos, dejadme daros la enhorabuena por la noche de hoy. Hacía tiempo que no había tanta gente -los trabajadores sonrieron orgullosos- Ahora id a casa y descansar, mañana se espera también mucha gente

Los jóvenes siguieron limpiando cuando Desmond se marchó de la sala, aunque les había dicho que se fuesen a descansar, aún quedaba mucho por limpiar y recoger. Louis se mantuvo fregando los vasos y barriendo el suelo cuando el guardaespaldas de Harry hablo tras él.

- Señor Styles, ¿Le llevamos a casa?

- No, id, tranquilos chicos -los guardaespaldas sonrieron- Voy a esperar y llevaré a Louis a casa

Louis se giró abruptamente hacia el rizado. Los guardaespaldas, o, mejor dicho, los armarios empotrados, se marcharon dejándoles solos.

- Ve a casa Harry, aquí queda mucho por recoger. No quiero retrasarte

- No voy a dejarte ir solo. Vamos, te ayudaré

El rizado se recogió las mangas de su perfecto traje y se echó el pelo hacia atrás para descubrir su frente. Cogió uno de los estropajos de sobra, lo empapo de lavavajillas y procedió a limpiar. A Louis le dio pena ver como su perfecta silueta ahora estaba haciendo junto a el un trabajo que no le correspondía. Él, como hijo del jefe, debía estar bien vestido, aparentando seguridad y firmeza. No limpiando los vasos sucios junto a un camarero.

Sacudió su cabeza, lo que menos podía hacer era quedarse pensando en la nada mientras su jefe hacia su trabajo. Terminaron bastante rápido, antes que el resto. Todos le miraban recelosos, pero sabían cómo era Louis con su trabajo y a decir verdad les alegraba que por una vez él fuese el primero en irse.

- Buenas noches, chicos -dijo apenado

- Pásatelo bien esta noche -dijo un compañero guiñándole el ojo

Louis se murió de la vergüenza. Harry acababa de escuchar aquello y no lo había podido evitar. Todos, incluido el rizado, rieron sin darle demasiada importancia. Cuando salieron, un gran Porsche Cayenne en color negro mate les aguardaba en la entrada de la discoteca. El oji azul abrió estrepitosamente los ojos, aquel coche debía costar una fortuna. Harry abrió la puerta del copiloto dejándole entrar al más bajo, pero Louis se miró a sí mismo.

- ¿Qué ocurre? -preguntó el rizado

- Tu coche es tan... Y yo estoy tan... -se quedó sin palabras- No quiero machártelo

- No digas tonterías, sube anda

Aun sintiéndose mal, Louis subió y de pronto Christopher llego a su cabeza. Seguramente él se habría vuelto furioso si Louis se hubiera subido en su perfecto coche con esas pintas. Harry se montó junto a él en el asiento del piloto. Después de darle su dirección, puso rumbo a su domicilio que, a decir verdad, paraba bastante lejos de la discoteca.

El trayecto fue tranquilo, la música suave de la radio sonaba baja por todo el vehículo. Harry conducía tranquilo, con una mano apoyada en el volante y la otra en su pierna. Tranquilo, inmerso en la melodía de la canción que sonaba, mordisqueándose el labio inferior. Louis no pudo evitar sonreír al mirarle, lo cual se percató el rizado mirándole también.

- ¿Por qué sonríes? -dijo sonriéndole de vuelta Harry

- El otro día me parecías un cretino -Harry sonrió más

- ¿Ahora te lo parezco?

- No -sonrió tímido el castaño- Pero no tiene nada que ver con que me estés llevando a casa, ni con que me hayas salvado del tóxico de mi ex... que va-dijo irónico

- Ósea que mañana volveré a parecerte un cretino, ¿eh?

- Todo depende de ti Styles

Ambos rieron. Gracias a que estaban parados en un semáforo porque sus miradas se habían vuelto a unir y parecía una conexión tan especial. Louis dejó de sonreír y corto la conexión de sus miradas, pero Harry se mantenía en la misma posición. El semáforo se puso en verde y Harry no arrancaba. El castaño le miro de reojo y parecía hipnotizado mirándole.

- Harry -sonrió avergonzado- El semáforo

El rizado sacudió su cabeza y acelero rápidamente. Se estaba sintiendo demasiado tonto en ese momento, se había quedado embobado mirándole.

A los pocos minutos llegaron al domicilio del oji azul. Ambos se bajaron del coche y se aproximaron a la entrada de la gran casa del más bajo.

- ¡Vaya! Tu casa es grande -alago el rizado

- Si, bueno, no es el Ritz, pero no está mal

- Si quieres que entre solo tienes que pedírmelo -dijo en tono de broma

Ambos estallaron en una carcajada. A Louis le parecía tierno su comportamiento, pero en verdad, Harry estaba deseando que le dijera sí.

- Para dejarte entrar tendrás que hacer algo más que traerme a casa

- Eso tendrías que habérmelo dicho antes, podría haber aprovechado esta noche -Louis sonrió

- Gracias por traerme, de verdad

- Siempre que lo necesites

Louis se colocó de puntillas para poder acercar su boca a la mejilla del rizado. Cuando este sintió los labios fríos del más bajo sobre su mejilla, cerro los ojos mordiéndose el labio. Deseaba sostenerle de la cintura y tenerlo pegado a él siempre. El castaño se separó lentamente sonriéndole para después entrar en su casa. Harry se quedó unos minutos más en la puerta del domicilio, no sabía a qué estaba esperando, pero no quería marcharse. Observó como una ventana se iluminaba y aquello le había dado a entender que se trataba del dormitorio del oji azul. Ingresó rápidamente en su coche, le daría vergüenza si por casualidad el castaño se asomaba y le encontrase ahí parado.

Pero a Louis no le hizo falta mirar por la ventana. Cuando entro en su habitación, a través de las cortinas y gracias a la luz de la farola de la calle, pudo observar como el rizado se mantenía estático en medio de la acera.

HEAVEN // LARRY STYLINSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora