incidente en el pasillo 3

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«¿Qué hacía ahí?»

Remus había estado recorriendo los pasillos con curiosidad hasta que llegó a la sección de vibradores, su sorpresa fue verla con las majillas rojas y uno de esos juguetes en su mano, lo sostenía fuertemente cuando casi chocan.

—¿Qué...? no, eh... yo no, no es lo que parece —tartamudeo, la boca de Remus se cerro rápidamente porque en cualquier momento empezaría a gemir.

«¡Oh, maldita mierda! Ella necesitaba uno de esos penes de goma para darse placer. La jovencita estaba excitada y eso me estaba volviendo un maníaco.»

Estaba seguro que nunca había sentido tanta hambre sexual como en este momento, su vista se nubló y solo estaba Aurora visible; su postura avergonzada, mejillas rojas, ojos deseosos y sus manos estrujaban el juguete con nerviosismo.

«Oh, tierna Aurora. Acabaste de despertar a la bestia más pervertida que puedo haber existido en un siglo.»

—¿No es lo que parece? —preguntó Remus levantando una de sus cejas— Te encuentro en el pasillo de vibradores con uno en la mano... ¿Y no es lo que parece?

—Si, bueno...

Obstruyo las palabras con la palma de su mano— Déjalo, ambos estamos acá por algo... similar, supongo.

Con el pulso rebotando, bajo su mano y se deleitó con sus labios mojados y rojizos que tanto quiso probar. De una manera poco sana incluso.

Sus ojos instintivamente se fijaron en toda ella, su postura, sus rasgos finos y tiernos, sonrió con ternura al principio haciendo que ella le devolviera ese pequeño gesto, sus ojos no tenían autocontrol propio.

Su remera era corta y escotada, un gruñido aguardó en su garganta con necesidad de salir. Sin embargo, lo obligó a permanecer y se acercó hasta que sus labios se unieron.

Besándose con pasión y ansías, como si ya se hubieran probado y extrañado de tal manera que los llevaba a la locura, pero su único medicamento eran los labios del otro.

Remus levantó su mano acariciando su mejilla, la sintió soltarse y dejarse llevar.

Con movimientos bruscos, la hizo empezar a caminar de espalda, hasta quedar pegada a uno de los estantes, el sacudón que hizo este ni los inmutó.

Sumergidos en sus cuerpos pegados, empezando a friccionarse placenteramente.

—Disculpen —una voz femenina los hizo cortar el beso, pero sin separar sus cuerpos— Esto es una tienda donde vendemos juguetes sexuales, no un motel. Por favor les voy a tener que pedir que se retiren —agregó una vendedora, parecía que este suceso era algo usual por su voz saliendo con cansancio y sus palabras como si las repitiera todo el tiempo.

Volvieron a mirarse, los ojos de ella eran tímidos y él la miro con seguridad, con la seguridad de que volvería a probar su boca aunque eso le costara el alma.

Ambos se separaron lentamente, él dio el primer paso y empezó alejarse, pero ella se detuvo a devolver el juguete juntó con una sincera disculpa.

Cerró la puerta del local y al girarse se encontró con la figura de Remus demandante y alta. — Estuvo mal que sucediera eso.

La culpa es su enemiga hace bastante tiempo, tubo bastante trato con ella y le hubiera gustado no ser tan empática como lo es ahora.

—Nada está mal cuando se trata de ti —le respondió Remus con sinceridad. Definitivamente se sentía diferente, no sabía que lo cambiaba tan repentinamente, en realidad si lo sabía muy bien: ella. Pero lo confundía que tuviera ese efecto tan rápido, sus palabras eran su aliado y a ella le parecía gustar cuando salían de sus labios sonando tan graves y dominantes.

—¿Quieres venir a desayunar algo? —le preguntó él con intenciones de conversar, porque además de estar sumamente caliente por la chica frente a él, quería conocerla y saber sobre Aurora.

—Me vendría bien, no tuve tiempo para hacerlo.

—¿Qué? —ya habían empezado a caminar uno junto al otro— Sabes que el desayuno es importante para empezar el día, ¿no?

Negó con la cabeza y agachó esta misma, la observó con curiosidad, grabando en su cabeza su rostro por si alguna vez se le olvidaba.

Caminaron juntos en silencio cómodamente, no era como si tuvieran que pensar en un tema detenidamente y decirlo, no sentían que eso fuera necesario.

—Yo... olvidé ordenar —murmuró mientras Aurora lo veía recoger unas cosas del suelo con rapidez.

La casa estaba cubierta con colores tranquilos sin mucho que resaltar, marrones en diferentes tonos y uno que otro crema.

La entrada conducía a un pasillo, llegando al fondo observó la curiosa cocina naranja apagada. De una manera u otra el lugar no carecía de alegría, habían juguetes por la mesada y dibujos pegados en partes determinadas.

—Perdón, Teddy aún está aprendiendo eso de ser ordenado —rio levemente acercándose a ella. — ¿Quieres un té, un café, tengo también leche o podría ser un chocolate caliente?

Dibujó una sonrisa en su rostro y optó por el chocolate caliente, le gustaba el olor a la bebida porque le recordaba a Hogwarts y su primer año ahí.

—Tienes muchos libros —observó frente a una estantería particularmente más alto que ella y repleto de libros que no reconocía— ¿Leíste todo esto?

—Si, aún que para ti sea mucho, es una pequeña parte de una gran lista que tengo.

—Definitivamente eres un amante de la lectura.

Remus revolvió el chocolate caliente mirando un punto fijo, "amante de la lectura", esa era una manera de describir todo lo aquello que sentía por esos viejos libros.

eat me; remus lupin (✔︎)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora