Teddy

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Aurora Brown

Su cuerpo me alejó, solo un poco— Siento mucho destruir este hermoso momento, cielo. Pero tengo que buscar a Teddy, su salida es en unos minutos.

Sus palabras estrujaron mi corazón, no quería, ni me sentía lo suficientemente fuerte como para alejar su aroma de mi o de tenerlo fuera de mis ojos. Pero entendía, su prioridad es su hijo, así que asentí con la cabeza y empecé a levantarme de su regazo.

—Si-si quieres puedes venir. Luego podríamos almorzar... los tres juntos.

Sonreí con ilusión— ¿En serio?

—Por supuesto.

No sabía dónde almacenar tanta felicidad, definitivamente pintaría algo luego, pero me hizo muy bien el que me invitara, hacía demasiado tiempo que comía sola... y a veces es tan deprimente. Sentí como que me faltaba algo, algunos días me afectaba más de lo debido y terminaba comiendo pastas saladas por mis lágrimas.

Salimos de su casa y sujeté su mano, necesitaba tanto ese pequeño contacto físico que me era irreal tenerlo en este momento, pero fue reconfortante sentirlo.

—En serio, vine aquí porque tú lo habías nombrado en clase —reí y miré su perfil con cicatrices irregulares, es lo que le da belleza a su rostro.

—No puedo creer que lo recordaras, yo ni siquiera recuerdo haberlo nombrado en una de mis clases en Hogwarts.

—¡Oh, dios! Lamentó decirle, Lupin, que su mal de Alzheimer está empezando a surgir.

—¡Ey!, no me hable así jovencita —frunció su ceño y lo vi sonreír de lado, pero luego lo ocultó intentando parecer serio.

El sol se escondió detrás de una nube y por las calles no rondaba mucha gente, algunos los había visto antes ya que al ser un lugar pequeño la mayoría se conocen entre sí.

Nos detuvimos uno alado del otro algo alejados de la entrada. — ¿Por qué decidiste inscribir aquí a Teddy?

—La verdad es que habíamos pasado muchas veces por esta zona y llamó mucho su atención el mural, por supuesto los niños salir y entrar también. Él estuvo... —su ceño se frunció levemente pensando— Casi una semana insistiendo en que quería entrar.

—Es un niño muy inteligente —bajé la cabeza y observé mis zapatos, sentí una extraña melancolía.

—¿Nunca pensaste en tener hijos?

Su pregunta me paralizó, era como si el tiempo se detuviera.

—Oh... eh.

—No estas obligada a responder, solo fue una pregunta que surgió en mi cabeza.

—Está bien —lo tranquilicé y levanté mi vista, los padres empezaban a rodear la entrada esperando algo impacientes. — Nunca me lo había planteado, creo que porque nunca tuve una pareja —murmuré avergonzada— Pero supongo que sería lindo que un bebé creciera en mí, claro, entiendo que conlleva mucha responsabilidad y no es algo que se toma a la ligera, pero estaría bien en un futuro.

Al escuchar la gran puerta empezar a abrirse mis ojos fueron atrapados por los suyos, me perdí en su parpadeo pausado, mi cuerpo se derritió y observe su voluminoso cuerpo.

Un suave carraspeo sonó desviando mi atención, a un lado de nosotros el pequeño de cabello azul esperaba con su mochila y una hoja en su mano.

—Hola, Aurora —saludó sonriendo y saltó al lado de Remus, él estaba paralizado con su boca levemente abierta— Cárgame, papá —pidió con un puchero en su tierno rostro.

Ya había soltado mi mano, cargando así fácilmente a su hijo, me quedé a un lado mientras Teddy hablaba de todo lo que había hecho en el jardín.

—Pinté esto —dijo mientras levantaba su dibujo para que incluso yo pudiera verlo— Es la luna, este es un niño y el río. —explicó volviendo a sonreír.

—Se ve muy hermoso —dije con la voz un poco tímida, no estaba segura si le importaba mi opinión pero no pude evitar sentirme extraña, por querer expresar eso.

—La señorita Brown, tiene razón, se ve muy bello Teddy ¿Ya sabes dónde vas a pegarlo?

—Creo que en el estante de la cocina.

Caminamos y el pequeño de cabello destellante no paro de hablar ni para respirar, no me molestó porque no fue forzado, era obvio que lo que pensaba lo decía sin muchas vueltas.

—¿Te vas a quedar a comer? —me preguntó una vez que Remus tubo que bajarlo para abrir la puerta.

Abrí y cerré mi boca, sin saber que decir y levanté mi vista a el hombre de aspecto cansado pero dominante, sus ojos me miraron casi pidiéndome que me quedara por lo que no me dejaban dar una respuesta negativa, y acepté.

Ted pareció muy emocionado de tenerme ahí. Mientras Remus cocinaba algo, el niño me había guiado por su casa y mostrado cada dibujo que había hecho, todos estaban pegados por las paredes y parecía una especie de muestra de arte, con un pequeño guía.

Una ensalada, puré y carne. Después de estar comiendo chatarra por un semana esto era un manjar.

Me alegró el que Teddy fuera alguien tan... charlatán, no podía aburrirme mientras acusaba a Remus por haberle dicho que hoy almorzarían helado. Fue entre risas de mi parte, mi estómago dolió por intentar aguantar la risa.

Ayudé a Remus a lavar lo usado, mientras tanto había mandado a Teddy a ordenar su cuarto.

—Gracias por eso —murmuré sintiéndome genuinamente feliz.

—No es nada, a Teddy le gustó tenerte aquí —me pasó un vaso mojado para que lo secara.

Cuando terminamos ya era eso de las tres de la tarde, y no pude evitar sentirme cansada, el sociabilizar no era algo de mi rutina.

—Agradezco todo, pero ya tengo que irme, trabajo que hacer y eso —reí torpemente mientras me sacudía los pantalones limpios, ansiedad.

—Me gustaría poderte retener un poco más —murmuro, sus ojos se oscurecieron como cuando las nubes tapan el sol. — Pero si tienes trabajo que hacer no te molestaré.

No sabría cómo explicar la hermosa, tímida y gélida sonrisa que me brindó; solo la comisura de su labio se levantó, parecía hasta involuntaria pero verdadera, sentí... como si una pequeña grieta en mi corazón se reforzara, la arreglara con un sentimiento reconfortante y lograba ser algo mágico, un obliviate diferente.

Me había quedado en un trance porque solo quería quedarme pero tenía unos asuntos que arreglar para mañana y no podían ser pospuesto. En un pestañeo ya estaba de vuelta en mi edificio, sujetando mi mejilla con tanto anhelo por más.

eat me; remus lupin (✔︎)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora