eat me; remus lupin (✔︎)

¡esta de vuelta!

Aurora Brown

El sol permanecía oculto tras las nubes el día lunes, mientras que ayer estaba soleado y no hacia tanto calor, por lo que pensé que era un día hermoso si volvía Remus. Mis sentimientos se encontraban en la cúspide de mi ser. Por mi mente había pasado mil veces la visión de él entrando por la puerta, abriéndose paso por la calle, o incluso hoy, esquivando a los padres y madres que dejaban a sus hijas o hijos. Pero nada de eso pasó. Me preocupé, no estaba segura si era normal que desapareciera por tantos días, al menos para mí fue como si se hubiera ausentado una eternidad. Incluso Ted había notado mi preocupación vibrante, me hacía temblar un poco. El pequeño me aseguró que su padre volvería, usó las palabras “quienes más quiere” no solo para referirse a él, sino también a mí. Encontré consuelo en sus palabras, podia desbordar alegría intensa, y también calma.

Después de llevarlo a la escuela, regresé caminando presurosa, emocionada por estar en la mesa de la cocina con mi libreta. Cegada por no perder la inspiración, me apresuro entrando y levantando mi libreta de la mesa de luz junto a la cama. Camino de nuevo por el pasillo directo a la cocina. Después de una hora, estoy intentando trazar líneas firmes y otras irregulares para el rostro que más adoro ver, el cual querría que apareciera ahora frente a mí, deseaba tanto a Rem en este instante, necesitaba de él, no habia tenido alivio hacía cuatro días, y era desesperante teniendo en cuenta el apetito insatisfecho de este hombre.

Estaba intentando hacer su barba con suaves vellos, no eran demasiado grandes, no debían pasar los dos centímetros. Mi mente divagó a un pensamiento recurrente, uno que ya había tenido, uno que hasta había hablado con Rem, pero no me había atrevido a imaginar, hasta la noche de ayer, estaba recostada con una de sus camisas, no podía dormirme, y pensé en que las noches en vela eran las peores, la oscuridad te jugaba una mala pasada constantemente, veía formas irreconocibles alrededor. Me detuve a pensar que no era pequeña para temerle a la oscuridad, había visto cosas peores de las que una simple sombra reflejada por la luna podía hacer.

Si quieres ser madre, no deberías temerle. Una suave voz me susurró al oído, pero solo estaba dentro de mi cabeza, y era mi voz. Retumbó por mis pensamientos, aplacando a los demás.

Claro, debía de proporcionarle seguridad, eso es lo primero. Me plantee por horas si quisiera ser madre en algún momento, todo conllevaba tanta responsabilidad que me dio miedo, miedo de no poder o no ser suficiente. Me sentí insegura, de yo siendo responsable de alguien más. Remus pudo alrededor de diez años con Teddy solo, supuse que en algún que otro momento necesitó de alguien, pero él habia criado a su hijo, en mis ojos, era una figura ejemplar.

¿A Remus le gustaría tener otro bebé? ¿Me enseñaría a cuidarlo tan bien como lo hace con Ted?

Pensé que sería lindo, por un momento me permití soñar despierta, imaginarme eso. Una familia con Remus, con un Teddy mayor y un bebé en mis brazos. Mi bebé.

Un parte de mi se negó rotundamente, pero la otra no, estaba tranquila ante esa imagen, momentos después noté que pequeñas gotas habían bajado por mis ojos, y tan rápido como me secaba las mejillas la puerta de la entrada se abrió, provocando un ruido brusco, me levanté de mi asiento después de que oyera que la cerraban, la figura de un Remus desaliñado apareció en el marco de la puerta, quitándome el aire.

Remus, no parecía él, tenía un poco más de barba, seguro ahora pasaría los dos centímetros, tenía el cabello de mechones castaños y blanquecinos revuelto, en su rostro lucia las mismas cicatrices con las que se había ido, llevaba sus pantalones, pero estaban rotos y llegaban a sus rodillas, sin camisa, mostrándome su pecho con vello, cicatrices viejas y un poco de suciedad. Mi cuerpo sintió el aura que traía, parecía enojado, con su ceño fruncido, la boca que parecía reflejar un gruñido a punto de resonar, y sus ojos amenazantes.