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Remus Lupin

Sale a las una de la tarde. Son las una y cincuenta. El trayecto del museo a mi casa es alrededor de veinte minutos.

Entonces ¿Por qué no está aquí?

Teddy estaba jugando en el patio, la casa era bastante amplia para que el pudiera divertirse donde quisiera, y lo suficiente para solo nosotros dos...

Me sequé el sudor del rostro y volví al baño para refrescarme, sentí como las cicatrices me latían y cuando vi mi reflejo en el espejo mis ojos brillaron amarillos, apreté la mandíbula odiándolo.

Odiando a el hombre que me transformó.

Odiando el monstruo dentro de mi.

Odiándome por no tener el control.

La luna llena estaba tan cerca que ni siquiera lo había notado, porque Aurora hacía que olvidara todo, como si ya estuviera en paz. Me otorgaba tranquilidad al igual que mi hijo.

Me miré fijo a los ojos cuando lo amenacé— Escucha mierda de lobo, compórtate, porque eres un visitante en mi cuerpo, nos haces daño a los dos y vamos a terminar muriendo a este paso... —inspiré aire, pero no lograba calmarme.

Estaba seguro de que el lobo no me entendía, que era como un gran cachorro con ansias de saciar su furia.

Los golpes de la puerta me hicieron respirar con más irregularidad, todo mi cuerpo se tensó, con miedo.

Hasta que Teddy pasó corriendo por el pasillo junto al baño, tenía las manos hacia arriba y daba saltos como si bailara ballet— Llegó Aurora —gritó cuando estuvo frente a la puerta.

Asomé la cabeza desde donde estaba y lo vi abrir la puerta dejando entrar los únicos rayos de sol a la casa. Aurora estaba ahí parada, con las manos unidas hacia adelante, tenía el cabello atado en una cola y vestía unos vaqueros azules que combinaban con su blusa rosa crema de tirantes.

Con el sol dándole en la espalda hacía que su frente se viera algo oscurecido, pero sé cada detalle como si me hubiera pasado toda una vida memorizándola, su figura hacía que hasta el lobo se volviera un poco loco.

Sonreí cuando Teddy la abrazó de la cintura.

El rostro de Aurora parecía enrojecido. La observé sonreír también, y como si sintiera mi mirada levantó sus ojos de mi hijo y se detuvo en mí.

Inspiré. Desde mi lugar podía olerla, porque mis sentidos se intensificaban con la luna llena cerca.

Olerla hizo que recuperará el control de mi cuerpo, dejé la toalla y caminé hasta ellos.

—Aurora, tengo unos dibujos que mostrarte —dijo Ted con mucha emoción, me quedé pasmado mirando su pequeña mano con la de ella entrelazadas, se veía tan bello.

—Hijo —tragué saliva, mi tono salió más duro de lo que planeaba— Ve a jugar un rato afuera, necesito hablar con Aurora —suavicé mientras le daba la señal con los ojos.

Él sonrió ampliamente, mostrando sus dientes, y las puntas de sus pelos empezaron a cambiar de color, a un amarillo igual que el sol.

—Está bien. Aurora, hablamos luego —asintió con la cabeza y se fue saltando. Ese niño tenía tanta energía que ni siquiera lo podía creer.

Fruncí levemente el ceño mientras me giraba a verla, tenía las mejillas enrojecidas al igual que la punta de su nariz, y sus ojos también estaban algo rojos e hinchados.

—¿Estuviste llorando? —pregunté y di unos pasos hacia adelante para que no estuviéramos tan distanciados, levanté su rostro con mi mano y sus ojos estuvieron en mi.

eat me; remus lupin (✔︎)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora