Karaoke

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C A P Í T U L O 22🥀

He dejado a Daemon en la cama, son las ocho de la mañana, la verdad es que no tenía ganas de quedarme en la cama y desperdiciar este hermoso día. El sol ilumina toda la cocina y parte de la sala, me he quedado con una playera de Daemon y mis tangas de encaje, tengo un moño revuelto con varios flequillos pegados hacia mi frente.

Enciendo mi reproductor MP3 y lo primero que se reproduce es "That boy is mine". Mi canción favorita, espero a que empiece para tomar la espátula con la que pienso preparar la crema para mis waffles y cantar. Muevo mis caderas de un lado a otro con suavidad, mientras comienzo a cantar a todo pulmón.  

You need to give it up Had about enough It's not hard to see The boy is mine I'm sorry that you Seem to be confused He belongs to me The boy is mine. Camino por toda la cocina con los ojos cerrados mientras canto y disfruto de esta joya de canción.  

Me detengo de repente al ver a Daemon recostado de la escalera observándome, su cara pinta pura diversión, él solo tiene puesto un bóxer, luego todo su torso está descubierto al igual que sus piernas las cuales se encuentran forradas de tinta. Se acerca a mí y me toma por detrás, sus manos se mantienen fijas en mi cintura, me quedo en espera de una reacción de su parte, sus labios se sitúan detrás de oído.

— Think it's time we got this straight Sit and talk face to face There is no way you could mistake Him for your man, are you insane?— continua la canción, me sorprende ver que conoce la canción, mejor dicho, la conoce.

La canción se termina y ambos nos quedamos en la misma posición, comienzo a sentir que con Daemon no tendré aburrimiento, será todo lo contrario. Me compongo y vuelvo a acercarme a la mezcla de los waffles, Daemon sigue mis pasos y se coloca a mi lado, me quita la espátula, me quedo observando que piensa hacer con ella.

— Toma asiento, yo prepararé el desayuno el día de hoy.— demanda con la espátula en la mano, lo observo con una sonrisa en el rostro, es hermoso ese detalle, pero yo quiero cocinar para ambos.

— Porque mejor no haces eso tú y me dejas continuar con lo que estaba haciendo anteriormente.— intento quitarle la espátula, pero alza la mano impidiendo que logre tocarla, es más alto que yo, me resulta difícil tomarla.

Resoplo con pesadez al ver que es inútil obtener cierto utensilio.

— Si mal no recuerdo lo que estabas haciendo anteriormente era cantar a todo pulmón y mover tus caderas en medio de la cocina.— suelto una carcajada por la manera en que me lo dice.— hablo en serio, quiero cocinar para ti, ahora me toca hacerlo a mí.— asiento dándome por vencida y tomo asiento en el desayunador.

— Espero que no dejes quemar la mezcla.— rueda los ojos por mi comentario.

— Soy el mejor chef del mundo, no solo tú tienes buenos encantos en la cocina linda.— guiña un ojo mientras vierte mantequilla en la sartén de teflón.

Resoplo pasando por detrás de mi oreja un mechón de cabello, observo su ancha espalda, la cual es adornada por numerosos tatuajes, el que más llama mi atención es la enorme calavera que se encuentra en el centro de su espalda, sus músculos se contraen con cada movimiento que realiza, cada parte de su cuerpo queda perfecta en él.

— Sécate la baba, tu boca quedará seca, por tanto, verme.— ríe, ruedo los ojos imitando su risa.

— Muy gracioso no.— continuo viendo su espalda.— me gustan tus tatuajes, eso es todo.

— ¿Ya pensaste cuando te tatuaras?— se voltea con la sartén mano mientras voltea el waffle.

— Todavía no tengo nada en mente, pero puedes darme alguna idea.

— Puedes tatuar una fecha que haya sido importante para ti, el nombre de un ser querido o un símbolo que represente algo en tu vida. — deja la sartén en la estufa y se acerca a mí con dos vasos en mano y una jarra con jugo.

— He pensado en tatuarme la fecha en que Chad murió, también  tatuarme un rayo y una bandera de carreras.— tomo el vaso y lo ayudo a servir jugo.

— ¿Qué significa el rayo?— me deja sirviendo jugo en los vasos y se devuelve por dos platos.

— Pronto te llevaré a que conozcas a rayo, es lo único que me queda de mi hermano, es muy importante para mí, eres la única persona que sabe sobre eso y a la única que pienso mostrarle por ahora.— doy un sorbo a mi vaso de jugo.

— Me hace feliz saber que confías en mí.— sirve waffles en mi plato y luego hace lo mismo en  el suyo, coloca a un lado de nuestros desayunos un plato de frutas y mermelada.

Corto un pedazo y lo llevo a mi boca, disfruto del delicioso sabor de la mantequilla mezclado con la masa, tomo un pedazo de sandía y lo llevo a mi boca por igual. Cierro los ojos y me dejo llevar por la explosión de sabores que en estos momentos revientan mi boca.

— ¿Puedo hacerte una pregunta?— dejo el tenedor a un lado del plato y me volteo a verlo en espera de su respuesta.

— Adelante.— limpia la comisura de sus labios y da un sorbo a su jugo.

— ¿Por qué vendes drogas?— mis ojos buscan una respuesta en los suyos.

Suelta un suspiro y pasa la mano por su cabeza peinando su cabello hacia atrás.

— Es complicado, ni justifico tal acción, pero cuando fui expulsado de la academia cambié por completo, mi padre quería que dejara mi vida y me volviera su marioneta, me junte con malas personas y eso fue ayudando a que me entrara en el mundo de las drogas.

— ¿Llegaste a consumirla alguna vez?— pregunto.

— No, lo único que consumía era marihuana, después de un tiempo la dejé; sin embargo, me quedé vendiendo esa porquería, no sé si llegue a dejar de vender, mientras tanto no lo hago tan seguido.— lleva comida a su boca restándole importancia a su respuesta.

— Te entiendo.

— ¿Y tú por qué corres en carreras ilegales?— se voltea a verme.

Dejo mi vaso vació al lado de mi plato y seco mis manos con la servilleta.

— Es algo que hacía con Chad desde que tenía quince, después que murió me resultó difícil dejar de ir.— me encojo de hombros.

— Es peligroso, Isla, deberías dejar de hacerlo.

— Ahora después de graduarme estudiaré automotriz y pondré mi propio taller, parte del dinero que gano en las carreras lo guardo para eso.— me levanto y tomo los platos sucios y los dejo en el lavabo.

— Yo puedo ayudarte con el dinero si ese es el problema.

— El problema no es el dinero, pero quiero ganarlo yo, eso me dará satisfacción saber que tengo algo propio.— sonrío.

— Como digas, no te insistiré más sobre eso, cualquier cosa mi oferta seguirá en pie, pase lo que pase.— asiento.

— Ve a ducharte, lavaré estos platos para que luego vayamos con los chicos.— se acerca y deja un casto beso en mi cuello provocando que mi piel se erice.

— No sabes lo duro que me la pone saber que provoco esa sensación en ti.— se aleja, dejándome, perpleja en mi lugar.

Me compongo de nuevo y comienzo a lavar los platos, termino dejo la cocina organizada y subo hacia la habitación a darme un baño.

Separados (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora