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Isabela Madrigal, una adolescente de quince años de edad caminaba por Casita con melancolía, estaba desanimada, no quería mantener su sonrisa perfecta de siempre, no quería tener siempre su cabello peinado perfectamente, quería ser ella.

Con frustración, entró a su habitación bruscamente, dando pisotones a las flores que abundaban en aquel lugar, ella quería tener su vestido colorido como el de su hermana Mirabel, su habitación con tonos vivos como la de Camilo, quería salirse de su rol de perfección por un día que sea.

Se sentó de piernas cruzadas en los montones de rosas y sopló un mechón de cabello que se cruzó en su frente, una lágrima se asomó por sus ojos avellana oscuro. No quería seguir siendo perfecta, quería ser imperfecta, quería ser feliz.

Tragó saliva al recordar que ella no podía elegir, ella tenía que ser como la abuela quería, ella tenía que ser perfecta. Si no, defraudaría a su familia, a los pueblerinos...A su abuela...

-Isa, él señor González quiere unas rosas para decorar su barandal - levantó la vista y vió a Alma, la cual estaba afuera de su habitación observandola sin ninguna expresión.

-Y-Ya voy abuela - rápidamente se levantó y se encaminó al pueblo a paso rápido.

-Isabela, recuerda mantener tú sonrisa y no camines tan rápido - pronunció.

-L-Lo siento - la miró con una sonrisa falsa pero creíble, dado que técnicamente vivía con esa sonrisa dibujada.

-No tartamudees, debes parecer madura - espetó - por lo visto, te falta mucho por aprender, a estos puntos ya deberías tener todo claro.

-Lo siento, abuela, no se volverá a repetir - dijo, con una furia que amenazaba en su interior pero la disimulaba muy bien.

-No puedes cometer estos errores enfrente de los pueblerinos, ¿Me entiendes?.

-Sí, Abuela.

-Bien, ahora ve a ayudar al señor González y no lo hagas esperar.

•••

Hubieron puntos en los que Isabela realmente quiso escaparse de Casita, quería irse, quería ser libre, quería empezar desde cero; Donde nada ni nadie le ordenara que decir, como actuar o que hacer.

Cuando Isa tenía 19 años, harta de todas las obligaciones, creó un plan para salir de Encanto, ella salía todas las noches al bosque, a buscar posibles salidas y organizar todo. Encontró una salida cerca de las montañas, ya tenía todo preparado para escapar, pero la culpa de abandonar a su familia la detuvo, causando que cancelara su viaje.

Y es que la jóven tenía que vivir día tras día siendo alguien que no era, se convencía a si misma de que estaría bien, pero cada vez se hacía menos creíble.

Los pueblerinos tenían la expectativa de que la hija mayor de Julieta sea perfecta en todo sentido, cada vez la alababan más y más, diciéndole miles de cumplidos y pidiéndole centenas de cosas.

Nunca había descansos, siempre estaba ayudando al pueblo, al punto de que se le había olvidado que también necesitaba espacio para ella misma.

Imperfect - Isabela Madrigal ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora