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Julieta en su niñez siempre fue la niña de oro. Talvez no fué tan perfecta como Isabela lo era, pero al ser la mayor de los trillizos y tener su don siempre fue la favorita de Alma y de los pueblerinos, teniendo la etiqueta de "señorita perfecta" por parte de sus hermanos.

 Talvez no fué tan perfecta como Isabela lo era, pero al ser la mayor de los trillizos y tener su don siempre fue la favorita de Alma y de los pueblerinos, teniendo la etiqueta de "señorita perfecta" por parte de sus hermanos

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-Ya basta, no soy perfecta - quejaba la jóven Julieta de en ese entonces 15 años.

-Pues eso parece, todos en el pueblo te admiran por ser la más dulce y preciosa - dijo con tono burlesco Pepa.

-Oh Bruno, deja de traernos mala suerte y sé cómo tú hermana Julieta- exclamó el menor de los trillizos, imitando a los del pueblo mientras hacía poses muy exageradas.

-Hey, dejen de molestar a Juli y vayan a ayudar a los pueblerinos - habló Alma dirigiéndose hacia sus hijos - Julieta, corazón, no te dejes influenciar por ellos, ¿Está bien? - susurró ajustando el moño de su hija mayor.

-Sí, mamá - suspiró con pesadez.

•••

-Oh preciosa Isabela, eres taaaan perfecta- se burlaba Camilo recargandose con dramatización en el hombro de su prima.

-¡Camilo, déjame! - exclamó Isa intentando alejarse de su teatral primo.

-¡Sean como Isabela! ¡La preciada Isabela Madrigal! - se transformaba en personas del pueblo mientras hacía dramáticos giros y poses.

Julieta observaba la escena con gracia, recordando esos momentos con sus hermanos. Esbozó una mueca al recordar a Bruno, que había desaparecido ya hace cinco años atrás.

-Oh, la divina y preciosa Isabela Madrigal, bella en todo sentido y talentosa en todo lo que hace - continuaba Camilo, sin intenciones de parar.

-¡Camilo! - lo llamó la atención Pepa caminando hacia él con cara de pocos amigos.

Isabela mostró una sonrisa burlona y Camilo rodó los ojos ante esto, viendo con preocupación a su madre que tenía una nube sobre su cabeza.

-No molestes a tu prima, ¿Me escuchaste? - susurró la pelirroja a regañadientes tirándole de la oreja a su hijo.

-¡Ah! ¡Sí! ¡Entendí! ¡Ah! - exclamaba por la fuerza del agarre de su madre en su oreja.

Isabela rió ante la situación y se fue a su habitación, en eso sintió que alguien tocaba la puerta con suavidad.

-Isa, linda, ¿Puedo pasar? - preguntó una dulce voz desde afuera, en definitiva se trataba de Julieta.

-Sí ma', por supuesto - dijo en un tono alegre.

La adulta entró en la habitación abundante de rosas y cerró la puerta detrás de ella, esbozando una sincera sonrisa.

-Mijita, no te molestó lo que dijo Camilo, ¿Verdad? - preguntó

-No mamá, no te preocupes - rió

-Corazón, yo sé lo que es tener que ser perfecta, yo viví eso, si necesitas desahogarte o decirme algo...yo estaré para tí siempre, ¿Sí? - Julieta se sentó en un sillón hecho de flores, dando palmaditas indicando que Isa se siente también, cosa que esta hizo inmediatamente.

-Gracias mamá...Pero no me molesta ser perfecta, para nada - Isabela se detuvo a ver las flores que Julieta tenía en los bolsillos de su vestido, eran de diferentes colores y tipos.

-Oh - Julieta sonrió al notar lo que su hija observaba - Estas flores son regalos de tú papá, verás, cuando éramos jóvenes y yo tenía que curar a Agustín, él siempre me regalaba una flor a modo de agradecimiento, la cosa es que se lastimaba todo el tiempo - carcajeó.

-Y aún las llevas contigo - añadió la jóven.

-Desde ese entonces las flores son especiales para ambos, tú papá me pidió ser su novia con un ramo de lirios rojos - suspiró con una sonrisa - y luego mi preciosa hija tuvo el don de brotar flores - abrazó a Isa cariñosamente.

-¿Crees que...haya tenido mi don por eso?

-No me cabe duda que hay una conexión - sonrió agradablemente.

Imperfect - Isabela Madrigal ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora