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Habían pasado dos semanas desde esa amarga pesadilla, bueno, no había pasado mucho, cada día se encontraba más a si misma y hacía cosas nuevas que no había hecho antes por su vida perfecta.

Por ejemplo ir a patinar, disfrutó mucho esa entretenida actividad pero sabía con certeza que eso no era algo que le apasionara.

Sus habilidades con la pluma habían mejorado y ahora dibujaba bastante bien, era innegable que mejoraba con cada dibujo que realizaba.

Aunque obviamente, su tacho de basura estaba lleno de hojas de papel arrugadas con dibujos que terminaron con un trazo erróneo o simplemente no le terminaron de gustar a la morena. Tenía miles de errores pero, como dicen, de los errores se aprende.

-Sigo sin poder dibujar correctamente la anatomía humana -quejó Isabela, tomando su dibujo con disconformidad y sentada en el borde de una fuente de cristalinas aguas, apoyaba su mano libre contra su mejilla mientras mechones de cabello volaban con el abrazador viento de Encanto.

Observaba cada detalle de su reciente dibujo, buscando cada simple detalle para criticarla mentalmente y regañarse a si misma por no dibujar perfectamente, entrecerraba sus ojos y apretaba su mandíbula con tal fuerza que hasta sus labios se tornaron de color blanco.

Sin embargo, ella no era consciente de que una chica la miraba tímidamente desde la distancia, reía en sus adentros al verla tan concentrada viendo esa hoja de papel con unos trazos que no alcanzaba a observar bien, pero que sabía que era un dibujo.

Estaba sentada en la misma fuente a unos metros de ella, se inclinaba –con la curiosidad de una niña- para intentar distinguir de que se trataba ese dibujo.

Suspiró con desgano al dar con el hecho de que no podría verlo desde su posición, y solo por querer admirar aquella obra decidió enfrentar un miedo que siempre la detenía a socializar; el miedo a hablar con personas desconocidas.

Mordió su labio y frunció el ceño, no estaba segura si hablarle, bien sabía que Isa era una chica increíblemente agradable, pero igual le causaba piel de gallina la idea de dirigirle la palabra a alguien con quién apenas había cruzado miradas.

No, no podía seguir siendo así, tenía que ser valiente. Tomó un profundo respiro y caminó hacia ella mientras alizaba su falda.

-Ah- hm, hola...Isa... -titubeó con una sonrisa nerviosa, maldiciendose en pensamientos por el incómodo saludo.

-Oh, hola Amanda -le devolvió el saludo con una cálida sonrisa.

-Ahm, ví que estabas...dibujando...podría verlo? Perdona por ser entrometida y...todo eso -habló con nerviosismo.

-Claro, por supuesto -Isabela le enseñó su dibujo- no es el mejor de mis dibujos pero, voy mejorando, eso creo.

La mandíbula de Amanda cayó y sus ojos se abrieron de par en par al presenciar esa obra, sabía que ella debía de dibujar bien, pero no esperaba que tan bien, sonrió y la miró a los ojos.

-Dibujas muy bien, nunca pares de hacerlo -admiró la Vasquez.

-De hecho, ya te dibujé una vez -la de cabello corto se tapó la boca al darse cuenta de lo que acababa de decir.

-¿Qu-...A- a mí? -la observó con extrañeza, como si acabas de decir algo increíblemente raro.

-... Sí, no sabía que pintar y me llamaste la atención, así que decidí pintarte a ti -admitió.

-Yo...¿te llamé la atención?...Me debes estar confundiendo con otra persona, no creo que yo te haya llamado la atención -negó la morena.

-No, no, estoy segura de que eras tú, ¿Por qué te extraña tanto?

La chica bufó y se sentó al lado de ella, mirando sus manos.

-Nunca le llamo la atención a nadie, todos creen que soy muy aburrida, que lo único que hago es leer y leer, por eso nunca he tenido una amistad duradera...

Isabela la miró con desconcierto y lastima, para después sonreír.

-Pues no te preocupes, yo seré tu amiga -Vasquez la miró con brillo en sus ojos.

-¿De verás?

-Yo tampoco tengo amigos, aparte de mi familia, podemos ser amigas -habló- además, yo no creo que seas aburrida. En lo absoluto.

Imperfect - Isabela Madrigal ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora