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Ella caminaba por el pueblo, deslumbrando a los pueblerinos a su paso, movía su larga melena pelinegra y sonreía mientras creaba flores de tonos fríos, las personas aplaudían y quedaban hipnotizadas viendo a Isabela Madrigal, pensando que ella era la perfección en pie, y que nunca iba a cometer ningún error.

Ella caminaba por el pueblo, deslumbrando a los pueblerinos a su paso, movía su larga melena pelinegra y sonreía mientras creaba flores de tonos fríos, las personas aplaudían y quedaban hipnotizadas viendo a Isabela Madrigal, pensando que ella era...

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Los pueblerinos la elogiaban y admiraban, las niñas la tomaban como ejemplo a seguir, mientras ella solo quería vivir algo real.

"Sólo sigue sonriendo"

"Tienes que ser suficiente para Abuela"

"Tienes que enorgullecer a tu familia"

Pensaba Isa.

Pero mientras ella estaba con esa máscara de felicidad, por dentro estaba pidiendo a gritos que la dejen ser feliz.

Estaba agotada, agotada de tener que resguardar sus sentimientos, agotada de ser bonita, la perfecta.

Estaba agotada de ser ella misma, prefería ser alguien libre, con capacidad de hacerle frente a Alma y no influenciarse por ella, pero no podía -o al menos eso pensaba-. Estaba interpretando el papel de su vida, el papel de la perfección.

•••

Isabela siempre tuvo muchos pretendientes, las madres al ver los privilegios que traería tener como familia a los Madrigal insitaban a sus hijos para que inviten a salir a la más perfecta de la familia.

Alma se encargaba ella misma de rechazar sutilmente a esos jóvenes, con suma cautela de no causar una mala impresión, la mayor decía que había que esperar al indicado. Isa no quería ser comprometida con alguien que no amaba, pero en sus palabras; lo haría por la familia.

En una oportunidad, Mariano Guzmán habló con la matriarca para pedirle la mano a Isabela. Alma lo miró a los ojos, viendo en él la figura de su difunto esposo, sin cuestionar ni dudar aceptó y así sin más le informó a la joven que se casaría con el único hijo de los Guzmán.

Una profunda rabia surgió en su interior, Mariano no le agradaba en lo absoluto, para ella era un simple tipo que se peinaba de forma llamativa para atraer a las mujeres, y resulta que ella se casaría y formaría una vida con él.

Isa no podía evitar enojarse con sus padres, por preocuparse más por Mirabel y no tomar cartas en el asunto de que su hija se casaría con un extraño. Sabía que podía cambiar las cosas hablando con ellos, pero no quería defraudar a su abuela, por lo tanto hizo lo de siempre; se mantuvo callada, con esa sonrisa típica en labios.

A los pocos días la noticia corrió por todo el Encanto, todos felicitaban a la 'pareja' y les daban pequeños regalos, Isabela hacía la sonrisa más falsa y grande posible mientras agradecía a regañadientes.

Mientras tanto, cierta joven de cabello rizado y moño rojo lloraba desconsoladamente en su habitación.

Imperfect - Isabela Madrigal ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora