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-¿Y...qué podemos hacer al respecto? -titubeó la pelinegra.

-Me temo que nada, Isa, en algún momento esto parará, supongo.. -murmuró la de hebras marrones, con culpabilidad, llevaba escuchando aquellos gritos y golpes desde hace años, más no podía hacer nada, o al menos estaba aterrada de hacer cualquier movimiento al respecto.

-No podemos dejarla así, debemos hacer algo...¿Tiene más familiares en Encanto?

-Sus abuelos, pero sus padres son tercos como cabras, no la dejarán ir así de fácil. Ella les ayuda en sus asuntos así que es una parte esencial de su negocio. -se mordió el labio inferior, intentando pensar en alguna solución.

-¿Sus abuelos son buenos?

-No lo dudo, ayudaron mucho en la reconstrucción de casita, no puedo decir lo mismo de los padres de Amanda.

-¡Entonces podríamos hacer que sus abuelos la acojan! -exclamó con emoción, sin embargo su prima no parecía estar igual de entusiasmada.

-Por más que me gustaría, no podríamos separarla así de fácil de sus progenitores.

-¿Les conseguimos un ayudante nuevo en el negocio? -propuso.

-¿Quien podría ser? No creo que alguien quisiera trabajar con personas tan detestables...

-Entonces no tienen que ser detestables. -Dolores arqueó una ceja, sin comprender- les apuntamos con una pistola para que dejen de ser malos.

La de cabello rizado la miró en silencio por unos segundos, casi sin poder creer la tontería que estaba proponiendo.

-¿De dónde sacarías una pistola?

-Cierto. Te hablo cuando se me ocurra algo.

La ojimarron se retiró, quejando en sus interiores, ella no era Mirabel, no tenía grandes planes para arreglar las cosas.

Eso era, Mirabel.

Fue en busca de su prima y la encontró en su recamara, leyendo un libro de cocina de Julieta.

-¡Mirabel! Necesito tu ayuda.

-Dime, soy todo oídos. -sonrió la de bucles, bajando su libro y prestándole maxima atención.

-Es Amanda, sus padres son horribles con ella, necesitamos sacarla de ese hogar, ¿Qué podemos hacer?

-¿Sus padres?

-Sí, yo tampoco lo sabía, me acabo de enterar gracias a Dolores, tenemos que hacer algo.

-Hmm....¿Y si les apuntamos con una pistola para que dejen de ser malos?

-Eso pensé yo, pero no tenemos pistolas.

-Demonios. Entonces...Habrá que encargarse de esto. -se levantó de su cama, arreglando la falda de su vestido y encaminandose a la puerta.

-¿Y cómo?

-A la manera Madrigal.





Imperfect - Isabela Madrigal ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora