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Tienda de Madame Malkin, túnicas para todas las ocasiones. 1997.

 Aquella bruja de avanzada edad le tomaba medidas a todas partes de su cuerpo, obviamente ella no se quejaba, era una mujer que sabía cuándo y dónde era conveniente no actuar. En cuanto obtuviera su túnica podría marcharse de ahí y dejar que las empleadas hablaran abiertamente todo lo que quisieran acerca de la venda que rodeaba su antebrazo, en vez de solo mandarse miradas poco discretas entre sí.

 Pero era para su suerte que la tienda estuviera en casi completo silencio, pues su dolor de cabeza no desaparecía desde hace casi un mes y tenía los nervios lo suficientemente de punta como para alzar su varita en contra de cualquier cosa que la molestara en lo más mínimo. Aunque no es como si hubiera esperado otra situación, después de todo también era consciente de que la mayor parte de la población mágica se encontraban tan ansiosos como ella, y de que la prioridad para muchos no tenía nada que ver con prepararse para una gala.

 No había señal de la manada de niños que usualmente vería a estas alturas del año esperando con emoción por sus túnicas escolares de primero, ni de los adolescentes con ceños odiosos esperando por repuestos después de haber pegado su primer estirón. Las calles no estaban repletas de padres advirtiendo a sus hijos que no se alejen demasiado, y mucho menos encontraría a jóvenes haciendo planes para cuando volvieran a la escuela. Ni siquiera había señal de aquellos perdedores que se autoproclamaban "magos tenebrosos" mientras se paraban en la entrada del Callejón Knockturn para asustar a los ilusos e intentar vender sus baratijas a los tontos.

 Era como si la mayoría de personas se hubiera puesto de acuerdo para no tener nada que hacer fuera de la seguridad de sus propias casas, incluso si eso incluía cerrar sus negocios.

 Lumini debía admitir que estaba escéptica antes de llegar, pues podía contar con los dedos las tiendas que seguían abiertas.  Y como había podido comparar desde la última vez que había pasado por el callejón, muy curiosamente para ver cómo le iba a una tienda en específico que para ese entonces ya se encontraba cerrada, más y más lugares se encontraban tapiados mientras más tiempo pasaba.

 Usualmente se cuestionaría porqué Madame Malkin no estaba cerrada, pero ella era la prueba misma de que los magos y brujas que luchaban por seguir siendo llamados "de la alta sociedad" aún pagarían lo que fuera por una nueva túnica para ir a un evento ostentoso, sin importar la cuestionable causa del evento.

 Si a Lumini le hubiesen dicho un par de años atrás que estaría preparándose para participar en una ceremonia en la que vería a una nueva tanda de adolescentes entregar su integridad para convertirse en soldados, tal vez hubiese dicho que no podía esperar a que el momento llegara, luchando la extrañez de la situación con sarcasmo.

 Pero a estas alturas ni sarcasmo le quedaba, solo luchaba la situación haciendo lo que se le pedía hacer. Y mientras lo que se le pidiera fuera solo lanzar un par de crucios, cazar desertores y causar terror a todas partes a las que iba, ¿qué tan difícil podría ser asentir a todo?

 Al menos, mientras formaba parte de la asociación maligna en control, todo el mundo parecía asentir hacia ella también, tal y como lo habían hecho Riley y Theodore cuando les pidió acompañarla al desierto Hogsmeade, tal como lo mismísima Madame Malkin lo había hecho al pedir sus túnicas, tal como sus superiores lo habían hecho cuando les había informado sus planes para el día.

 Fue casi al unísono que sus pensamientos fueron interrumpidos por el golpe de Theodore en la vidriera y que la mujer a cargo le entregaba su pedido completado, devolviéndola a la realidad de que tenía tareas más importantes que atender. Mientras salía del local y se ponía su capucha, se dio cuenta de lo inteligente que había sido al no hacer una cita con la peluquera durante la salida, pues todo se habría arruinado en la persecución en la que se estaba involucrando.

Una más Weasley y te juro... (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora