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Para ese entonces, sus orejas parecían haber cancelado el ruido y todo sonaba como algo lejano. No oía muy bien lo que Theodore decía, o las quejas de Riley, o la respiración agitada de Draco, pero oyó claramente la maldición imperdonable que fue seguida por una serie de vítores.

No fue hasta que logró encerrar a todos en la primera puerta que se permitió respirar. Pero cometió la equivocación de bajar demasiado la guardia, y mientras apoyaba su espalda en la pared en busca de soporte, sintió el increíble empuje que solo un bombarda maxima podía crear.

Sintió una increíble pesadez antes de sentir una inadecuada liviandad, que venía con una necesidad de cerrar los ojos y tirarse al suelo que le era muy difícil evitar. Pero antes de rendirse a descansar, su mirada se dirigió hacia los tres chicos, que casi desesperadamente se encogían tras cualquier cosa que les diera refugio.

Entonces su tarea fue tan obvia que esclareció su mente. Metiendo una mano en su bolso fuertemente aferrado a su pecho, se volteó mientras el cuchillo giraba en sus dedos antes de lanzarlo hacia donde había venido el ataque.

El encantamiento guía fue suficiente para raspar la mejilla del causante.

— Pensé que los mortífagos...

Pensó en girarse a ver como estaban los chicos, pero la cautivó la mirada del niño tras los destrozos en la pared. Longbottom parecía haber abandonado toda idea de ataque mientras alzaba su mano para tocarse la mejilla. El veneno bañado en la daga había sido suficiente para que lo sintiera a los pocos segundos.

— Mantén la calma— tan resignada como estaba, fue rápida en acercarse al chico y posar su mano en la parte trasera de su cuello, para luego aferrarse con fuerza a su mano y usar todas sus fuerzas para que no hubiese ningún estruendo cuando sus piernas fallaran y cayera.— Estás paralizado, durará poco. Espero que entiendas que es algo que tuve que hacer.

Arrastrando el inmóvil y estupefacto cuerpo del chico hasta una esquina escondida del salón en el que estaban, no perdió ni un segundo en poner la daga entre sus duras manos antes de alejarse de allí con el resto.

— Si los estudiantes están atacándonos no sirve de nada esconderse dentro de la escuela.

— ¡¿Qué acaba de pasar?!— la caminata histérica de Riley no hizo nada para calmar los nervios.

— Los estudiantes, los maestros, la orden...— el comentario de Draco hizo que Lumini detuviera el paso, y con ella los tres.

— Theodore, ve a las torres de Gryffindor y Ravenclaw, saca a todos los mortífagos y ponlos en el pasadizo hacia casa. Riley ve abajo por Hufflepuff y Slytherin.

— ¿Y qué hago en el camino? Estoy tan nervioso que si intento curar una cortada terminaré lanzando un cruciatus— si no fuera por el comentario de Riley, ni siquiera se habría dado cuenta de que se sentía igual.

— Asaltemos la enfermería, no sería la primera vez que sus recursos son usados en nombre del nepotismo de mortífagos— la idea de Theodore hubiese sido perfecta si no estuvieran en la otra punta del castillo.

— Draco, tienes que ir a la casa— poniendo sus manos en los hombros del chico, lo sacudió un poco para asegurarse de que lo escuchara.— Quédate ahí o usa los polvos flu para volver a casa. Asegúrense de que todos sepan que tienen esas opciones.

Con un asentimiento, el grupo se separó a toda velocidad.

— ¿En qué plan estás tú?— cuestionó Theodore, notando que se dirigía por donde habían venido.

— A representar al resto de nuevos mortífagos en este desastre antes de que nos acusen de desertores, y luego pasaré por la enfermería.

Como si fuera una explicación lo suficientemente buena para dejarla sola, cada chico hizo su camino sin negar la lógica de los planes.

Una más Weasley y te juro... (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora