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1 de mayo, 1998.

 Lumini se preguntaba cuál era el mal que había causado para merecer tal trato, pero claro que sabía la respuesta.

 Aún así, era difícil imaginar que alguien viera a una persona casi morir haciendo algo solo para obligarla a volver a hacerlo apenas comenzaba a sentirse mejor. Pero si ellos mismos se dirigían de buena gana a su muerte, por supuesto que la arrastrarían al mismo destino.

 La sangre sucia se veía mejor de lo que se vería en su vida habiéndose transformado en Bellatrix, uno nunca creería que un Weasley perdiera su cabello y pecas de esa forma, y aparentemente Fred no había mentido al hablarle sobre una mítica capa de invisibilidad, así que todos estaban listos para hacer la cosa más estúpida que podrían hacer.

 Y Lumini no tenía idea de qué hacían o porqué siquiera, lo que lentamente carcomía su buena voluntad de no doblarse el cuello a sí misma en ese instante.

— ¿Están seguros de que su plan no tiene una increíble falla que causará nuestra inminente muerte?— se imaginaba que en ese preciso momento ninguno querría oír sus quejas y burlas, pero Lumini ansiaba tener algo que la hiciera sentir en control de sí misma.— ¿No se perdieron ningún detalle? ¿No hay algo que deberían hacer para que su plan sea mejor?

— Fue más fácil hacer que Griphook dejara de quejarse...

 Echándole una larga mirada al chico que acaba de burlarse de ella de esa manera, las luces se encendieron en su cabeza y procedió a tomar su brazo como si fuera un premio para luego mostrárselo al resto.

— ¿Qué haría Bellatrix Lestrange paseándose con alguien sin marca?

 Le gustaba mucho tener razón, pero más le gustaba retrasarlos. Consideró una gran pena que la sangre sucia fuera tan inventiva, pues no le tomó más de un minuto agarrar ambos brazos, el de ella para tener de referencia y el del chico para comenzar a copiar la marca con la varita robada.

 No podría decir que estuviera perfecto, pero obviamente nada podría compararse con su dichosa marca que aún permanecía perfecta incluso cuando la piel de encima se había caído.

— ¿Satisfecha?

— Así que eres toda una artista...— sonrió falsamente, asegurándose que fuera bastante notable.— ¿Cómo podría ser creíble si no le causaste dolor?

 Pero sus excusas y tiempo se habían acabado con una simple última mirada de advertencia por parte de Potter, tan severa y desesperada que de alguna manera evitó que continuara escupiendo sus comentarios en el tiempo que les tomó llegar al Callejón Diagon.

— ¿Pero qué le pasó a este lugar?

 Esa era una pregunta bastante justa, pues hasta Lumini se encontraba disgustada por la oscuridad y malas energías que aquél lugar emanaba últimamente.

— No mires con asco las tienda, se supone que amamos las artes oscuras— sugirió Lumini, enderezando su espalda y preparándose para encabezar el grupo, pues se negaba a ser vista escondiéndose tras Bellatrix, incluso si no se tratara de la verdadera.— Sería más creíble que miraras así a los mendigos y les escupieras, son sangres sucias después de todo...

— Intenta ser menos educada, tiene razón, Bellatrix trataría a estas personas como escorias.

 A Lumini le hubiera gustado ver el rostro de la chica ante esa crítica, seguramente la hubiese hecho sonreír, pero alguien que parecía venir a su encuentro hizo que el pánico la invadiera por unos segundos.

— ¿Qué pasa si en este momento grito que son impostores y que además son los indeseables más codiciados de Inglaterra?— cuestionó en un murmuro, asegurándose de no parecer sospechosa bajo aquel hombre que continuaba con la mirada fija en ellos.

Una más Weasley y te juro... (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora