Una más Weasley y te juro... (Fred Weasley)

#3

Estación de Hogsmade. 1989

Lumini se encontraba sola de vuelta, luego de que Riley hubiese tenido un colapso nervioso que lo llevó a buscar a su hermana mayor, y de qué Jovvian se hubiese excusado diciendo que, mientras más rápido pasara, más rápido se terminaría.

La vida le ponía a prueba de vuelta. Estando sola, lo único que le quedaba era conocer más gente, pero no podía solo llegar frente a alguien y empezar a hablarle de la nada, sería extraño. O tal vez no, es decir, es lo que los gemelos habían hecho antes, tal vez, ella también podía emplear ese truco.

Oyó su respiración agitada mientras se acercaba al grupo de niñas más cercano y, relajándose lo suficiente, se aclaró la garganta para llamar su atención.

— ¿Acaso... acaso alguna sabe cómo se eligen las casas?

La sonrisa de Lumini no pudo iluminarse más cuando recibió negativas de las cinco niñas.

Y ella les contó la información que le habían dado, a ese grupo y a muchos más. Lo siguió haciendo aún cuando subían a los botes que los llevarían a Hogwarts.

— ¡¿Eso es un doxy?!

Esa pregunta hizo que todas las pequeñas embarcaciones empezarán a tambalear fuertemente en el agua debido al miedo de todos los nuevos alumnos.

— Sí, lo es, ahí en ese bote.

La primera voz fue apoyado por una segunda que, convenientemente, era la de su hermano, quién señaló uno de los botes en específico.

— Al lado de tu pie, rubia.

Y eso fue lo que terminó de alertar a las pasajeras del bote.

— ¡No se queden parados en los botes!— el semigigante que los conducía hizo su mejor esfuerzo en detenerles.

Pero la rubia nombrada había dado un fuerte paso hacia atrás, provocando que perdiera el equilibrio y que, en un intento de recuperarlo, tomase la manga de la camisa de otra de las niñas. Pero no fué allí donde terminó, pues ninguna de las niñas era lo suficientemente ágil para lograrse estabilizar, así que ambas siguieron su recorrido hasta tocar el agua. Lo peor pasó cuando, en un último intento desesperado, ambas se agarraron de la orilla del bote, logrando que, el ya inestable transporte, se volteara con el resto de sus pasajeros en él.

— Debo haberme equivocado, no hay ningún doxy.

Dentro del agua, Lumini distinguió primero la molesta voz del chico, y luego las risas de los demás. Obviamente primero vinieron las burlas y luego la ayuda.
Cada una de las personas en el agua fue recogida lentamente por una de los otros botes. Lumini se alegró de que Riley hubiese estado cerca, pues fue él quien le ayudó a subir, pero hubiese preferido seguir nadando hasta llegar que ver a los causantes de sus desgracias.

Le alivió un poco el hecho de que Riley se sacara su capa y se la pusiera en los hombros, a manera de acabar un poco con el frío.

— Que caballeroso— alagó la niña, sonriendo ante la señal de amistad.

— Sí... no, espera... eh... gracias o... ¿de nada?— el chico seguía siendo tan tímido como antes.