#4

3.7K 239 159
                                    

Gran Comedor, Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. 1990.

 Apenas el desayuno había comenzado, Jovvian empezó a contar el loco sueño que había tenido, con la completa atención de Riley, quien se reía de todas las ocurrencias que tenía el chico. Lumini no podía darse ese lujo.

Tan solo era la primera semana de vuelta a clases y ella ya estaba atrasada en un informe para su próxima clase. No se decidía si creer en que cada año se volverían más difícil sus tareas, o solo pensar en que las clases de herbología se convertirían en su infierno personal durante todo segundo año. Todos sus compañeros parecían tan encantados con la nueva y emocionante clase, en la que la profesora Sprout te dejaba hablar tan fuerte como quisieras con tu compañero de maceta, mientras enseñaban todo tipo de extravagantes plantas mágicas. Lumini  pensaba que eso era basura.

 Casi que extrañaba estar en su casa.

 Aún con el apuro por terminar su trabajo, Lumini tuvo que detenerse y reprochar sus propios pensamientos. Ella no extrañaba su casa, ni siquiera extrañaba las vacaciones. Por más relajada que pudo haber estado, el aburrimiento y soledad que sintió no era de lo mejor que había pasado.

 A sus padres no les había hecho mucha gracia sus amistades. Y ella sabía completamente que Riley y Jovvian no tenían la culpa por eso, su madre se lo dejó claro con la cara que había puesto cuando le negó haber conseguido amigas que fueran niñas. Sus padres pensaban que una pequeña de su edad necesitaba estar con otras pequeñas de su edad. Lumini pensaba que eso también era basura.

No es como si el hecho de que ellos fueran chicos supusiera algún problema en la manera que tenían de relacionarse. No es como si el pequeño grupo no hablara de las personas que les parecían interesantes, todos sabían del enamoramiento que sentía Riley por aquella morena de sexto año, sobre aquél niño interesante de un curso mayor al de ellos que le interesaba a Lumini, y todos habían notado las miraditas que Jovvian le echaba a la chica de Hufflepuff. Lumini no necesitaba amigas que fueran niñas, y sus compañeras de cuarto no eran de lo más amigables, a decir verdad. Pero, de todas formas, ella tenía a Riley para decirle si su uniforme lucía bien, si tenía algo entre los dientes o si su ropa combinaba; también tenía a Jovvian, que poseía las manos más mágicas de todo Hogwarts en cuanto de peinar se hablaba, de hecho, fue Jovvian quien le ayudó a quitarse la goma de mascar que aquellos gemelos habían lanzado en su cabello como parte de su broma. No sus compañeras, no ninguna niña que conociera, solo Riley y Jovvian. Pero a sus padres eso no les parecía suficiente, por esa razón no permitieron que el grupo pudiera reunirse durante las vacaciones. Lumini juraba que nunca había estado más extrañada de si misma que durante las vacaciones, cuando llegó a extrañar las clases, las tareas, los profesores, a los insoportables Weasley.

 Aquellos malditos gemelos.

  En solo su primer año, los Weasley le habían hecho quedar como una tonta, habían hecho que se cayera de los botes, habían pegado chicle en su cabello, cambiado su varita por un insecto con apariencia de palo de madera, hechizado sus corbatas para que fueran de cualquier color menos el de su casa y puesto fuegos artificiales en su habitación, entre las cosas más interesantes que habían hecho. Lo único que consolaba a Lumini era saber que les había devuelto cada una de esas bromas, aún pese a los reproches de Jovvian pero a veces con la ayuda de Riley, ella había hechizado sus escobas en las clases de vuelo, había hecho desastres en varias de sus pociones, hechizado sus botellas de shampoo para cambiar el color de su cabello, lanzado hechizos trabalenguas en los días de exposiciones orales en clases, hechizado sus libros para que no pudieran abrirse y acusado de bromas que ni siquiera habían hecho, solo para hacer que los profesores les bajaran puntos.

Una más Weasley y te juro... (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora