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Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. 3 de Mayo, 1998.

 Abrir los ojos y sentir una mezcla de confusión y un agudo dolor esparciéndose por su cuerpo le resultó específicamente familiar.

 Hacer un gran esfuerzo para mover su cabeza y quedar mirando el paisaje a su costado se sintió como un dejavú, pero aún esforzándose no recordaba alguna vez haber visto el gran tragaluz que se extendía desde el techo y tomaba parte de la pared del pasillo, dejando una vista abierta al agua del gran lago.

 Solo cuando dio una gran bocanada y se sintió más relajada, el golpe de su corazón en su pecho se detuvo lo suficiente para dejarle oír su nombre ser llamado tras los escombros que bloqueaban la parte del pasillo donde se encontraba.

 Sintiéndose demasiado débil para responder, estiró su mano hasta alcanzar una de las dagas que habían sido regadas por todas partes tras la explosión y la hizo chocar en el suelo, haciendo el suficiente ruido para demostrar que podía oírlos.

— ¿Luni, estás bien?

— ¿Ves a Fred por ahí?

 Pese a que se cuestionó porqué no estaría bien, le preocupó más que tuvieran que cuestionarla a ella por el bienestar del pelirrojo.

 Usó más de la energía que tenía para sentarse y medianamente ser capaz de observar a su alrededor, solo para ver al chico tendido en el suelo, con escombros encima de su cuerpo y con un pedazo de la pared habiendo golpeado su cabeza según se podía ver por la sangre que manaba.

— Dejen de gritarme o juro que voy disparar la pared en su dirección— se quejó, sacando la fuerza de su propia desesperación para que su voz saliera.— Todos tienen cosas que hacer, ¿cierto? Buscaré mi varita y nos curaré y moveré esta basura, no hace falta el alboroto.

— ¡¿Por qué Fred no está respondiendo?!

— ¡Solo déjame buscar mi varita, maldita sea!— notó que arrastrarse por el suelo era más fácil que ponerse de pie, aún con las piedras que lastiman sus rodillas al incrustarse en su piel.

 Mientras movía delicadamente la cabeza de Fred para ponerla sobre sus muslos y que no se viera tan inerte, oyó la gran conmoción que se desató tras su idea de dejarlos allí, para finalmente oír un par de despedidas y pasos alejándose corriendo.

— Él va a estar bien contigo, ¿cierto?— Lumini reconoció la voz que le hablaba porque el gran prefecto la había reprendido miles de veces durante su tiempo en Hogwarts, solo que en esa ocasión sonaba más devastado que odioso.

— Que sigas hablándome no hará que encuentre mi varita más rápido, pero si te vas ahora probablemente puedas evitar que otra maldita pared caiga sobre otra estúpida persona.

— Ellos van a estar bien, no es la primera vez que están bajo una explosión, la única diferencia es que está vez no la causaron ellos— reconfortó Riley, conociendo lo suficiente a la chica para saber que si se quedaban solo la distraerían.— Vamos, Draco, tú también estas bien. Nada te golpeó, ¿cierto?

 Tras oír el nombre del menor siendo llamado repetidas veces, Lumini dejó de palpar el cuerpo del pelirrojo para prestar atención a la escena que apenas podía ver entre los espacios del derrumbe.

— Déjalo aquí— habló, esperando que con eso todos pudieran hacer lo que se suponía que debían.— Vas a ayudarme a abrirme paso entre las ruinas, ¿cierto?

 Pero nadie esperó a que Draco respondiera, y ciertamente Lumini decidió que podía checar que el chico no se desmayara por el trauma psicológico luego de que se asegurara de que Fred no tuviera un trauma craneal.

Una más Weasley y te juro... (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora