Capítulo 35

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No sé a qué se debe que pudiera sentir el apagado de mi magia, pero no pude dormir, se me complico callar las voces en mi cabeza, pero que puedo hacer, nada esperar, esperar que pase, sufro mucho pero no tengo otra opción, estoy consciente y despierto, pero me siento débil, no puedo abrir mis párpados.

- Sharikan, debe despertar. – siento la claridad en mi habitación, aunque me rehusó a abrir mis ojos.

- Cierren las cortinas, y bajen la voz por favor.

No necesito decir lo que sucede la Srta. Drove lo sabe bien, puedo sentir como rápidamente la claridad se esfuma, escucho los murmullos de la Srta. Drove, sé que no es común que sienta mi desconexión, así que trato de pensar que sucedió, pero no puedo pensar en nada, pero siento y escucho todo lo que pasa en el palacio, son demasiadas voces y emociones. Mi don, por supuesto, se fortalece lo que quiere decir que, si antes me costaba mantenerme concentrado para calmar mi magia, ahora esta me está condenando a estar irritado todo el tiempo.

El dolor de cabeza se me pasa rápido, y me comienzo a despertar, no veo a nadie a mi alrededor, o eso pensé porque ya acabo de enfocar a mis guardias, ambos están parado en la puerta hablando con alguien que no logro reconocer.

- Déjeme ayudarle majestad.

Ahora que una de mis doncellas me ayuda a sentarme veo a mi abuelo, llegaron antes de lo que pensé.

- Abuelo – él me sonríe.

- Como esta mi pequeño nieto. Mi príncipe favorito. sonrió apenas por lo que sé que dirá me doy por obligado a decirle eso a todos mis nietos.

- Solo tienes dos, abuelo.

- Lo sé, me dijeron que estabas enfermo, te sientes mejor.

- Si abuelo, solo estoy recuperando mi magia es todo.

Él me sonríe, después de todo, él no sabe lo que soy realmente, y es normal que un Dávila se sienta débil y un poco en este momento, porque se supone que nuestro cuerpo se adapta a la magia que está creciendo descabelladamente.

- Bueno mi príncipe, te dejo descansar, te veré luego, Dorian te entregará tu regalo dentro de poco. Espero que hayas pasado un feliz cumpleaños hijo.

- Lo hice abuelo, fue un lindo día.

Puedo ver a Dorian y me doy cuenta él y su hijo son casi que idénticos, Henry es la versión joven creo yo, y eso que sé que Dorian tiene setenta y cinco años y no parece que los tuviera, la suerte de los seres mágicos, envejecen con lentitud.

- Sr. Aubriot.

- Sí majestadme responde Dorian, obviamente lo llamaba a él a pensar que habia otro Sr. Aubriot en la mi habitación. – En qué puedo ayudarle.

- Gracias por venir, aprecio mucho que acompañara a mi abuelo.

El apenas sonríe, después de todo sé que ya está jubilado, pero se niega a dejar a mi abuelo, y suele acompañarlo, aunque sea como un viejo amigo. Después de todo, él lo ha cuidado y protegido desde que era un bebé por lo que tengo entendido, después de todo, mi bisabuelo no pudo conocer a sus hijos, ni Sherling a sus sobrinos.

Me levanto de la cama con la ayuda de Henry y comienzo a caminar despacio por mi habitación, hasta llegar a donde tengo la cadena que Sherling me obsequió, no la uso mucho, después de todo es la única pieza que le pertenecía, y quiero disfrutar de sus memorias, las cuales parecen ser infinitas, pero se nota que ambos hermanos se amaban mucho, pasaban juntos todo el tiempo libre. No sé bien desde que momento Sherling ha usado la cadena, hay demasiados recuerdos, incluso la uso en su fiesta de cumpleaños a los catorce, se ve y se siente feliz, puedo verla bailar con su hermano, cambió el recuerdo por otro y así me la paso por horas, hay una infinidad de recuerdos, y él último recuerdo que tiene es de ella mirando por la ventana de su habitación, mira a su hermano. "Que bien se ve" puedo ver como mira a su hermano y su guardia personal montar a caballo, quizás tienen alrededor de diecinueve años o hasta veinte, no pasan de esa edad.

Mi magia mi condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora