7. Los Celos

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Narra ____

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Narra ____

El viernes fue un día muy ajetreado. Desde la escuela, las compras y la famosa audición, no tuve tiempo para pensar en nada complicado.

Luego de éso, el fin de semana pasó rápidamente y no tuve noticias del coqueto y descarado gato que había venido a verme casi todos los días desde octubre. Supuse que los akumas y su vida privada se habían puesto más conflictivos y que vendría en algún momento de la semana.

Yo no era su única amiga. Yo no era el centro de su universo. Y estaba bien con eso, por supuesto.

El lunes llegó. Luego el martes. El jueves le siguió al miércoles y de nuevo estamos en viernes.

Y Chat Noir no vino.

Miro en el espejo las calcetas de conejito que me tejió mi abuela y sonrío sintiéndome como una niña.

Pronto será invierno y la calefacción casi no llega a mi cuarto, por lo que decidí guardar mi viejo pijama y sacar el otro que es más calentito. Lo único malo de éste es que... Me ha quedado un poco ajustado y acentúa mis pechos, algo que no me agrada demasiado.

¿Debería cambiarlo?

―¡____! ¡Tienes visitas! ―se escucha desde la sala.

¿Quién podría ser?

Bajo las escaleras corriendo y desde la distancia puedo ver a mi abuela más sonriente de lo normal. No me lleva mucho tiempo descubrir por qué.

―Hey, Nath ―saludo apenas lo veo. Nath se ve avergonzado. De seguro mi abuela le ha dicho un sin fin de cosas sobre cuánto ha cambiado y lo guapo que se ha puesto.

―Hey ―saluda de regreso.

―Le estaba diciendo a Nathaniel lo mucho que ha cambiado desde la última vez que lo vi ―Bingo.

―Claro, abue. Él tenía trece cuando se mudó ―le recuerdo y ella ríe.

Me acerco a Nath y lo tomo de la mano para guiarlo hacia mi habitación.

―¿Quieren galletitas? ―pregunta mi abuela mientras subimos las escaleras.

Miro a Nath y él asiente, emocionado. Recuerdo que a Nath solían gustarle muchísimo las galletas de mi abuela.

―¡Eso sería muy lindo! ―grito de regreso antes de entrar a mi cuarto―. Siéntete cómodo ―le digo sentándome con las piernas cruzadas sobre la alfombra.

Nath inspecciona el lugar antes de sentarse sobre las almohadas y peluches que tengo amontonados cerca de la ventana y deja su maletín a su costado.

―Me gustan las aves que dibujaste en ésa esquina ―murmura.

―Oh, gracias. Las encontré en Pinterest.

―Tu abuela sigue siendo muy animada, ¿no?

―Desde luego.

Un Gato Viene a Verme (Chat Noir/Adrien y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora