21. Calcetines

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Narrador

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Narrador

Adrien caminó en círculos por todo su cuarto. Desesperado. Pensando y pensando en lo que podría hacer su padre con una información tan importante.

Quería ir corriendo y enfrentar a su padre. Exigirle que le dijera por qué y para qué la había investigado. Necesitaba saber qué planeaba hacer y detenerlo antes de que pudiera llegar a lastimar a ____.

Pero no podía.

Se lo había prometido a Natalie.

Debía aprovechar el tiempo que ella le había dado para procesarlo y crear un plan. Una idea. Lo que fuera.

Adrien se despeinó el cabello con frustración y miró las cámaras de reojo.

¡Maldición!

―Disculpe, joven Adrien ―lo llamó uno de los guardias luego de escuchar algo a través de su audífono.

Adrien soltó un supiro y le prestó atención de mala gana.

―¿Qué?

―Su padre lo llama. Quiere que vaya de inmediato al salón.

Adrien asintió y salió disparado con pasos fuertes. Ni siquiera se molestó en calzarse o en arreglar su despeinado cabello. Sólo tenía una sola cosa en mente y ésa era enfrentar a su padre.

Abrió la puerta sin detenerse a golpear y recorrió con la mirada el cuarto en busca de su progenitor. Sus ojos se cubrieron de enojo cuando lo encontraron, pero enseguida se calmaron cuando notó a los tres jóvenes que lo acompañaban sonrientes.

―¿Qué significa...?

Gabriel sonrió con elegancia y dio unos pasos hacia su hijo.

―Querían verte y no pude decirles que no. Vamos hijo, saluda.

Adrien estaba muy confundido.

―¡Oh, viejo! ¡Mírate! ―exclamó Nino señalándolo antes de correr a abrazarlo.

Alya tampoco pudo seguir conteniendo su felicidad y siguió a su novio con mucha alegría. Ambos lo abrazaron con fuerza y le mostraron las más grandes sonrisas que podían dibujar en sus rostros. Marinette sólo se quedó en su lugar, feliz y con un gran alivio en su pecho.

Adrien parpadeó con incredulidad y miró a su padre de reojo. Ésa sonrisa... Qué miedo.

―¿Qué... Qué están haciendo aquí, chicos? ―les preguntó intentando ocultar la incomodidad.

―Tu padre nos invitó a venir. Dijo que habías estado enfermo y que necesitabas ánimos. ¿Ya te encuentras mejor?

Adrien no se atrevió a mirar o a contradecir a su padre.

―Sí. Ya estoy mejor. Como verán... Acabo de levantarme ―murmuró rascando su cabeza, nervioso. Alya lo miró de arriba a abajo.

―¡Oye! ¡Hace frío! ¡No deberías andar descalzo cuando apenas te estás recuperando! ―lo regañó con preocupación. Nino asintió, dándole la razón a su novia.

Un Gato Viene a Verme (Chat Noir/Adrien y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora