Por accidente descubrí la identidad de Chat Noir. Le prometí que no se lo diría a nadie, pero desde entonces él ha tenido un ojo sobre mí todo el tiempo.
¿Será éste el principio de una hermosa amistad? ¿O... De algo más?
❁❁❁
HISTORIA BASADA SÓLO EN...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Narra ____
Me despido de Nath con un abrazo y cierro la puerta con seguro. Mi abuela me mira desde la cocina con una mirada cómplice y me guiña un ojo.
―¡No es lo que crees! ―me apresuro a decir. Ella rueda los ojos.
―Le gustas a ése chico. Estoy segura.
―Somos amigos, abuela. ¿Tú nunca tuviste amigos?
―Claro que los tuve, cielo. Pero eran amigos con derecho... Esos son los mejores.
―¡Por dios, abuela! ¡Contrólate!
―Te digo lo que sé, nena, sólo déjalo fluir...
―¡Buenas noches, abuela! ―grito corriendo a mi habitación antes de que intente hablar sobre alguno de sus tres esposos.
Sé que a Nathaniel no le gusto. Me ha dicho que está viendo a un chico simpático llamado Marc y por las fotos que me ha mostrado puedo decir que está más encantado de lo que quiere admitir.
Cierro la puerta de mi cuarto y suelto un supiro.
―Buenas noches ―se escucha de pronto detrás de mí y volteo en seguida en busca del dueño de ésa voz tan tosca.
Él está ahí. Apoyado contra la pared mientras me mira con intensidad y molestia.
Aprieto los labios en una línea recta.
―Oh, vaya. No creí que vendrías... ―digo ansiosa. Chat levanta una ceja y se acerca a paso lento.
―¿Por qué no?
―¿Por qué? No has venido en más de una semana, ¿cómo sabría que vendrías hoy? ―contesto de manera obvia. Él sigue acercándose y yo me siento como un pequeño ratón indefenso frente a un hábil gato hambriento.
―¿A qué vino él? ―pregunta cuando se encuentra lo suficientemente cerca de mí.
―¿Él...?
―Nathaniel. ¿Viene muy seguido? ¿Son siempre tan cercanos? ―su voz suena recriminatoria y éso me hace sentir molesta por alguna razón.
―¿Y eso qué te importa?
Estoy molesta.
Él está molesto y no sé por qué demonios, y eso hace que yo también esté molesta.
¡Ahg!
―Me importa. Me importa más de lo que crees, así que... Dime ―ruega.
Ruedo los ojos y me cruzo de brazos, dispuesta a no ceder.
¿Qué es lo que está pensando? ¿Cree que podría decirle su secreto a Nath? ¿Confía tan poco en mí?
―Ya te dije que sí. Lo somos. Crecimos juntos, somos mejores amigos. ¿Qué hay con éso?
―¿Y yo? ¿Qué soy para ti? ―pregunta tomando un mechón de mi pelo con su garra y enredándolo a su alrededor.
Trago con dificultad. ¿Ésto es una trampa?
―Somos... Amigos, ¿no?
Él hace una mueca. Como si estuviera desconforme con la respuesta.
¿Qué quiere que le diga? La única razón por la que viene a verme es por que teme que pueda decirle a alguien su verdadera identidad.
Lo sé. Siempre pienso en ello. Sólo estoy soñando con la posibilidad de que él me considere alguien mucho más importante en su vida.
Más que sólo “la chica que sabe mi secreto”.
―¿Entonces... Él está más cerca de ti, que yo? ―pregunta encendiendo su mirada.
¡Mírame así una vez más y me veré obligada a besarte!
Aparto el rostro y miro cualquier cosa que no sea él.
―Podría decirse. Él conoce todo de mí. Yo conozco todo de él. Nos conocimos de una manera bastante normal, lo que... Bueno, no pasó contigo.
Chat guarda silencio por un rato y lo miro de reojo. Su mandíbula está tensa y sus ojos siguen mirándome con intensidad. En un movimiento inesperado apoya ambas manos en la pared, dejándome acorralada entre ellas.
―¿Eso es lo que piensas?
―Pues claro... Tú sólo te acercaste a mí por que tenías miedo de que dijera tu secreto a alguien. Y lo entendí. ¿Pero ahora...? ¿Por qué estás interrogándome así? ¿Crees que se lo diré a Nath? ¿Aún no confías en mí?
―¡No es así! ¡Hace mucho tiempo que dejó de ser así! ―exclama, ofuscado.
―¿Entonces qué significa éste interrogatorio?
Chat se aleja y despeina su cabello con frustración.
―¡No lo sé! ¡No lo entiendo!
―¿¡Qué demonios significa eso!?
―¡Es sólo que no soporto verte con otro chico! ―grita y mi corazón se detiene.
Lo analizo un momento antes de darme cuenta de todo.
¿Está... Celoso?
La posibilidad adormece mi sentido común, tanto que ni siquiera me detengo a pensar por qué hago lo que hago. Me doy cuenta tarde... Estoy besándolo como si no hubiera un mañana.
Mis labios tocan los suyos y él sujeta mi rostro con ternura. Rodeo su cuello con mis brazos y me dejo llevar por el sabor de su boca.
Sus labios son tan cálidos, tan dulces, tan... Deliciosos.
El beso se intensifica. Juego con su cabello y acaricio su rostro. Él me toma de la cintura y me acerca más a su cuerpo.
Quiero más.
Necesito más.
Pero él no me lo da.
Se aleja de mí, agitado. Sus labios están hinchados, sus ojos dilatados y sé muy bien que yo estoy en las mismas condiciones.
Quiero otro...
Lo miro. Hay tanto que quiero decir. Tanto que quiero pedir. Tanto que quiero hacer, pero... Chat Noir se aleja asustado y me mira con miedo en los ojos. Se ve confundido. Fuera de sí.
Quiero llorar.
No debí hacerlo.
No debí besarlo.
―Chat, ésto... ―intento explicar, pero Chat no me escucha. Se da la vuelta y sale por el balcón en un abrir y cerrar de ojos.
Listo. Oficialmente lo arruiné.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.