Narra ____
Miro la hora en mi teléfono y enseguida me levanto y abro la puerta que lleva hacia el pequeño balcón que hay en mi habitación.
Bajo las cortinas de seda blanca semitransparente para que el aire no se cuele tanto hacia el interior y vuelvo a mi tarea de Química.
Odio Química.
No pasan muchos minutos antes de que un fuerte ruido se escuche en el balcón y ruedo los ojos con algo de fastidio.
―¡Por todos los cielos! ¡Chat Noir! ¿¡Qué fue lo que te dije sobre saltar sin mirar!? ―grito dejando el bolígrafo sobre la mesa. Me pongo de pie de un salto y me paro frente a él con los brazos cruzados. Él me mira de arriba a abajo.
―¡Ups! ¡Mi culpa! ―dice con voz juguetona y sonrisa inocente―. Lo siento, ¿sí?
Tomo la goma de borrar que tengo en el bolsillo y se la arrojo a sabiendas de que la va a esquivar.
―¡No pidas perdón cuando sabes que lo harás de nuevo! ―lo regaño poniéndome de puntitas para parecer más intimidante.
Chat empieza a reírse de mí y como venganza, salto sobre él y empiezo a hacerle cosquillas. Ambos perdemos el equilibrio y caemos sobre la alfombra.
―¡Tregua! ¡Tregua! ―pide entre risas.
Hago caso omiso a sus súplicas y continúo con mi tortura hasta que Chat recuerda toda la fuerza que posee y me toma de ambas manos para detenerme. Las lleva sobre mi cabeza y pone una pierna a cada lado de mis caderas dejándome inmovilizada.
Sin nada más que hacer, lo miro con fascinación.
Está agitado, igual que yo. Sus ojos dilatados generan un revoloteo intenso en mi corazón y su cabello más rebelde de lo normal hace que mis pensamientos se vuelvan impuros.
Es tan... Hermoso.
―¿No tienes hambre? ―le pregunto de pronto para apagar el fuego que él mismo encendió en mi interior sin darse cuenta.
―¡La tengo! ―afirma con una inocente sonrisa que me hace sentir culpable.
Me suelta, se aleja y quita su transformación. Respiro aliviada y miro a Adrien, maravillada.
Sigo sin poder creer que un chico como él estuviera debajo de ésa máscara tan coqueta y atrevida todo este tiempo. Es tan... Increíble.
Descubrí la identidad de Chat Noir hace dos meses. Era un día lluvioso y acababan de vencer a un akuma. Yo iba de camino a casa con algunas compras de última hora, cuando él cayó desmayado justo frente a mí. Tenía fiebre y se veía muy cansado. Tuvo suerte de que las calles estuvieran vacías en ése momento, ya que no pasó mucho tiempo antes de que su transformación llegara a su fin.
Lo traje a casa con ayuda de su kwami, Plagg, y cuidé de él hasta que se recuperó. Y cuando le conté todo... Entró en pánico.
Al principio me seguía como una sombra a todas parte y venía a mi casa todos los días, pero ahora sólo viene los martes y los viernes.
A éstas alturas, me gusta pensar que sus visitas son más como una rutina divertida que lo ayuda a despejar su mente y a mostrarse tal y como es sin tener que dividir sus dos personalidades como lo hace siempre.
Y yo, bueno, yo me divierto tanto cuando él está conmigo que he llegado a desarrollar éstos sentimientos problemáticos conocidos como... Amor.
Sé tanto sobre Adrien por las cosas que me ha contado, que conozco todo sobre su largo y desdichado amor no correspondido por cierta heroína vestida de rojo. Lo que me lleva a pensar que ésto que siento por él es... Imposible.
―¡Hola, Plagg! ―saludo al pequeño Kwami apenas aparece. Él me mira de reojo y me ignora con descaro. Suelto un suspiro―. Hola, majestad... ―corrijo haciendo una reverencia. Sólo entonces recibo una pequeña y engreída sonrisa de su parte.
―Es bueno verte, ____ ―contesta antes de salir volando hacia el estante lleno de quesos que hay en la habitación contigua.
Mi abuela debe estar bastante contenta, ya que al fin alguien se come sus quesos caseros.
―¿Es así contigo también? ―le pregunto a Adrien mientras saco la gran bolsa llena de comida chatarra que, según el padre de Adrien, no debería comer.
―No querrás verlo cuando tiene hambre... ―dice con rostro aterrado atrapando en el aire el paquete de doritos que le he lanzado.
Ambos reímos y nos sentamos juntos a comer.
―¿Qué hiciste hoy? ―comienzo una conversación para matar el silencio.
Adrien lo piensa por un segundo.
―No mucho. Fui a la escuela, a mis clases de piano, de chino, y tuve una competencia de esgrima en la tarde. Gané, por cierto. Luego Alya y Nino querían invitarme a tomar un helado, pero Marinette tuvo unos problemas de último minuto y no quise ser la tercera rueda.
Lo miro con media papita en la boca.
―¿Un... día normal?
―Mhum... ―asiente y le da un sorbo a su refresco.
―No, pues... Yo dibujé con los dedos en mi clase de arte ―digo intentando no sentirme aplastada por su interesante y atareada vida.
―Oh, eso suena divertido. Mi padre nunca me dejó hacerlo cuando era un niño. Decía que haría un desastre...
―¿Quieres hacerlo ahora? ―pregunto corriendo hacia mi bolso y tirando todas las pinturas que tengo sobre el suelo.
Los ojos de Adrien parecen iluminarse cual niño en Navidad.
―¡Por supuesto!
Así pasamos el resto de la tarde, pintando con los dedos algunos animales que el otro nombraba y dándole formas a manchas al azar. Y de alguna manera que desconozco, terminamos con la cara llena de pintura.
Ambos nos tiramos cansados sobre la alfombra y nos miramos en silencio.
Adrien sonríe.
Mi corazón late como loco.
Aguanto la respiración cuando él se acerca lentamente a mí, toma mis manos entre las suyas y estoy a punto de cerrar los ojos pensando que me va a besar, cuando él dice:
―Voy a confesarle mis sentimientos a Ladybug.
Auch.
N/A:
¡Hola! Aquí Félix.
Sólo para decirles que no olviden votar si les gusta la historia o comentar cualquier cosa que les plazca.
Mi parte favorita de escribir por aquí es poder leer sus comentarios.
En fin. Tengan bonito día, tarde o noche.
PD: No olviden tomar agua :D
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Un Gato Viene a Verme (Chat Noir/Adrien y tu)
Hayran KurguPor accidente descubrí la identidad de Chat Noir. Le prometí que no se lo diría a nadie, pero desde entonces él ha tenido un ojo sobre mí todo el tiempo. ¿Será éste el principio de una hermosa amistad? ¿O... De algo más? ❁❁❁ HISTORIA BASADA SÓLO EN...