NarradorFélix salió del auto desbordando confianza y le entregó a la primera mucama que encontró el pequeño bolso de ____, indicándole dónde debía dejarlo hasta que solucionara aquél molesto inconveniente.
Soltó un suspiro cuando encontró a Adrien esperándolo del otro lado del salón y le hizo un ademán con la cabeza para que lo siguiera hasta un lugar más privado.
La biblioteca era su lugar favorito dentro de la mansión Fathom, ya que era grande, cómoda y solitaria. Un lugar perfecto para una buena charla familiar.
―Puedes sentarte si quieres ―indicó aflojando el nudo de su corbata mientras señalaba el juego de sofás que había a su izquierda. Pero Adrien no tenía la paciencia suficiente como para seguir fingiendo que eran amigos.
―¿Qué demonios estás haciendo ahora, Félix? ―cuestionó molesto, tratando de mantener sus emociones en calma.
Félix no quería divertirse con aquella situación, pero... ¿Por qué no hacerlo?
―¿A qué te refieres? No estoy haciendo nada ―contestó inocente―. Aún no he tenido tiempo para éso…
―¿¡Crees que ésta mierda es divertida!?
Félix mordió su labio con fuerza para no reírse.
―Tienes razón, ésto no es divertido. No, mejor dicho... Tú no eres divertido. Me pregunto qué es lo que ella vio en ti...
Adrien apretó los dientes y dio otro fuerte paso hacia él.
―Te lo advierto, imbécil. No la involucres en tus estúpidos juegos ―insistió encendiendo su mirada.
―¿Juegos? ―Félix chasqueó la lengua―. Por favor, empiezo a creer que hay un pequeño malentendido aquí...
―No me vengas con éso ahora, Félix. ¿Por qué otra razón te habrías acercado a ella en la fiesta? ¡Sólo quieres fastidiarme!
―Espera, espera, espera... ¿Crees que ésa fue la primera vez que nos vimos? ―inquirió con todo el veneno que tenía, obligándolo a tomar distancia de un empujón.
Adrien se quedó atónito. Todo un escenario creándose en su cabeza. Imagen tras imagen, cada una más dolorosa que otra.
―¿Qué estás...? ―tragó con dificultad―. ¿Qué estás insinuando? ―preguntó con voz ahogada. Félix estiró sus labios en una gran sonrisa.
―¿Creíste que ella se subiría al auto de alguien que acaba de conocer? Vamos, Adrien. Sé que tú lo sabes mejor que yo.
Félix observó en silencio cómo cambiaban las expresiones de Adrien con aquella idea que había implantado en su cabeza. Y lo mejor de todo: Nada de lo que había dicho era mentira. Sólo estaba usando la verdad a su antojo. Si sonaba diferente no era su culpa, ¿O sí?
―Félix, dime qué demonios significa éso ―demandó apretando los puños con fuerza. Su sangre hervía con cada segundo que tardaba en responder.
―¿Por qué debería hacerlo? Lo que pase entre ella y yo, ya no es asunto tuyo, ¿o me equivoco?
―¡Félix, maldito infeliz! ―gritó colérico empujándolo con fuerza hasta hacerlo chocar contra la pared. Sus ojos reflejaban la ira y la desesperación que estaba sintiendo. Los celos lo consumían, el dolor crecía y sólo imaginarla en los brazos de alguien más hacía que perdiera la cabeza.
Félix lo miró a los ojos y un escalofríos recorrió su espalda. Era la primera vez que Adrien lucía tan furioso, tan ansioso o tan... Imponente.
Pero no iba a detenerse allí. Quería seguir tentando a la suerte hasta ver cuál era su límite.
―¿Por qué estás tan enfadado? ¿Aún no puedes superarla? Pobre de ti. ¿Sabes lo que me dijo? ―le preguntó sosteniendo sus muñecas con las manos para luego presionar con fuerza―. Ella me dijo... Que ya te superó.
Adrien intensificó su agarre y Félix retuvo la respiración. Probablemente habría podido liberarse si quería, pero estaba seguro que su primo se detendría a tiempo. ¿Verdad?
―Señor Agreste, deténgase ―pidió Wade apareciendo de pronto en la habitación.
Adrien tomó distancia e intentó calmarse. Tenía la respiración agitada, el pulso acelerado y una molestia carcomiendo su corazón. Ni siquiera podía mirar a Félix sin querer golpearlo hasta borrar ésa jodida sonrisa de su rostro.
―Vaya. Tengo que admitirlo... Te has vuelto interesante ―murmuró con mofa quitando las arrugas de su ropa.
Adrien apretó los dientes y lo tomó del cuello de la camisa en un veloz movimiento que alertó a Wade.
―Señor Agreste, suéltelo.
Él no le hizo caso.
―Ya no soy el mismo idiota que conocías, Félix. La dejé ir una vez, no volveré a perderla. ―Adrien lo soltó y antes de marcharse, susurró―. Si te metes en ésto, te juro que no me detendré a considerar que somos familia ―y con esa última advertencia, salió de la biblioteca dando pasos fuertes.
Sacó su teléfono del bolsillo interior de la chaqueta y marcó a Natalie, quien contestó de inmediato.
―Ya la encontré... ―dijo enseguida, sin esperar preguntas ni saludos. Adrien salió de la mansión y entró a su auto sin perder el tiempo.
―Muy bien. Dime su dirección.
―¿Irás ahora?
―Ya no esperaré. No veo razones para seguir cumpliendo mi promesa.
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Un Gato Viene a Verme (Chat Noir/Adrien y tu)
Fiksi PenggemarPor accidente descubrí la identidad de Chat Noir. Le prometí que no se lo diría a nadie, pero desde entonces él ha tenido un ojo sobre mí todo el tiempo. ¿Será éste el principio de una hermosa amistad? ¿O... De algo más? ❁❁❁ HISTORIA BASADA SÓLO EN...