34. El Tiempo Vuela

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Tres años después

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Tres años después...

Narra ____

―¡Señorita Leclair! ¡No huya, por favor! ¡No de nuevo! ―grita Marvin, mi profesor de inglés, cuando me ve trepar la pared.

―¡Qué indignante! ¡Las mujeres con clase no deberían escalar nada! ―exclama Adelaide, mi profesora de etiqueta, con ése fastidioso acento británico del que ya estoy harta.

―¡No soy una mujer con clase! ―me defiendo saltando hacia el otro lado y corriendo lo más rápido posible antes de que llamen a Ander.

Y seguro se preguntarán...

“¿Cómo fue que terminé aquí cuando hace sólo un mes estaba filmando la secuela de Amor sin destino?

Puedo responder a éso con una frase:

“La herencia de mi padre”

Al parecer, mi padre, Bastien Leclair, no sólo era el dueño de un pequeño restaurante al sur de París como me había dicho mi abuela. Supongo que se le olvidó mencionar que “Petite étoile” era mucho, muchísimo más que un pequeño restaurante...

Mi carrera de actriz comenzó bien. Tuve varios papeles secundarios en distintas series y películas, pero mi primer protagónico fue en “Amor sin destino”, película que está planeada estrenarse a finales del verano.

De todos modos, ahora que falta un año para que la fortuna Leclair sea legalmente mía, los accionistas de la empresa me han obligado a seguir una serie de pasos que, según ellos, me convertirán en una “heredera apropiada”.

No podría importarme menos, pero Ander me ha prohibido participar en cualquier cosa relacionada con la actuación hasta que cumpla con mis deberes correspondientes.

Vaya montón de mierda.

¡Y es por éso que me he vuelto experta en saltar muros...!

―¡Nath! ―exclamo apenas contesta la llamada.

¿Qué teléfono robaste ahora? ―me pregunta con tono recriminatorio.

―El de Marvin ―respondo, bajito y apenada―. ¡Pero él me quitó el mío primero!

Lo escucho suspirar y puedo imaginarlo negando con la cabeza.

No tienes remedio...

―No, pero aún así me quieres ―bromeo con voz cantarina.

Desgraciadamente... ―dice y reímos.

Me escabullo dentro de un café cuando veo a uno de mis guardaespaldas ―más bien niñeras―, siguiéndome el paso y me siento en una de las mesas aprovechando la estadía.

―Y dime, ¿qué tal París? ―le pregunto mirando por la ventana el nublado cielo de Londres. Nath lo medita un segundo antes de chasquear la lengua.

Un Gato Viene a Verme (Chat Noir/Adrien y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora