capítulo cuarenta y cinco

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"you make it look like it's magiccause i see nobody, nobody but you, you, you"earned it – the weeknd

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"you make it look like it's magic
cause i see nobody, nobody but you, you, you"
earned it – the weeknd

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JOAQUÍN CONTRERAS

creo que la situación me estaba sobrepasando.

tener a la pascal frente a mi sin su polera puesta, enterarme recién que también se había hecho dos tatuajes, y estarla mirando directo a sus ojos, que justo ahora eran más oscuros que de costumbre ya que estaban dilatados mientras me observaba a mi con intensidad, no me dejaba procesar bien.

seguro escuché mal, ¿me preguntó si quiero ver qué cosa? pero al parecer solo mi mente no lo procesaba porque ya estaba asintiendo con la cabeza a su propuesta.

estaba completamente hipnotizado por ella que no podía hablar, pero tampoco iba a negarle nada, quería esto.

la pascal me da una sonrisa que jamás la había visto dar, no era una de esas sonrisas tiernas e inocentes que ella siempre daba, era otra, llena de deseo, y eso me estaba tentando aún más.

pasa su mano delicadamente por mi pelo hasta mi mandíbula, separo mis labios inconscientemente soltando un suspiro, la pascal me podía completamente y amaba eso.

acerca su cara a la mía, nuestros labios rozando, lo estaba haciendo a propósito.

entonces la pascal me besa intensamente y yo la recibo gustoso, de un momento a otro estoy acostado en su cama, jadeo cuando se sienta sobre mi, alguien ya estaba despierto.

mi cerebro aún no conectaba sus cables para caer en lo que estaba a punto de suceder.

—¿estás...? ¿estás segura de lo que quieres hacer? —pregunto cuando al fin puedo reaccionar, separándonos del beso, la pascal asiente segura—. amor, necesito que me lo digas verbalmente, necesito tu consentimiento.

yo estaba seguro de lo que quería, claro, no era una necesidad, si ella no quería yo lo entendía, cuando me comenzó a gustar la pascal yo solo quería estar con ella, lo último que pensaba era en que íbamos tirar en algún momento.

aunque claro, como adolescente siempre estaban las ganas, lamentablemente no controlo mis hormonas.

por eso ahora tenía que estar seguro de ella si quería, y no lo hacía por sentirse obligada, porque si ella no lo disfrutaba esto no tendría sentido.

me mira un segundo analizando lo que dije antes de sonreír, yo la miro ansioso esperando su respuesta.

—si amor, estoy segura —asiente sin dejar de sonreír, pero de repente deja de hacerlo—. espera, ¿y tú? ¿queri hacerlo también o...?

sonrío dándole un beso sin dejarla terminar la pregunta, ¿en serio me pregunta eso? desde que nos comimos con ganas la otra vez, aquí mismo en su pieza, que le estaba dando vueltas al asunto, pero como dije, no iba a presionarla a nada.

culiao barsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora