9. DESILUSIÓN

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El joven millonario se quedó en la acera un tanto desorientado. Sabía lo que tenía que hacer, pero le daba miedo dar el paso. Miriam no lo amaba de la misma forma y seguramente nunca lo haría. No podía competir contra su pasado, contra lo que era incapaz de inspirarle. No la seguiría forzando a estar con él por las razones que pudiera tener. La amaba demasiado y por ese amor que ahora sabía que siempre le tuvo desde que era una chiquilla es que tenía que buscar lo mejor para ella y para si mismo.

Al paso de los días pensaba cada vez más en él. Cuando Louis la besaba no era difícil corresponderle. Sin embargo llegar a la intimidad podía ser causa de temor. Tenía miedo de que se desilusionar a y descubriera que no sentía nada por ella más que deseo.

Regularmente se sentía tranquila porque confiaba en él. Había ocasiones en que lo dejaba avanzar un poco más confiada de que en el instante que lo deseara él se detendría. Era el perfecto caballero, el hombre que tenía control absoluto sobre su instinto.

Tal vez debía arriesgarse  un poco más con su guapísimo novio, pensó Miriam recordando que él mismo lo sugirió.

Sonrió para sí misma, sabiendo que el fin de semana lo volvería por fin, después de una ausencia que le pareció más larga que de costumbre, pues no estuvieron en contacto. La única vez que se pudieron comunicar Luis le dijo que estaría ocupado prácticamente las veinticuatro horas del día.
Miriam sabía que había temporadas así.

Ése hombre maravilloso merecía tener una mujer que le demostrara interés y no un témpano de hielo como lo fué días atrás.
Tenía que esforzarme un poco, se dijo la joven con renovado entusiasmo.

Sin embargo, aunque la razón le decía que se entregara a él sin reservas, cuándo empezaba a fantasear sobre la manera en que podrían darse las cosas, el corazón aún se le llenaba de congoja por pensar en Darío. ¿Se habría casado? ¿y si esa novia que la vecina dijo que tenía, en realidad no lo era? ¿Y si él se dejó llevar por los celos al verla irse con Louis e inventó esa relación para castigarla?

¡Ya basta Miriam! Replicó, buscando concentrarse en su trabajo como dependiente de un minimercado. El único que podía ocupar su pensamiento y su corazón era su novio.

La rubia escuchó el celular de Louis sonar con insistencia, sin que él mostrara interés por contestar

—¡Hey! —replicó cansada de escuchar el ruido incesante.

—Disculpa, Anne —por fin sacó el móvil de su bolsillo trasero del pantalón y vió el nombre de su novia—. Bueno...

—Hola, Louis —tan solo escuchar su voz lo perturbó, pues había estado posponiendo verla para terminar su noviazgo—. Llegaste ayer y no me has hablado, ¿estás muy ocupado?

—La verdad sí, en éste momento estoy en una importante reunión.

—Lo siento ¿crees que podamos vernos por la noche?

Louis miró a Anne.

—No creo que sea posible, las juntas suelen alargarse hasta la madrugada.

Al otro lado de la línea Miriam sintió un escalofrío. Pasó saliva nerviosa y se paso la punta de la lengua por los labios secos.

—Está bien, entonces llámame para vernos cuando puedas.

Anne miró la seria reacción del hombre y más que éso, cierta tristeza.

—Louis, ¿estás bien?

—Sí, no pasa nada.

Miriam se sintió abandonada después de esa llamada pues él dejó pasar otro día sin comunicarse.

QUIÉREME OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora