38. INTIMIDAD

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—Claro —se alejó al instante de ella—, seguramente al fin pudiste ver la luz y a quien debo agradecer es a Darío, supongo —dijo hiriente.

—Sé todo lo cruel que quieras —dijo ella—, pero estoy de acuerdo en hacer lo que dice Olga.

Louis la miró estupefacto. ¿Creyó escuchar mal o es que ya no deseaba divorciarse cuanto antes?

—No lo has pensado bien, ¿verdad?

—Tu madre tiene razón.

—Por favor, Miriam —vociferó dudoso y después de mirarlas un instante salió de la habitación. Comenzaba tener problemas nerviosos.

—Perdón, Olga...

—Ve a buscarlo y convéncelo.

La joven no lo pensó dos veces y fué tras él. Tuvo que correr un poco para detener sus pasos.

—Louis espera —le gritó olvidándose del lugar donde estaba.

—¿Qué quieres? —replicó continuando la marcha.

—Tenemos que hablar de la propuesta de tu madre —dijo empezando a perder el aliento.

—¿Hablar? —repitió llegando al elevador donde solo hasta entonces se detuvo.

—Sí, ¡detente! —dijo tratando de jalar su brazo.

—¿Y qué vas a decirme? ¿Que de pronto te parezco el hombre con el que deseas compartir el resto de tu vida?

Miriam se sintió mal por su ironía.

—Sé que sonará algo increíble pero...

—¿Pero qué...? —preguntó y el elevador se abrió.

—Es que sí quiero volver contigo.

Louis se petrificó al instante, por segunda vez en esa hora.

—No te creo —contestó y entró en el ascensor. Miriam lo siguió. No se daría por vencida al primer rechazo.

—Es verdad, sé que no he sido la mejor esposa —comenzó a decir ante el indiferente hombre que no la miraba—. Creo que no he hecho nada para conservar tu amor, que solo he estado recibiendo sin darte nada a cambio. Acepto mi culpa, pero todo tiene un motivo.

—¡Basta Miriam! —miró a la chica que estaba a su costado derecho—. ¡Ya escuché demasiado!

—No te digo mentiras —lo miró suplicante— . Haré mi orgullo a un lado e ignoraré que tienes... —lanzó una exclamación ahogada cuando Louis la tomó de los brazos y la empujó hasta la pared fría, acorralandola contra la pared.

—¡No quiero escucharte! —dijo muy enojado, asustándola tanto que se encogió—. ¡Ya te dije que no volveré a creer nada que venga de ti! ¡No solo tú has comprendido lo que realmente vivíamos con ésta separación! ¡Yo también abrí los ojos y para ser honestos ya no te veo en mi futuro!

La chica sintió una puñalada en el corazón. Estaba siendo tan duro.

—¿Por qué no? —preguntó aún con todo lo furioso que estaba y el rencor que vió en sus ojos. Louis liberó lentamente sus brazos—. Hace poco dijiste que aún me amabas —se atrevió a agregar mirándolo fijamente, con voz tersa.

—Que te ame no significa que me conforme con aceptar lo poco que me darás. Porque tú nunca me diste nada por completo.

—Pero no me has pedido nada, ¿cómo quieres que te ofrezca algo?

Louis se apartó serio y la miró fijamente, luego sus ojos descendieron sobre su cuerpo.

—¿Qué estás dispuesta a darme?

QUIÉREME OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora