12. DESGRACIA

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—¿Cómo estás, papá? —preguntó al hombre que estaba conectado al respirador artificial—. Estoy muy feliz ¿sabes? —dijo emocionada, tomando su mano delgada entre las suyas—. Louis y yo cumplimos seis meses de novios y me pidió matrimonio otra vez, pero le dije que no... —se sintió mal al decir esas palabras que borraron la expresión de felicidad del hombre cuando las dijo—. Creo que él merece a alguien que de verdad lo ame —cerré los ojos un instante pues un nudo en la garganta se le atravesó y nuevamente la imagen de su novio llegó a su mente— y yo solo estoy muy agradecida —supo que lo había decepcionado de alguna forma—. Reconozco que soy egoísta por retenerlo, pero es que no siento que algo real nos una. Somos tan diferentes y no sé que podría ocurrir para que yo aceptara ser su esposa —meditó sus palabras con una triste sonrisa. Luois termino reconociendo que se apresuró, pues sabía que la condición de Horacio no era la mejor y Miriam aprovechó ese pretexto, la primera vez—; aún así no quisiera perderlo —se humedeció los labios. Se recostó con delicadezaen el pecho de Horacio—. ¿Y sabes qué es lo más terrible, papá? —suspiró llenándose de nostalgia—, que tampoco puedo olvidarme de Darío y cada día tengo más dudas.

—¡No seas estúpida, Miriam! ¡Cásate con él! —le dijo Elena, antes de darle un trago a su botella.

—Aún no... tenemos muy poco tiempo —respondió evasiva.

—¿Por qué no?

—Es que... —. Recordó los encuentros íntimos con Louis. No eran tan gratos en el sentido emocional y no imaginaba su futuro al lado de alguien a quien no amaba.

Isabella su amiga del trabajo abrió los ojos como platos cuando Miriam le contó lo que ocurría con Louis.

—¡Por Dios, Miriam! ¡Ese hombre es un príncipe azul! ¿Cómo puedes rechazar su propuesta?

—Porque no lo amo —respondió con indiferencia mientras acomodaba mercancías en un estante del supermercado.

—¿Cómo que no? Louis es rico, guapo, joven y te adora. Se ve tan enamorado de ti, además, ya te acostaste con él ¿o es que no te complace en la cama?

—Sí, pero eso no significa nada.

—No te complace —insistió Isabella.

—Sí —tuvo que aceptar con un toque de incomodidad.

—Entonces, no entiendo... —respondió ayudándola a poner unas latas de tomate en la parte de abajo.

—No lo amo —repitió deteniendo lo que estaba haciendo para mirarla hacia abajo.

—¡Pero qué tonta eres niña! —dijo la mujer de cuarenta años y piel morena—. El amor no es sentir mariposas en el estómago, es algo que se da con el tiempo y la convivencia.

—¿Y si nunca llega?

—¿Quieres perderlo para descubrirlo?

Miriam se mordió los labios, eso era precisamente lo que no deseaba ¡y sí, estaba haciendo muy egoísta!

—¿Qué pasó? Te noto ausente —dijo Louis desde la cama. Estaba recostado con las sábanas cubriéndole hasta el estómago.

—Pensaba en mi papá, en las cuentas del hospital...

Louis miró a la chica que le daba la espalda en la esquina de la cama. Estaba medio vestida, solo con ropa interior y el largo cabello castaño le cubría la espalda.

—Ven aquí —. La invitó a meterse a la cama de nuevo, levantando la sábana. Miriam obedeció.

—Louis, me siento incapaz de devolverte lo que has gastado —dijo con pesar.

QUIÉREME OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora