39. ENTROMETIDOS

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Hacer el amor con su esposo estando por primera vez consciente de lo que sentía por él fué un afrodisíaco muy poderoso y aunado a los días de separación lograron que Miriam deseara repetirlo una y otra vez hasta la última gota de energía.

Louis aunque incrédulo, no podía negar que su mujer lo había deseado con desesperación por la manera tan apasionada en que se entregó, por la forma en que su excitante cuerpo le había regalado el mayor halago que un hombre pudiera recibir: su entrega total en un angustioso grito de satisfacción, repetidamente.

-Louis -gimió Miriam sintiendo que una vez más las ganas renacían.

-Miriam -dijo cansado, pero ansioso por continuar.

El cuerpo femenino se empezó a mover a su ritmo y cada vez con mayor desenfreno trastornándolo, haciendo que se olvidara de cualquier reproche y una vez más dejó escapar un grito de su garganta, al mismo tiempo que él ese convulsionaba en su vientre.

Ambos estaban agotados después de ese maratón sensual y durmieron un par de horas hasta que él recibió una llamada del trabajo.

Miriam apenas lo escuchó se sentó y recordó que tenía al bebé encargado con Naomi y en el trabajo de su esposo.

-Debo regresar a trabajar -anunció el hombre y ella se apoyó en su pecho.

-Perfecto señor Gould, porque allá está Alexander cubriéndolo en su escapada amorosa.

El productor sonrió y besó su nariz.

-Con razón escuché un balbuceo conocido -miro su desnudez con amor y un deseo satisfecho, de momento-. Será mejor escapar de ésta cama. Es adictiva.

Selló las palabras con un beso que los hizo estremecer, pero el deber llamaba.

-Vamos a tomar una ducha -sugirió Miriam sintiendo entre sus piernas la mezcla que surgió de la unión de sus cuerpos.

Salió de la cama y su esposo la miró con una sonrisa lujuriosa. Era una mujer bellísima y con todas esas marcas en la piel de sus caricias quedó confirmado que era suya.

La noticia de que regresaría con su esposa hizo que Kate estallara y Louis tan solo la miró con paciencia, comprendiendo que sin querer la había ilusionado; sin embargo, no podía olvidar lo que pasó con su esplendorosa mujer, con Miriam, apenas el día anterior.

-Sabías lo que siento por Miriam, nunca te mentí respecto a mis sentimientos.

-Esa mujer te abandonó y ahora sin la menor objeción aceptas la maternal propuesta de tu mamita. Maldición Louis, ése solo fué el pretexto ideal para que esa mujerzuela volviera a tu lado. Se nota que es una muerta de hambre y que necesita un esposo rico para que la mantenga.

-Te pido por favor que no la llames así -sugirió con voz suave.

-¡Miriam te ha sido infiel!

-Ella dice que no y le voy a creer -aseguró, decidido hacer feliz plenamente con su esposa.

-¿Ah sí? ¿y qué te hizo para que la hayas perdonado?

Louis recordó la boca curiosa de su esposa explorándolo con intimidad, devorando cada parte de su cuerpo.

Se lamió discretamente los labios.

-Nunca regresó a San Isidro mientras estuvimos casados y aún después de la separación tú sabes que la he visitado y jamás la he encontrado en situaciones incómodas.

-Ah... Ya veo -dijo de manera sospechosa e insinuante-. Entonces la musita te ofrecía sexo en cada visita... éso fué.

-No, Kate... Miriam y yo no habíamos tenido relaciones desde hace mucho tiempo.

QUIÉREME OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora