32. PRIMER AMOR

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Darío empezaba a fastidiarla apareciéndose con sus fingidas muestras de pasión hacia Gabriela.

-Como si fueras tan bueno en la cama cerdo asqueroso -dijo macheteando con coraje las ramas viejas de un árbol frente a la casa dentro de su patio.

Eran las dos de la tarde del domingo. Paolo salió al cine con su novia actual, y para ella y su espantosa semana, los minutos transcurrían con una lentitud monstruosa. No era aficionada a ver televisión y la serie de terror de Louis era demasiado para ella. Le daba pesadillas, especialmente cuando su hermano trabajaba de noche.

-¡Idiota, desaparece de mi vista! -replicó fantaseando en incendiar a Darío y la boba ésa con las ramas del árbol.

¿Cómo podía ser tan petulante, tan creído? No tenía ninguna virtud mas que la de andar manoseando a la tarada de Gabriela. ¿Cómo pudo pensar que llevaban una relación excitante?

Detuvo sus machetazos cuando pensó en que deseaba que Louis volviera a besarla como lo hizo la última vez. Sonrió perdiéndose en una fantasía sexual con su esposo donde le arrancaba la ropa y se pegaba en ella como... Contuvo el aliento cuando un espasmo la sacudió. Empezaban a ser intensos sus deseos por él y ni hablar de sus sueños húmedos.

Sin embargo, cada noche seguía viviendo un infierno de celos cada vez que a su mente llegaba el odioso timbre de voz de la amante de Louis y terminaba estallando cuando se lo imaginaba acostándose con ella, tocándola como lo hizo con ella.

El rostro le ardía de rabia al recordar cómo le sonrió en la sala de juntas, como la abrazó... Tiró las tijeras podadoras para entrar a la casa. Tal vez un baño de agua helada y salir a alguna plaza con Alexander la distraería. Necesitaba despejarse con urgencia.

Louis alcanzó a ver a Miriam entrando a la casa con Alexander en brazos y luego a Darío con su mujer, a la cual poco le faltaba para tener un orgasmo en plena vía pública. Al parecer las cosas no le estaban saliendo bien a su amada esposa, pensó y egoístamente se alegró dibujando una sonrisa sarcástica. Mi mujercita debe estar muy triste, se dijo bajando del coche de donde tomó su saco gris de la parte trasera y se lo puso.

-Espera Darío -repuso Gabriela apartando a su novio cuando la atractiva figura de Louis Gould atrapó su atención-. ¡Wow qué hombre más sexy! -lo admiró por completo-. Es realmente muy guapo -dijo molestando a Darío por la manera tan descarada de verlo.

-¿Y por qué no lo miras de cerca? Para ver si es real o es solo tu imaginación -dijo irónico.

Gabriela sonrió.

-Sí, eso haré. Quiero conocerlo.

Louis subió a la acera tras cerrar bien el coche y de reojo notó que una mujer se acercaba.

-Buenas tardes -saludó ella con voz dulzona.

El elegante hombre miró a la chica y ésta le sonrió ampliamente.

-Buenas tardes -respondió caballeroso.

-Hola, soy Gabriela -se presentó extendiendo la mano.

Louis miró a la chica de ojos rasgados, era muy hermosa.

-¿Te conozco? -inquirió a sabiendas de que no era así.

-No lo sé -dijo seductora, acariciando su brillante cabellera negra con coquetería-, pero ahora nos estamos conociendo o es que Miriam te ha hablado de mi -agregó dando un paso hacia él, quedando a escasos centímetros de su cuerpo alto y erguido.

-No -contestó moviéndose ligeramente-. ¿Por qué habría de hacerlo?

-Porque somos amigas.

-¿En serio y de dónde se conocen?

QUIÉREME OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora