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Cuando llegamos al lugar las demás estaban paradas frente a la puerta solo esperándonos, Musa nos saludo al vernos a lo lejos, mi corazón palpitaba con fuerza en mi pecho, pero sonreí intentando infundir confianza a las demás, cuando todas estuvimos juntas fue como si la dichosa directora nos hubiera estado espiando, porque la puerta se abrió de inmediato.

—Al fin cara a cara, que espléndido— su tono sonaba muy plano para haber dicho algo que se suponía era alegre —Pasen, creo que debemos ponernos al día con algunos temas.

Sentí un ligero empujón hacia adentro antes de siquiera poder decir algo, pronto todas observamos con curiosidad cada rincón de la oficina, Daphne solía decir que puedes saber mucho de una persona por el lugar donde pasa la mayor parte de su tiempo, así que me concentre en eso para intentar descubrir a la directora, podría decir que Faragonda era una persona organizada, demasiado a decir verdad, casi como una obsesión, que Griselda la profesora de defensa y cuidadora encargada de nosotras era su confidente, no podría asegurar si era su mejor amiga, pero tenía un gran valor sentimental para ella al ver una foto de su juventud junto a ella.

—¿Y bien?— la voz impaciente de Bloom me saca de mis cavilaciones.

—Estoy esperando a Daphne, me imagino no debe tardar, al ser lo similar a su madre ella será una buena conciliadora, ¿Tardará mucho en llegar?— su pregunta despreocupada me sorprendió, estaba segura que ella más que nadie sabría que había muerto, tal vez debería dejar de dar las cosas por hecho sin haberlas pensado dos veces.

—Daphne está muerta, así que dinos lo que vas a decir y déjanos seguir en lo nuestro hasta que nos requieras— Aisha salta furiosa sin tocarse el corazón al responder, incluso me sorprende a mi, que casualmente pensaba algo similar.

—Nos han dicho que vinimos aquí para proteger a tu mundo, pero lo único que hemos hecho es tomar clases estúpidas sin ningún sentido, ¿Qué juego está jugando?— Tecna mantiene un tono monótono a pesar de prácticamente haber insultado a la mayor.

—Sus poderes no son ni la tercera parte de lo que deberían ser para enfrentar al enemigo, kilag las derrotaría si las envío ahora, solo intento protegerlas— se levanta de su asiento mientras mira la ventana detrás suyo —Intento agudizar cada pizca de magia que hay en ustedes, no saben nada de lo que se sufre aquí, enviarlas ahora sería su sentencia de muerte.

—¿Qué sugiere?— me aventuró a preguntar como si estuviera negociando con un estudiante cualquiera y no con la directora.

—Que actúen como cualquier otro estudiante, si kilag no las detecta será mejor para nosotros porque podremos tener más tiempo para entrenarlas.

—Bien, pero si su plan comienza a parecernos obsoleto, actuaremos por nosotras mismas, ¿Entiende?— Bloom se inclina hacia ella, casi escupiendo sus palabras, pero Faragonda simplemente alterna su mirada entre Bloom y yo, como si hubiera averiguado algo.

—Un paso en falso y su dimensión estará hecha cenizas— completo mirándola fijamente.

Se que pudo habernos espiado toda la vida, pero si Daphne nos había enseñado algo era a atacar primero, veloz, sin dejar que el oponente tuviera oportunidad de pensar cuál sería nuestro movimiento, eso nos repetimos desde que llegamos a Gardenia, atacar primero, atacar más fuerte.

Porque la vida nunca nos había dejado respirar tranquilas, siempre había querido asfixiarnos, teníamos que tomar ventaja para poder saber exactamente qué era lo que debíamos hacer, justo como ahora.

Daphne solía decir que había ocasiones en las que uno debía guardar silencio y dejarse golpear para ver la fuerza del oponente, pero desde que había visto su rostro repleto de miedo no me permití tener piedad, no podíamos mostrarnos débiles después de haber perdido a la persona que era nuestra fortaleza, recuerdo aún su mirada tranquilizadora cuando yo entre en pánico, su mano acariciando mi espalda mientras lloraba por las noches, Daphne había sido más que mi cuidadora, mucho más que mi guardiana, había sido mi madre, mi hermana y mi amiga, pero con la fuerza que la había querido me había dolido su pérdida, me había dejado una herida que no estaba segura si había sanado.

Recordar la gentileza de sus actos, dolía, recordarla me iba a doler toda la vida.

Aún tenía pesadillas en las noches, cada vez eran sobre su muerte, algunas veces me despertaba con un ataque de pánico apunto de comenzar, sabía que su partida se había llevado una parte de ella conmigo.

—¿Vamos?— pregunta Bloom tomando mi mano para salir de la oficina.

—Si— respondí para seguir a mis amigas, pero ver a todas caminar juntas con Bloom tomando mi mano solo me recordó a un momento que creía no volvería a recordar.

Era el funeral de Daphne, recuerdo que me negué a levantarme de la cama porque sabía que no podría ver a mis amigas a la cara y mentir sobre su muerte, creí que no podría decir que no había estado ahí, que no podría volver a verlas a la cara porque solo me recordarían todo lo que pasó, suficiente castigo había sido que irónicamente Daphne también se fuera en un día de lluvia, como mi papá, en dos contextos diferentes pero al final ambos me habían dejado un vacío que en ocasiones me parecía imposible de soportar, recuerdo que no había dormido y que la mano de Bloom apretando la mía mientras lloraba era lo único que me mantenía ahí, ¿Cómo había podido mentir de esa manera?

Incluso ahora con todas las pesadillas que me atormentaban no me había visto capaz de confesar la verdad de los hechos, quizá esa era la razón por la cual mantuve en secreto mis ataques de pánico, porque me negaba a qué se supiera la razón de estos y que ellas me mirarán distinto, no podía, no lo permitiría, incluso ahora que seguía sin soportar la lluvia recordándome mis desgracias me permití decirles la verdad, porque en ocasiones las mentiras protegen a los demás y lo único que quería era mantenerlas a salvo.

Entre amor y profecíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora