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Había pasado las siguientes horas entrenando en mi habitación, intentando controlar a la perfección está nueva potencia en mis poderes, había logrado avances significativos, si, claro que los había logrado, pero necesitaba más, aquí me habían ayudado con sus armas de magia solar, allá estaría yo sola contra él y a decir verdad, está vez no quería contenerme.

Escuché alboroto afuera y fue como si el llamado a mi destino hubiera llegado, observé por la ventana de mi habitación salir del palacio hacia su nave a Faragonda y compañía, Griffin observaba divertida a la lejanía, me pregunté si le alegraba lo que iba a pasar, pero aún así, sonreí para mis adentros, todo salía justo como lo pensé, solo tendría que pedirle a Griffin que me apareciera ahí.

Así que corrí escaleras abajo buscando a Griffin, recorrí los pasillos y el jardín hasta encontrarla justo donde la había visto por la ventana.

—Necesito que me ayudes— lo primero que obtuve fue una mirada de desconfianza recorrer su mirada —Quiero ir a Domino.

—¿Estás consciente que ir es como suicidio para ti?

—Necesito acabar con él, solo un momento y entonces se esfumara cómo un simple recuerdo.

—Te matará antes de que puedas terminar de decir su nombre, Stella.

—Entonces te sentirás muy alegre, alguien menos de que preocuparse.

Soltó un suspiro profundo antes de mirarme —Si vas ahí, irás sola, completamente sola, ¿Entiendes?— me tomó de los hombros con brusquedad —Si mueres ahora, la muerte de tu madre significará nada— sonreí para mis adentros, oh, Griffin, si tal solo supieras que mi muerte lo significaba todo.

—Lo sé— murmuré por fin —Pero dejar a Kilag vivo también haría que la muerte de mi madre no significará ni un gramo de algo.

—Como desees— se rindió soltando un suspiro y negando con la cabeza repetidas veces, hice un movimiento con mi cabeza para ocultarnos entre los arbustos y entonces le pedí nuevamente que abriera un portal, lo hubiera hecho yo sí no fuera porque quería reservar la mayor parte de mi energía mágica para la batalla —Una vez que cruces, si no te mata Kilag, te matará Oritel.

—Es justo lo que planeo— murmuré con seguridad, aunque en mi plan no había incluido a Oritel.

Griffin me dio un asentamiento antes de que me atreviera a por fin cruzar el portal, lo sentí cerrarse detrás de mi, pero no me permití pensarlo mucho, tenía un plan que seguir.

Corrí de dónde quiera que estaba hacia el bullicio, había gritos histéricos y llanto, clara señal de que Kilag estaba aquí, lo sabía, atacaría a Domino ahora que los hechizos protectores de solaria los habían deshabilitado.

Cuando llegue todo fue contrario a lo que me imaginé, había sangre por todas partes, el cielo estaba nublado, ocultando cualquier rastro de sol o luz y las sombras de Kilag se movían con seguridad por el camino, arrasando, destrozando.

Supe lo que tenía que hacer, me había repetido el pensamiento en mi cabeza por horas, tenía que llegar a Kilag, tenía que matar a Kilag.

Me desplace con cuidado de no ser vista hasta el lugar donde estaba Kilag, vi a Bloom y al que supuse era su padre pelear codo a codo contra sombras, Flora, Aisha, Tecna y Musa estaban dando todo lo que tenían pero las sombras parecían no ser derrotadas, solo surgían más y más, entonces lo vi, Kilag se regodeaba mientras observaba todo, los especialistas estaban en su forma animal peleando para llegar a él, algunas naves de torre nubosa aterrizaron y bajaron más especialistas a ayudar, cuando uno por fin estaba por llegar a Kilag, me sorprendí.

Entre amor y profecíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora