•StellaCuando lo escuché salir me destapé la cabeza, mi respiración seguía agitada, el corazón me latía con rapidez cada vez que recordaba su cercanía, habíamos pasado tiempo juntos desde que comenzó a subir a mi habitación por el árbol, pero no habíamos tenido un momento tan íntimo como este, dónde sentía que mi corazón quería saltar de lo ansioso que estaba de sentir su toque.
Sentía que el aire me faltaba, como si solo pudiera llenar mis pulmones al tenerlo ahí, me obligué a sacarlo de mi mente, por lo menos esa noche.
Cuando desperté la luz del sol estaba tan arriba que me di cuenta que me había despertado pasado el medio día, por suerte era Domingo, así que tendría todo el día para organizar mis ideas antes de comenzar mi búsqueda, necesitaba encontrar la manera de averiguar los puntos débiles del plan de kilag, con Tecna trabajando en los posibles rescates para la gente de Zenith que había sido sometida en su propio planeta para que los demás reinos no pudieran tener armas más letales.
Mi cabeza iba tan inmersa en ello que no note cuando una chica de cabello corto se dirigía a mi con velocidad, no fue hasta que sentí como me empujó hacia atrás que un dolor punzante en mi cabeza se hizo presente, lo ignore para prestarle atención a la chica que me miraba fijamente.
—Dile a tu amiga Bloom que sabemos lo que ha hecho— su voz aunque sonaba enfadada me pareció muy suave, como si no pudiera tomarla de mala manera.
Ignore la "advertencia" de la chica y camine hacia la oficina de Palladium, desde hacia una semana que lo había visto muy distante con Avalon, pero estaba tan enfadada con lo de Brandon que no tenía tiempo para pensar en nada más.
—¡Stella! ¡Pasa, pasa!— su sonrisa amplia cuando me abre la puerta me reconforta, camino por su lado para tomar asiento en una silla cualquiera frente a él —No esperaba que vinieras, te imaginé tomando un sauna o algo así.
—Lo pensé, pero luego se me vino a la mente una revelación— dije en un tono misterioso, Palladium me miro expectante —Que tu puedes decirme lo que pasa.
—¿Yo?— pregunta apuntándose con el dedo totalmente confundido —No es que tenga información, sinceramente.
—Vamos Palladium, se que sabes cosas, eres un profesor, seguramente Faragonda te cuenta cosas importantes— lo tomo de la mano para que sienta mi desesperación —Eres un elfo, las elfos siempre ayudan a los demás, ¿No dijiste eso?
—No es que no quiera decírtelo, no se nada, Faragonda actúa muy misteriosa desde que llegaron, parece que sus planes solo los sabe Saladino, el director de Fontana Roja— se encoge de hombros ligeramente mientras se inclina un poco hacia mi para murmurar algo importante —Solo se que la profecía nueva los tiene con los nervios a tope, más porque uno de los dueños no tiene un pasado muy limpio.
Asentí no muy convencida pero era todo lo que podía obtener por el momento.
—¿Cómo vas con Avalon?— el sonríe al ver qué cambio el tema, pero su sonrisa dura apenas unos segundos antes de cambiar a una mueca triste.
—No muy bien, parece que cada vez que quiero hacer algo bien él lo arruina de algún modo— toma su taza de té entre sus manos mientras me empuja la otra con delicadeza, así que la tomo mientras doy un sorbo —¿Y tú? Escuché que tu ex estuvo aquí ayer, ¿Él y tú...?
—Se terminó— interrumpo antes de que diga algo más, él asiente con una sonrisa comprensiva.
—Que lamentable— murmura bebiendo de su té con la mirada perdida —¿Y Brandon? He visto que se conocen más de lo que aparentan.
Al escucharlo casi me ahogo con el té, casi, ¿Cómo podía explicarle que teníamos una relación amor-odio? ¿Cómo le decía que con la misma intensidad que le odiaba a veces lo deseaba? ¿Cómo le podía decir que ayer estuvimos apunto de besarnos? Era algo patética la situación, porque ambos éramos lo suficientemente orgullosos como para cambiar la actitud con el otro.
ESTÁS LEYENDO
Entre amor y profecías
FanfictionProfecías que deben cumplirse es lo único que había rondado la mente de la dimensión mágica por años, desde el nacimiento de las 6 celestiales que habían escapado de la dimensión para poder llegar a cumplir algún día su destino, la gente de la dimen...