La despedida (extra 6)

125 11 9
                                    


Habían pasado algunas semanas, no estaba consiente de sí eran meses, solo sabía que en cuanto fuera posible, quería despertar.

Me frote los ojos observando mi celular en la mesa, había estado recibiendo llamadas de sky, Helia, Riven, Timmy, pero si era sincero, me importaba una mierda, cada día se volvía más pesado que el anterior y no podía seguir viviendo.

Deseaba que mi mente, que mi cuerpo se detengan, solo por un momento, para poder descansar, dejar de sentir tanto, dejar de sentir todo, dejar de pensar, solo quería desconectar de mi mismo unos minutos, quería dejar de pensar en ella unos segundos, pero no podía, cada vez que cerraba los ojos la veía, cada vez que pensaba en el paisaje, en el sol, en la vida, solo pensaba en ella y en lo mucho que me hacía falta.

Observé su carta junto a la cama, siempre a la mano para cuando me sintiera sobrecargado de emociones.

Tenía que salir de aquí, cada cosa que hacía me devolvía a ella, y cada vez me sentía más abrumado por eso.

Camine tanto que mis piernas dolían, pero creo que ya no podía compararse con el dolor en mi corazón.

Saque el celular de mi bolsillo y marque, primer tono, luego dos, tres y directo al contestador.

—¡Hola, hablas con Stella! Seguramente esté haciendo nada, pero no te respondí porque no estoy de humor, deja tu mensaje— sonreí como cada noche antes de que su voz se desapareciera.

—Te amo— murmuré antes de colgar y volver a marcar su número, necesitaba dejar esto atrás, pero cada vez que pensaba en ella me rehusaba a dejarla ir.

—¡Hola, habla Stella! Seguramente...

—Necesito dejarte ir— interrumpo su contestador, rompiendo mi actitud inquebrantable por fin.

Dolía tanto que quería quitarme el corazón para acabar de una vez con esa mierda, grité tanto que sentí que me quedaba sin voz, todo en mi cabeza daba vueltas y veía la sonrisa de Stella perderse entre mis lágrimas, pase mis manos por mi cabello, jalandolo, intentando sentir algún otro dolor que cubriera todo lo demás, no podía aceptar que ya no estaba más, que lo único que tenía de ella era una carta y un maldito contestador, ya no estaba, no volvería a sentir sus brazos envolverme en la noche, ni su mirada molesta cuando no tenía la razón, no volvería a ver su sonrisa, ni podría decirle que era una celosa sin remedio, no volvería a sentir sus labios contra los míos, ni el aroma de su cabello, ya no tenía nada más que papel y tinta.

Dolía saber que jamás la escuché decirme que me quería, pero dolía aún más no haberle podido decir que ella era todo lo que necesitaba.

Volví a marcar el número y escuchar su voz volvió a hacerme llorar.

—Eres mi mundo entero, Stella— comencé, con la esperanza de oírla responderme —Y no se cómo seguir ahora que ya no estás, porque es como si hubiera dejado de respirar, vuelve— cerré los ojos sintiendo mis lágrimas traspasar las pestañas —Vuelve— repetí —Stella, son las dos y media de la mañana, pero he dejado de dormir desde que te fuiste, tenía que haber llegado a ti, mi amor— sorbo mi nariz volviendo a cerrar los ojos —Lo estoy intentando, de verdad que si, intento vivir mi vida sin ti pero me parece simplemente imposible, intento no pensarte, no amarte, pero no sé cómo hacerlo, creo que cuando te fuiste, decidiste llevarte una parte de mi contigo, y no importa si pasan más meses, si pasan años, creo que nunca dejare de amarte. Eres mi único amor, pero necesito seguir...— el sonido de la nada me responde del otro lado —Voy a volver a Magix, voy a vivir, justo como dijimos antes de la batalla— me muerdo el labio esperando escuchar su voz —Así que, este es la última vez que llamo a este número... No cambies el número, solecito— le digo aún esperando a que responda pero mis sollozos son la respuesta, así que lo repito —No cambies de número, solecito... Quizás en algunos años, necesite recordarte que nunca te olvidé.

Entre amor y profecíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora